Hipocresía y Sinismo Demócrata entorno a las auditorías

El partido que ahora se opone a las auditorías del gasto y el fraude es el mismo que intentó contratar a 88,000 agentes del IRS para perseguir los impuestos de los ciudadanos. Es la misma estructura que asegura querer recaudar más dinero solo para luego apropiarse de él y usarlo de manera ilegal. La hipocresía es evidente.

La contratación de 87,083 agentes del IRS no tenía como objetivo auditar a los más poderosos o garantizar transparencia en las declaraciones de impuestos. No era para "perseguir" a Donald Trump, como algunos sugieren. Tal como lo explicó Elon Musk en su conversación con Joe Rogan, la verdadera intención era filtrar información confidencial de más de medio millón de estadounidenses, con el fin de exponer las declaraciones de impuestos de Trump, Musk y otros empresarios de éxito que la izquierda radical detesta. Es una persecución política disfrazada de fiscalización.

Así es como operan. Esos agentes no iban a servir para mejorar la justicia fiscal, sino para hacer lo que ya hace el FBI: obstruir la transparencia y manipular la justicia. Con cada acción, los demócratas convierten a Estados Unidos en un país cada vez más parecido a Cuba, donde el Estado controla la información, decide qué se puede saber y persigue a quienes piensan diferente. La administración Biden tuvo la oportunidad de revertir esta medida absurda, pero en lugar de eso, ofreció un trato: si querían conservar sus puestos, podían ir a la frontera y unirse a la Patrulla Fronteriza para ayudar a controlar la crisis migratoria. ¿La respuesta? Un rotundo no. Ninguno aceptó. Prefirieron seguir con su agenda de persecución interna antes que proteger las fronteras de la nación.

El mismo Joe Biden prácticamente obligó a los agentes fiscales a tomar cursos de defensa personal y portar armas. ¿Desde cuándo un auditor de impuestos necesita estar armado? ¿Qué pretendía Biden con esto? Es inimaginable que en un país libre y democrático un agente fiscal necesite entrenamiento militar para revisar los impuestos de un ciudadano. Sin embargo, los mismos que promovieron esta militarización de la burocracia ahora se niegan a ser auditados. Son los mismos que montan un espectáculo mediático sobre el hecho de que Elon Musk no fue elegido en las urnas, argumentando que es un extranjero que debería ser deportado. Todo porque Musk ha expuesto la corrupción y la manipulación de los medios alineados con la izquierda radical.

La actitud de los demócratas ante las auditorías es comparable a un infiel que, al ser descubierto, se enfurece no por su traición, sino porque revisaron su teléfono. No se indignan por el fraude, por los miles de millones de dólares perdidos, o por el dinero de los contribuyentes que ha sido despilfarrado. No. Se indignan porque se quiere hacer justicia y transparentar sus acciones. Su única preocupación es que nadie los descubra, no que estén violando la confianza del pueblo estadounidense.

Mientras tanto, el presidente Trump ha regresado a la Cámara de Representantes, un símbolo de esperanza para los patriotas que exigen el fin de la corrupción y el restablecimiento del verdadero orden constitucional. La lucha por la transparencia y la rendición de cuentas apenas comienza.

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