Domingo de la XII Semanas del Tiempo Ordinario Ciclo B

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Domingo de la XXII Sermana del Tiempo Ordinario Ciclo B

Deuteronomio 4:1-8 Completo
1»Ahora, Israel, escucha las leyes y normas que yo os enseño a poner en práctica para que viváis y para que entrando en la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os da, toméis posesión de ella. 2No añadáis nada a los mandamientos que os ordeno, ni tampoco omitáis nada de ellos, sino guardad los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os prescribo. 3»Vuestros ojos han visto lo que hizo el Señor con Baal–Peor, cómo el Señor, tu Dios, exterminó de entre vosotros a todo el que había dado culto a Baal–Peor. 4En cambio, vosotros los que os adheristeis al Señor, vuestro Dios, estáis hoy todos vivos. 5Mirad que os he enseñado leyes y normas, según me ha ordenado el Señor, mi Dios, para que os comportéis con arreglo a ellas en la tierra en la que vais a entrar a tomar posesión. 6Observadlas y llevadlas a la práctica, pues serán vuestra sabiduría y vuestro discernimiento a los ojos de los pueblos que, al conocer todos estos mandatos, dirán: «En verdad esa gran nación es un pueblo sabio y juicioso». 7Porque ¿qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos, como lo está el Señor, nuestro Dios, cuantas veces le invocamos? 8Y ¿qué nación hay tan grande que tenga unas leyes y normas tan justas, como toda esta ley que hoy os entrego?

Salmo 15
R. (1a) ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente
y obra con justicia;
el que es sincero en sus palabras
y con su lengua a nadie desprestigia.  
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal al prójimo
ni difama al vecino;
quien no ve con aprecio a los malvados
pero honra a quienes temen al Altísimo.
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura
y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes,
ése será agradable
a los ojos de Dios eternamente.  
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

Santiago1:17-27
17Toda dádiva generosa y todo don perfecto vienen de lo alto y descienden del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de mudanza. 18Por libre decisión nos engendró con la palabra de la verdad, para que fuésemos como primicias de sus criaturas. 19Bien lo sabéis, hermanos míos queridísimos. Que cada uno sea diligente para escuchar, lento para hablar y lento para la ira; 20porque la ira del hombre no hace lo que es justo ante Dios. 21Por eso, apartad toda inmundicia y todo resto de maldad, y recibid con mansedumbre la palabra sembrada en vosotros, capaz de salvar vuestras almas. 22Pero tenéis que ponerla en práctica y no sólo escucharla engañándoos a vosotros mismos. 23Porque quien se contenta con oír la palabra, sin ponerla en práctica, es como un hombre que contempla la figura de su rostro en un espejo: 24se mira, se va e inmediatamente se olvida de cómo era. 25En cambio, quien considera atentamente la ley perfecta de la libertad y persevera en ella —no como quien la oye y luego se olvida, sino como quien la pone por obra— ése será bienaventurado al llevarla a la práctica. 26Si alguno se considera hombre religioso y no refrena su lengua, sino que engaña a su corazón, su religiosidad es vana. 27La religiosidad pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y guardarse incontaminado de este mundo.

San Marcos 7:1-23 Completo

1Se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas que habían llegado de Jerusalén, 2y vieron a algunos de sus discípulos que comían los panes con manos impuras, es decir, sin lavar. 3Pues los fariseos y todos los judíos nunca comen si no se lavan las manos muchas veces, observando la tradición de los mayores; 4y cuando llegan de la plaza no comen, si no se purifican; y hay otras muchas cosas que guardan por tradición: purificaciones de las copas y de las jarras, de las vasijas de cobre y de los lechos. 5Y le preguntaban los fariseos y los escribas: —¿Por qué tus discípulos no se comportan conforme a la tradición de los mayores, sino que comen el pan con manos impuras? 6Él les respondió: —Bien profetizó Isaías de vosotros, los hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy lejos de mí. 7Inútilmente me dan culto, mientras enseñan doctrinas que son preceptos humanos. 8»Abandonando el mandamiento de Dios, retenéis la tradición de los hombres. 9Y les decía: —¡Qué bien anuláis el mandamiento de Dios, para guardar vuestra tradición! 10Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. Y el que maldiga a su padre o a su madre, que sea castigado con la muerte. 11Vosotros, en cambio, decís que si un hombre le dice a su padre o a su madre: «Que sea declarada Corbán —que significa “ofrenda”— cualquier cosa que pudieras recibir de mí», 12ya no le permitís hacer nada por el padre o por la madre. 13Con ello anuláis la palabra de Dios por vuestra tradición, que vosotros mismos habéis establecido; y hacéis otras muchas cosas parecidas a éstas. 14Y después de llamar de nuevo a la muchedumbre, les decía: —Escuchadme todos y entendedlo bien: 15nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, pueda hacerlo impuro; las cosas que salen del hombre, ésas son las que hacen impuro al hombre. (16) 17Y cuando entró en casa, ya sin la muchedumbre, sus discípulos le preguntaron el sentido de la parábola. 18Y les dice: —¿Así que también vosotros sois incapaces de entender? ¿No sabéis que todo lo que entra en el hombre desde fuera no puede hacerlo impuro, 19porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y va a la cloaca? De este modo declaraba puros todos los alimentos. 20Pues decía: —Lo que sale del hombre es lo que hace impuro al hombre. 21Porque del interior del corazón de los hombres proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, 22los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. 23Todas estas cosas malas proceden del interior y hacen impuro al hombre.

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