2023/12/11 "LA CONSTANCIA EFECTIVA EN EL MATRIMONIO" CLASES PARA MATRIMONIOS

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RESUMEN
TEMA Y DESCRIPCIÓN
El tema de esta enseñanza es "La constancia en el matrimonio". Este mensaje aborda la importancia de mantener una constancia efectiva en las relaciones matrimoniales para superar los desafíos diarios, fomentar una conexión profunda y renovar el compromiso. La constancia se presenta como una disciplina que, aplicada correctamente, fortalece el vínculo conyugal y permite cultivar un matrimonio basado en amor, respeto y crecimiento mutuo.
VERSÍCULOS USADOS Y COMENTARIOS
Hechos 10:19
"Mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: ‘He aquí, tres hombres te buscan.’"
Este pasaje destaca la importancia de reflexionar y pensar en la visión. En el contexto del matrimonio, se aplica a la necesidad de meditar y planificar metas conjuntas como pareja, asegurándose de que ambos estén alineados en su propósito.
Proverbios 5:18-19
"Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo."
Este versículo enfatiza la importancia de disfrutar y valorar la relación con la esposa, recordando siempre el amor y la alegría del inicio del matrimonio.
1 Tesalonicenses 5:14-18
"También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús."
Este pasaje resalta tres aspectos fundamentales: la paciencia, la constancia en la oración y la gratitud. En el matrimonio, estas prácticas son esenciales para superar las pruebas y mantener la armonía.
IDEAS PRINCIPALES Y EXPLICACIÓN
La constancia como disciplina
La constancia no es un acto espontáneo, sino una disciplina que requiere esfuerzo diario. Así como en la vida profesional o espiritual se requiere constancia para progresar, en el matrimonio también es necesario cultivar hábitos que refuercen la relación.
El noviazgo como referencia
Durante el noviazgo, los detalles, la atención y el esfuerzo son constantes. Estas mismas prácticas deben mantenerse en el matrimonio para evitar que la rutina desgaste la relación.
La importancia de la comunicación
La falta de comunicación es una de las principales causas de la pérdida de constancia. Hablar con profundidad y escuchar las necesidades del cónyuge fomenta la conexión y evita conflictos.
La planificación conjunta
Las metas y visiones compartidas son esenciales. Planificar juntos ayuda a mantener el enfoque y a trabajar en equipo para alcanzar objetivos comunes.
IDEAS SECUNDARIAS Y EXPLICACIÓN
Demostraciones de afecto genuinas
Mostrar cariño de manera constante y auténtica fortalece la relación. Las pequeñas acciones, como abrazos y palabras de aprecio, crean un ambiente positivo.
El valor del tiempo de calidad
Invertir tiempo en actividades significativas como salidas o conversaciones sin distracciones fomenta una conexión más profunda.
Flexibilidad y adaptación
Los gustos y las necesidades cambian con el tiempo. Aprender a adaptarse a estos cambios en el matrimonio es clave para mantener la armonía.
Evitar la rutina
La monotonía es un enemigo del matrimonio. Introducir nuevas actividades o hábitos revitaliza la relación y mantiene vivo el interés.
APLICACIÓN Y PRÁCTICA EN LA VIDA CRISTIANA
Cultivar la constancia en todas las áreas
Así como se es constante en la oración y el estudio de la Palabra, se debe ser constante en los detalles y el esfuerzo dentro del matrimonio.
Orar juntos como pareja
Hacer de la oración una práctica diaria conjunta refuerza el vínculo espiritual y emocional.
Renovar el compromiso regularmente
Reflexionar sobre el amor y las promesas hechas al inicio del matrimonio ayuda a mantener el enfoque y a evitar que la relación se estanque.
Priorizar el tiempo en pareja
Apartar tiempo intencionalmente para fortalecer la relación es crucial para el crecimiento mutuo.
NOTAS
• Ejemplos personales sobre la importancia de invertir tiempo de calidad con el cónyuge.
• Anécdotas que resaltan la pérdida de constancia en el matrimonio debido a la rutina y las responsabilidades.
• Ilustraciones sobre cómo los detalles y la atención en el noviazgo deben mantenerse vivos en el matrimonio.
• Relación entre disciplina y constancia en la vida espiritual y matrimonial.
CONCLUSIÓN
La constancia en el matrimonio es fundamental para construir una relación sólida y duradera. Es un acto de amor, compromiso y disciplina que requiere esfuerzo continuo. Mantener viva la chispa del noviazgo, comunicarse abiertamente, planificar metas conjuntas y adaptarse a los cambios son aspectos esenciales para lograr un matrimonio exitoso. Además, integrar la oración y la gratitud a la vida matrimonial fortalece el vínculo y guía a la pareja según la voluntad de Dios.
REFLEXIÓN
La enseñanza nos invita a evaluar nuestras relaciones matrimoniales y a preguntarnos: ¿Estamos siendo constantes en nuestro compromiso? ¿Estamos esforzándonos por mantener viva la conexión emocional y espiritual con nuestro cónyuge? Dios nos llama a ser constantes no solo en nuestra relación con Él, sino también en nuestro matrimonio. Al aplicar esta constancia efectiva, no solo agradamos a nuestro cónyuge, sino también a Dios, quien es el centro de toda unión.
Amemos, sirvamos y renovemos nuestro compromiso diariamente, recordando que el matrimonio es un regalo que refleja el amor de Cristo por Su iglesia.
TRANSCRIPCION
La constancia efectiva en el matrimonio.
Vamos a tocar un tema que es muy importante para aquellos que estamos en una pareja y para el futuro de los que van a estar en pareja. Esto es la constancia efectiva. Creo que es una de las cosas que más luchamos en nuestro diario vivir: ser constantes, ser perseverantes. Hay algunas preguntas: ¿Por qué perdemos la constancia? ¿Cuál es el objetivo del matrimonio? ¿Qué es lo que lo llena? Son pequeñas preguntas que nos podemos hacer y podemos comprender en dónde está parado nuestro matrimonio. Somos constantes hasta la luna de miel tal vez, y después, cuando ya somos uno, empezamos a tener algunas variaciones. Ya no somos tan constantes. Los ramos de flores ya no son perseguidos, perseverantes en una casa, los besos y abrazos ya menguan, y el tema es el ¿por qué? ¿Por qué empezamos a bajar esa constancia? ¿Por qué dejamos de hacer algo que a nuestro cónyuge le gustaba? Al principio todo era hermoso, todo era lindo cuando empezamos a ser constantes, pero empezamos a dejar de serlo, y eso empieza a traer algún tipo de problemas, discusiones, pleitos en nuestra vida. Y esas son preguntas que realmente nos pueden mover. ¿Qué es lo que estamos haciendo? ¿O cuál es el objetivo en el matrimonio? Porque nosotros hoy en día estamos aquí porque están ustedes aquí porque realmente empezamos a tener esa inconstancia en el matrimonio, o queremos tener la constancia y no la podemos llegar a obtener. ¿Cuál es el objetivo en el matrimonio? ¿Por qué usted está en el matrimonio? ¿Por qué hoy está casado? ¿Por qué hoy está juntado? ¿Por qué hoy tiene esa meta de decir un sí para siempre hasta que la muerte los separe? Son todas preguntas que uno tiene que volver a reflotar en nuestra vida. ¿Por qué? Porque simplemente vamos a ir dejando y dejando y dejándonos hasta que termina en una rutina, y es bonito cuando estamos en el noviazgo.
Llega nuestro novio, generalmente el novio lleva flores. No son los hombres mucho de recibir flores de las mujeres, aunque he escuchado algunos casos que les gusta. Pero ya el novio ha jugado las flores, los chocolates. No sé, a ver qué más: el muñequito, los bombones. Hay un punto que es muy importante saber ante esto. Y el flore que le guste a la persona. Hay personas que son alérgicas a las flores. Eso es muy buen punto, empezar a conocer a las personas. Ahí sí le trae rosas mientras que la mujer no le gusta la rosa, le gusta no sé... A veces en conversaciones se dice: “No sé, estamos pasando por un parque y uno dice: ‘Un tulipán.’” Y después me cae con rosas. “No me prestaste atención, no me prestaste atención que me gustaba el otro tulipán.” Son pequeños detalles que nos gustan. Necesitamos aprenderlo. En el noviazgo muchas veces lo hacemos, prestamos atención, queremos saber más de la otra persona. No sé, hasta qué sé yo. Por ahí escribimos qué es lo que le gusta: el color, la comida favorita. Diferentes cosas para tener la certeza de qué es lo que le gusta para poder agradarle a la otra persona.
Ahora, siempre hacemos muchas de las cosas a la fuerza, porque si uno no presta atención termina como imponiendo, diciendo: “¡Ey! Ya te dije no me gustan las rosas, me gustan los tulipanes.” Y cuando uno ya es reiterativo: “Ok, bueno, está bien, a la fuerza uno tiene que cambiar.” Ahora, ¿por qué? ¿Por qué usted está con su cónyuge? ¿Usted realmente está y es de las personas que hace las cosas que le gustan a su cónyuge para no tener problemas? “Ok, no, sí, yo hago esto porque no quiero tener problemas. Yo me levanto y tiendo la cama para no tener problemas con mi cónyuge.” O, ¿tiende la cama para satisfacer al cónyuge? ¿Tiende la cama para que se vea hermosa la habitación? ¿O tiende la cama para decir: ‘Este pesado me dice que tengo que tender la cama, entonces sí, ¿lo voy a hacer?’ O sea, son pequeñas cosas que uno tiene que empezar a cambiar la forma de mentalidad, porque la constancia es también forma de pensar. Es cómo uno lo hace, con qué frecuencia y con qué propósito lo hace. Si uno lo hace con los motivos erróneos, uno obviamente va a estar luchando con esa constancia constantemente. Si uno lo hace realmente desinteresado, porque quiere hacer feliz a la otra pareja, uno lo va a hacer constantemente y sin reproche. Simplemente lo va a hacer con un corazón dadivoso y lo va a hacer bien porque realmente le nace.
Uno dice: “Ok, yo no quiero tener discusiones, entonces lo hago.” No. “Yo quiero verla feliz.” Entonces para verla feliz, yo no voy a esperar que me diga: “Amor, mira el pasto cómo está. Tienes que cortarlo.” O: “El bombillo que se fundió hace dos años.” O: “La parrilla, la estufa, que tiene este arañazo, está toda desordenada.”
“La parrilla, la estufa, que tiene este arañazo, está toda desordenada.” Acabamos con tres patas ahí, vamos sacando las cosas. Lo vamos a hacer. Y según las directrices… y seguimos, si quieren seguimos, la lista es interminable.
Ahora estaría bueno que ustedes respondan a esta pregunta: ¿Por qué perdemos la constancia? ¿Por qué piensan ustedes que se pierde esa constancia? Yo diría, ¿por qué? Por la comunicación. Comunicación. Porque en la falta de comunicación en el noviazgo, cuando uno es novio, esas llamadas son largas. Si uno llama por teléfono, cuando las tres horas van, hoy no tienen problemas. Ese tiempo que tú le dedicas a tu pareja. Pero ya después de casado, no: “Sí, todo está bien. ¿Cómo todo está bien?” No, solamente: “Hola, ¿cómo te fue?” “Bien.” Todo es corto. No hay ese tiempo en pareja, y uno sin darse cuenta, muchas veces… Y eso es lo que nos aleja más como pareja.
¿Ok, alguien más quiere opinar?
Yo pienso que la falta de constancia en ese punto, porque son los detalles, más que todo la conquista diaria. Esa falta de constancia en esa área es porque nos llenamos de tantas cosas para hacer en el día. Tenemos tantas responsabilidades, tantas cosas en qué pensar, y todavía a veces nos sobra tiempo y buscamos qué hacer en ese tiempo. Pero no le damos la importancia realmente a lo que es la calidad, un tiempo de calidad en la pareja. Y ahí es donde se va quitando como esa constancia. Decir: “Yo debo tener en cuenta lo que ella necesita. Yo debo tener en cuenta lo que él necesita. No solamente vivir la vida por vivirla.” Porque siempre vamos a tener algo que hacer en el día: que los niños, sal por ellos; que el trabajo; que corre allí; que mira que falta la mantequilla; que falta esto, vaya a comprar… Todo eso nos llena de tantas cosas para hacer que realmente la constancia, lo que es la conquista diaria que deberíamos tener, se está perdiendo. Se va perdiendo poco a poco.
Yo pienso también que los conflictos que surgen cotidianamente desaniman a la relación a ser constantes, porque ya se crea como un distanciamiento. Entonces cada cual quiere hacer lo suyo, y ya no hay algo que se haga entre los dos con esa perseverancia. Como que ya estoy desanimada. Entonces ya las cosas empiezan como a bajar de ritmo hasta que no se sale de ese corazón.
Bueno, creo que es un conjunto, pero ese punto que dice la hermana Sandra, para mí, es clave. Porque es justamente lo que es: hacer las cosas. ¿Hacer las cosas porque si no tu cónyuge se va a enojar? ¿O hacer las cosas para que tu cónyuge sea feliz? O sea, si nosotros unimos estas cosas, nos vamos a dar cuenta de que esas discusiones o choques que hay en el matrimonio, esas fricciones que van a haber siempre, por alguna u otra razón, necesitan la comunicación necesaria para que podamos unirnos más. O sea, saber por qué lo hacemos, para qué lo hacemos. Si nosotros lo hacemos por el motivo erróneo de: “Ah, para que no me moleste más y listo, entonces sigo.” Sí, siempre va a haber esa fricción, porque no está la comunicación de decir: “Ok, a vos te gusta de esta manera, pero a mí me gusta de esta manera. Entonces busquemos la forma de hacerlo para que nos podamos llevar bien y no haya esta constante fricción y discusión siempre por lo mismo.” Por lo general, los matrimonios discutimos siempre por las mismas razones. Es como que es una retroalimentación de discusión por el mismo tema. En eso sí somos constantes.
Entonces creo que, si nosotros nos enfocamos en agradar al otro, no significa reprimir lo nuestro. ¿Por qué? Porque si ambos queremos agradarnos, no va a haber necesidad de reprimir lo de ninguno de los dos. ¿Por qué? Porque yo lo voy a hacer feliz a él, y él va a tener eso que le gusta y se va a sentir motivado, como decía la hermana Sandra. Si él me hace feliz a mí, entonces él me va a tocar en el punto donde justamente a mí me hace feliz. Entonces también va a estar en ese punto de decir: “Ok, no me voy a reprimir. Él no se va a reprimir. Los dos vamos a estar justamente constantes en esa comunicación, en ese anhelo de servirnos conjuntamente.”
Ahora, si nosotros hiciéramos una encuesta, sería algo así: Iríamos y preguntaríamos quién tiene problemas en el matrimonio o situaciones en el matrimonio. Yo le garantizo que el 100% va a decir: “Yo tengo.” O sea, nosotros tenemos. Yo le garantizo que el 100% va a decir: “Me gustaría tratar esos problemas.” Y nos atrevemos a decir que solamente el 1% son capaces de ir y hacerlo. Y vamos a hacer una matemática rápida. En La Roca somos 800 personas, tal vez unas 500 parejas. Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Cinco parejas de 500 es el 1%. Entonces la matemática es más o menos exacta. Si nosotros aprendemos a ser constantes en lo que queremos hacer, vamos a empezar a cosechar lo que sembramos. Y si nosotros realmente en el noviazgo era todo perfecto, ¿por qué?
Vamos a remontarnos a los primeros tiempos. Vamos a remontarnos en la persona que conquistó nuestro corazón, en esa persona que realmente dijo: “Ok, me prestó atención, me respetó, me cautivó con sus ideas.” Y esto nos llevó a que todo esto hasta hoy sea posible. Entonces, sin compromiso no existe el éxito, pero sin constancia no hay compromiso. Debemos de ser constantes para un compromiso eficaz. Y para llegar al éxito tiene que haber un compromiso. No podemos ir salteando pasos o ir quemando etapas. Las debemos pasar. Debemos pasar esas etapas para poder llegar a lo que uno quiere llegar.
El matrimonio es lo "¡guau!" que todo anhela cuando está en un noviazgo, o debería. Y uno dice: "Ok, sí, yo quiero llegar." La mujer desea llegar a una fiesta todo elegante, creo… no soy mujer, pero yo siempre escuché que la mujer quiere llegar con todo perfecto. El hombre es más de: "Una ceremonia y listo, yo quiero tener esa ceremonia y hacer la mía y decir listo, la conquisté. Gané lo que yo me propongo y llegué a hacerlo." Pero ambos quieren tener lo mismo: quieren llegar a ese compromiso. No importa el cómo llegar; el tema es llegar. Y el tema justamente es la constancia para que hoy podamos llegar a eso.
Ahora, hace un tiempo estaba hablando con una persona y entonces yo le estaba aconsejando que necesitaba pasar tiempo con su cónyuge, que necesitaba salir de vez en cuando, tomar su café, dar una vuelta… bueno, lo que siempre aconsejamos. Y esta persona me decía que no, que ella no podía dejar a sus hijos, que ella era mamá, ante todo. Yo le decía: "No, sos esposa también. O sea, y sos vos. O sea, una vida. Sos madre, pero también sos mujer." Y le podía hablar con libertad porque a mí me había pasado lo mismo hasta que tomamos el seminario.
Entonces el punto es este: Es una decisión. Es una decisión de decir: "Voy a traer de vuelta ese noviazgo a mi matrimonio." Y quizás ustedes miran y piensan: "¿Cómo hacer eso con los compromisos, con el trabajo, con todas las cosas que uno tiene a diario?" Bueno, poniéndose de acuerdo con una buena comunicación. Tal día, a tal hora, nos vamos a ir a dar una vuelta. Vamos a dejar los chicos con alguien. Vamos a hacer algo nosotros. Es como antes se planificaban para verse en el noviazgo. Entonces ahora también planifíquense para verse a solas, para comunicarse, para estar ahí, para volver a renovar eso juntos. O sea, ¿quién es vos, aparte de papá, aparte de líder, aparte de lo que sea? ¿Quién sos vos como persona?
Después de 13 años, ¿quién es? ¿A dónde estamos parados? ¿Y quién soy yo? Estas salidas te van a hablar justamente de quién es la otra persona, pero vos tenés que provocarlo. Si ustedes no lo provocan, no lo van a conseguir. Necesitan decir: "Ok, vamos a ponernos de acuerdo y vamos a traer ese noviazgo de vuelta acá y que nuestra vida sea un noviazgo." Yo le decía a esa persona: "Que tu matrimonio no sea solo el matrimonio, que sea ese noviazgo de vuelta, que puedan mirarse con una mirada pícara o con picardía, que puedan volver a abrazarse, a jugar, a salir, a hacer lo que sea. Pero genuino. Sean ustedes. Ya somos más grandes, ya cambiamos en muchos aspectos, pero ¿por qué no traer esas cosas que nos enamoraron y que no sea una vez cada un año?" Vamos a tratar de conseguirlo poniéndonos una meta de hacerlo una vez al mes, después una vez a la semana, y de a poco para que sea todos los días. Para que podamos realmente tener esa fusión, para poder tener esa comunicación constante, para que podamos tener esa unión constante.
Porque si no, se desgasta y nos desgastamos. Y nos volvemos amargados, y a veces no sabemos ni siquiera por qué estamos enojados. Por qué estamos de mala cara. Y es porque no hay esa fusión. Es como todo en la vida. Desde que tomamos el seminario y nos insistieron a que todas las semanas me decían: "¿Oraron todos los días? ¿Oraron a la noche?" Entonces fue una constancia y eso se hizo una disciplina en nuestra vida. ¿Por qué no hacer esa disciplina de entender a nuestra pareja?
Si nosotros en el noviazgo estudiamos a nuestra pareja: cómo es, cómo se comporta, qué le gusta, cómo se viste, qué deseos tiene, qué anhelos tiene… Todas esas cosas las vamos estudiando. Pero cuando nos casamos, dejamos de estudiar. Ya dijimos: "Ok, ya la conozco." Pero las personas cambian. Cuando la persona… bueno, acá son todas madres. Cuando son mamá cambian, y ya tienen otra perspectiva de la vida. Y eso tengo que proponerme yo como varón en comprender y ver cuáles hoy son sus gustos. Ya no van a ser los mismos que antes. Y en el lapso de nueve meses cuando está embarazada, cambian los gustos. Ya no le gusta la pizza con mucho queso, ahora le gustan los chocolates. Entonces uno va aprendiendo que son cambios.
Llegaba con una pizza y ya no le gustaba. Pero tenía que salir a las dos de la mañana corriendo a comprar los M&M’s. Entonces uno le va interesando los cambios. Ya después traía y lo dejaba en el bolso una bolsa así de M&M’s. Y lo dejaba ahí: "Tengo ganas." Mirá, tomá, acá tenés. Y la bolsa esa la dejaban al costadito. Bueno, cosas que ahí uno empieza a estudiar de vuelta. Pero cuando ya da a luz, los gustos cambian. Y ya son diferentes. Entonces uno no es que ya comprende y ya está.
Entonces uno no es que ya comprende y ya está. Uno es como en la vida: uno empieza con el prekínder, empieza en el primer grado. Bueno, pero acá no es la primaria, secundaria, como en mi país. Está el Elementary, después el middle, después el high school. Y después empieza con college, después empieza tal vez un posgrado de algo. Y cuando ya termina y tiene el título, dice: "Ok, yo ya tengo el título de abogado." ¿Qué hace con el título de abogado? Tiene que seguir leyendo, porque las leyes cambian. Hay que seguir estudiando.
Así es con el matrimonio. Uno tiene que seguir estudiando, seguir comprendiendo, seguir… ¿Por qué? Porque la disciplina es un hábito que cada persona genera, una base en su compromiso con un autocontrol sumado también con un comportamiento, y esto es una personalidad que cada persona tiene. O sea, la disciplina es algo que uno tiene que ir sumando a su diario vivir. Tiene que hacerse disciplinado en absolutamente todo en su vida. Debe tener la disciplina constante. ¿Por qué? Porque, como decía en un ejemplo: tender la cama es una disciplina, orar es una disciplina, comer a un horario es una disciplina. Todo en la vida es una disciplina.
Entonces debemos de nosotros tener esa disciplina de tener constancia. Una disciplina de auto disciplinarse, una disciplina de constancia. Y esto lo podemos ver. Toda esta disciplina la podemos llevar a nuestra vida conyugal. A ver, la constancia es pasar tiempo de calidad, como decíamos recién. Y ahí está. Ahí estamos como decíamos, que tocaron ese tema. Cuando estamos en el noviazgo, no importa absolutamente nada. No es problema el dinero, porque el dinero se saca de algún lado para salir a comer, para salir a tomar un café. Ya empezamos a sacar tiempo.
Y miren esto: cuando estábamos de novios, ella trabajaba en una heladería. Entonces ella cerraba el local, ella trabajaba desde las seis de la tarde hasta horario de cierre, dos, tres de la mañana, cuatro de la mañana. Yo trabajaba de ocho a cuatro y media o cinco. Entonces, de las cinco a las seis no teníamos tiempo de vernos. Entonces, ¿qué hacía yo? Vida normal: llegaba, me bañaba, salía, visitaba, hacía mi quehacer, todo. A las doce me iba a dormir. A las tres me despertaba, me alistaba y me iba. Y estaba a las tres, tres y media ahí. Ella me decía: "Esperame un ratito, ya termino." Me daba un heladito. Entonces yo, sentadito, comiendo un heladito mientras ella terminaba. Y de ahí estábamos hasta tal vez las seis, siete o tal vez hasta las ocho de la mañana, que yo la dejaba en la casa y me iba al trabajo prácticamente.
Y no importaba. El cansancio no era un impedimento. Ahora llega el tiempo en donde vamos a hablar. "Ah, mañana tengo que dormir." "No, pero esto, a las diez de la noche, mañana tengo que levantarme a las siete de la mañana." Pero tenés nueve horas para descansar. "No, estoy cansado, date vuelta, dormite." Y yo me duermo.
¿Qué pasó? ¿En qué momento transicionamos que ya no nos importa hablar? ¿En qué momento transicionamos que ya no importa el tiempo de calidad? "No, pero ya la conquisté, ya es mía, entonces no importa lo demás." Y el tiempo de calidad se pierde.
Hoy en día, en el correr del día, uno está estresado por ganar dinero y dice: "No, no, no, yo no me voy a ir a tomar un café porque es pérdida de dinero." No, es inversión. ¿No tiene dinero? Váyase a caminar al parque. Es gratis, ¿eh? Yo le digo, es gratis. Vaya a caminar en cualquier parque, y es gratis. No busque impedimentos. ¿Tiene diez minutos? ¿Quince minutos? Inviértalo. Inviértalo en su pareja.
¿Por qué? Porque el tema es la inversión. La inversión que hacen en su pareja. Es constancia, como decía mi esposa. Ya no trate de hacerlo día a día, porque tal vez no tiene la edad que tenía antes. Pero empiece a cambiar hábitos en su vida. Es decir: "Salimos una vez al mes." Después ya le va a agarrar el gustito, y se lo garantizo. Porque no solo nos pasó. Tuvimos casi diez años después de la luna de miel que no volvimos a salir. Poquitas, pero salimos. ¿A dónde? A la heladería, a la heladería. De vacaciones. Ah, bueno, sí, sí, sí. Salidas cortas. Pero cuánto es que nos interesa remontar esos antiguos momentos y decir: "Dejo un poquito y invierto en ella." Y empezamos a resanar todo lo que el tiempo fue tapando.
Después, como le decía, después de la luna de miel no tuvimos otra vacación. Cuando tuvimos nuestros hijos, ya era salir con nuestros hijos, y no teníamos ese tiempo de intimidad. Y no hablo de intimidad sexual, sino el poder hablar libremente, el poder volver a tener planes, el poder hablar de ciertas cosas en nuestra vida que es necesario. Es necesario volver a tener todas esas cosas que antes nos habían cautivado de nuestro noviazgo.
Es necesario volver a tener todas esas cosas que antes nos habían cautivado de nuestro noviazgo. Si a ella le gustaba esto, le gustaba lo otro, ¿ahora qué le gusta? ¿Sabe usted cuáles son los planes de su esposa? ¿Hablaron de vuelta de planes? ¿Hablaron de vuelta de cuáles son sus metas? Las metas cambian. Ya tal vez llegaron a su casa propia, tal vez llegaron a su auto, tal vez llegaron a su ministerio. ¿Y ahora qué? ¿Volvieron a hablar de planes? ¿Volvieron a tener constancia de decir: “¿Ahora ya llegué a esto, ahora vamos por esto”?
¿Hablaron de eso? ¿Qué pasa si llegan a su meta? ¿Se van a estancar? Dios nos dice que tenemos que seguir hasta llegar a la estatura de la plenitud de Cristo. Dios no nos dice que llegamos a cierta área y nos estanquemos. Ya llegaron a hacer su… lo que querían hacer, llegaron a la meta. ¿Listo? No. Continúen. Continúen. Vayan más allá de las expectativas. Vayan más allá de ese techo que han puesto. El techo no existe. El techo es el cielo. Pueden volar libremente.
A ver, usted era constante en el noviazgo, ahora, ¿por qué es inconstante? ¿Por qué cambia? Debemos de cambiar para bien, no para mal. ¿Qué es lo que hizo cambiar con respecto a esos tiempos de calidad con su cónyuge? Y eso también tiene que ver mucho, no solamente con, como estamos hablando, de las salidas juntos. Eso es algo primordial, de pasar tiempo de calidad, de tener buenas conversaciones que sean profundas, de saber qué es lo que quiere uno, qué quiere el otro, a dónde quieren llegar, cuáles son sus metas, sus anhelos. Sino que, como decíamos hace un rato, volver a ese noviazgo.
Como decíamos al principio, para los que no estuvieron, en el noviazgo, ¿qué hacíamos? Las rosas, el peluchito, los bombones… Nos interesábamos en saber qué gustos tenía. Tal vez le regalábamos un perfume o algo más. Entonces, ¿por qué no hacerlo ahora? Porque yo he visto varones decir: "Ah, qué lindo el vestido de esa mujer, mira cómo se arregla el cabello esa mujer." Pero ¿vos le estás comprando a tu esposa el vestido, un vestido que a ella le guste, un vestido que le agrade? ¿Le estás ayudando en eso? ¿Estás invirtiendo en tu esposa, en que se arregle el pelo, o que vaya a una peluquería, que haga un tratamiento? O sea, algo. ¿Estás invirtiendo? Entonces, ¿le estás regalando ese perfume que le gusta o ya ni sabes qué perfume le gusta?
O sea, todas esas cosas las debemos tener en cuenta, porque si no, empezamos a mirar para otro lado. Y cuando empezamos a mirar para otro lado, vienen los problemas. Pero si nosotros nos interesamos, entonces no van a surgir esas cosas. ¿Por qué? Porque yo ya voy a ver en mi cónyuge lo que me gusta ver. Y él va a ver lo que le gusta ver, en todos los sentidos. O sea, no es que ya estamos casados y listo. Como que somos de novios, está todo bien, y llegamos al casamiento y decimos: “Sí, nos sacamos la capa. Listo, yo estoy casado, ya está.” Otro tema. "Ahora hay que pagar la renta. Ahora a ver, ponete con tanto, porque hay que pagar la luz.” No, así no va a funcionar.
No va a funcionar así. Así como vemos tantos matrimonios que se deshacen, que viven desanimados, que viven amargados, porque no hay esa vuelta al noviazgo. Hay una cosa que me vino ahorita a la mente que cuando estábamos de novios hacíamos y que cuando llegamos al matrimonio se olvida hacer. Y es tan importante, y va a ser más que un empuje para que el hombre se sienta apreciado cuando llega a la casa. Cuando el novio llegaba a la casa, si uno estaba en un segundo piso, uno salía corriendo, bajando las escaleras a toda para abrir la puerta. Ahora llega el esposo a la casa, y todo es como: “¿Hay alguien en casa?”
Si nosotros mantenemos esa perseverancia de darle importancia al varón cuando llegue a la casa, muchas cosas van a cambiar. Porque él va a notar que lo extrañaron, que están ansiosos por estar con él, hablar con él. La atención es muy importante. Porque es importante lo que tú dices, de que el hombre debe tener en cuenta las cosas de la mujer. Pero nosotros, las mujeres, también debemos tener en cuenta que ellos se sientan como que: "Wow, admirados. Wow, llegó el hombre. Llegó el amor de mi vida. Te extrañé."
Y si no, al contrario, si el uno llega primero que el otro, cuando llegue el cónyuge, mostrar ese interés. Decir: “Mi amor, qué bueno que estás acá. Estar en la puerta.” Porque eso mismo también lo van a ver los hijos. Entonces, cuando uno como mujer da el ejemplo, toda la tropa viene detrás a saludar a papá y a mamá. Entonces, si nosotros mantenemos eso, como lo teníamos en el noviazgo, va a mejorar muchas cosas. Va a empezar a mejorar la comunicación. Van a empezar a mejorar los tiempos de calidad, porque va a haber eso. O sea, hay una constancia en ese sentido.
Amén. Y no solamente decir: "Te extrañé", como decía la hermana Sandra, sino demostrarlo. Exacto.
Amén. Y no solamente decir: "Te extrañé", como decía la hermana Sandra, sino demostrarlo. Exacto. Porque yo personalmente, por ahí le mandó un mensaje y le puedo decir: "¡Ah, te extraño! Tengo ganas de que vengas temprano a casa." Y por ahí le decía: "Hice el esfuerzo, llegué temprano a casa." Y yo: "Ajá, sí, ¿y la comida?" Era como un decir: "Hice el esfuerzo, llegué temprano a casa." Y Ella: "Ah, andá, andá." No, o sea...
¿Qué digo? Y yo me lo creía. Pero cuando la situación cambia... Es verdad, me hiciste traer recuerdos. Yo bajaba las escaleras corriendo y me le colgaba del cuello. Ahora no me le puedo colgar del cuello porque lo doblo, pero al que pegaba un salto, lo abrazaba. Claro. Entonces, bueno, ahora el abrazo. El abrazo. Ya no me le cuelgo. Él es el que se inclina. Es más humilde, ¿verdad?
Bueno, las cosas cambian. Ya no vivimos en un lugar que tiene escaleras, así que ella no baja las escaleras. Y no solo eso, sino también cómo lo recibimos. Porque si yo lo recibo todo hecha una "chimoltrufia," todos los pelos para todos lados, con la ropa toda... la peor ropa que tenga. Entonces también eso. No voy a decir que todos los días una va a estar como para ir al culto, porque uno tiene que hacer cosas en la casa también. Pero sí tratar de que en el horario que él llegue, uno ya esté como... arreglada. Ya estar peinada por lo menos. O sea, fijarse. ¿Por qué? Porque cuando estábamos de novios, cuando nos veíamos, yo no creo que ustedes recibían a su novio con los pelos para todos lados, con la peor ropa. No. Uno buscaba, y estaba ahí, frente al espejo, que esto no, que aquello no.
Él tenía un auto y una moto. Y yo tenía que decirme: "¿Qué me entra en el auto o en la moto para ver qué me pongo?" Entonces, ahí tenía... por ahí si él llegaba en la moto y yo me había preparado como para subir en el auto, bueno, ya volvía y me cambiaba. Tres horas más para ver qué me ponía. ¿Qué es eso? Porque claro, entonces estaba preparada para esas cosas. Y quizá ustedes digan: "Ah, bueno, claro, no es que tenga todo el tiempo del mundo, pero yo tenía que estar preparándome y arreglándome para cuando el señor llegara."
Así tiene que hacerse el tiempo. Tiene que hacerlo. Porque eso lo conquistó a él. Eso era esto. Fue una de las cosas que lo conquistaron. Entonces, ¿por qué no lo va a hacer? O sea, lo tiene que seguir conquistando, así como el hombre tiene que seguir conquistando a la mujer.
Yo me acuerdo hace muchos años, cuando recién empecé en la iglesia. Ahí, en la iglesia, la esposa de mi pastor, en aquel momento, nos dio una charla a las mujeres y nos dijo: "Usted, cuando se va a dormir, ¿se pone la camiseta toda rota y vieja que tiene o tiene un lindo camisón o algo para ponerse, para acostarse con su esposo?" Y yo dije: "¡Ufff!" Salí y me compré. ¿Por qué? Porque es verdad. O sea, en todo tiempo, en todo momento, uno tiene que tratar de darle lo mejor. Porque esas cosas atraen. Y esas cosas unen. Y esas cosas son una de las que nos hacen volver a este noviazgo.
Estar lista para el otro. Sí.
Muchas veces pasamos por alto la constancia. Y bueno, cuando empezamos a estar juntos o le preguntamos a la pareja que empieza a transitar una vida de casados, uno puede decir: "Ok, hay cosas que no le gustan o que no están acorde a lo que uno piensa." Porque claro, no es lo mismo visitarse y hablarse y estar tres, cuatro, cinco horas por día, que después de la luna de miel empezar a convivir y estar 24/7, menos las horas de trabajo. Espero que en ese momento no trabajen desde casa, porque si no, están 24/7.
Entonces, claro, yo he escuchado matrimonios decir: "Ok, sí, no sabe cocinar, pero estamos en un tratamiento." Claro, ella trata y yo miento. "Sí, me gusta." Pero... entonces uno tiene que empezar a...
¿Ahora miento?
En el momento, tiene que empezar a ser flexible. Porque ya son todas las cosas que uno empieza a transformar en eso, en esa área. Y bueno, ya no puedo comer lo que comía antes. Ahora tengo que adaptarme a comer lo que me haga mi esposa. Antes, sí, mi mamita. Pero ya no está mamita. Ya no. Usted no tiene que decir: "Ay, no. Vamos a lo de mamá que ella prepare el plato rico que me gusta." El plato rico que le gusta tiene que hacerlo su esposa. Y ahí empieza la constancia de la mujer: a hacer los platos ricos. Y el hombre empieza a cambiar el paladar, que, es decir: "Ok, me gusta. Me empieza a gustar."
El plato rico que le gusta tiene que hacerlo su esposa. Y ahí empieza la constancia de la mujer: a hacer los platos ricos. Y el hombre empieza a cambiar el paladar, que, es decir: “Ok, me gusta. Me empieza a gustar.”
Ayer aprendí algo. Ayer hice salmón y le quedó la boca así. Me mostró, sé que no te gusta el salmón. ¿Se le hinchó la boca? Se le hinchó la boca. No le digo qué parecía, pero con la boca parecía un salmón.
Bueno, también es la constancia de la paciencia, el sentido de pertenencia. Hablábamos recién de planes. Ahora, no tiene tiempo. Usted anhela un ministerio. Y no estoy diciendo que esté mal, porque dice la Biblia que el que anhela ministerio buena obra desea. Pero no lo puede llegar a hacer porque no tiene tiempo. ¿Cuánto trabajan más de media hora lejos de su trabajo? ¿Cuánto viajan más de media hora? Hay una app para escuchar la Biblia. Entonces, aproveche ese tiempo. No haga que, al volver a su casa, el tiempo que podría estar con su esposa diga: “No, yo tengo que hacer lo que yo anhelo hacer o los planes que queremos hacer.” Los planes lo pueden hacer juntos. Pero háganse los tiempos necesarios.
“Ay, no, pero llega el aniversario y no podemos salir porque tengo que estudiar para un examen.” Háganse el tiempo de salir, de refrescarse, de estar juntos, porque son cosas que vale la pena hacer. Entonces tenemos viajes, tenemos proyectos, tenemos anhelos de casa, de autos. Y, como decía recién, cuando llega, ¿qué hace? Se va a sentir desorientado. “Llegué al propósito que tenía, ahora es tiempo de volver a sentarnos, de volver a planear, de volver a pasar tiempo juntos y decir: ‘¿Cuál es ahora el plan?’”
Antes, cuando nosotros no teníamos situaciones en Argentina, teníamos un plan de construir 21 apartamentos en un terreno que teníamos. Ya lo teníamos todo planificado. A los 30 años iba a dejar de trabajar y ya íbamos a tener todos los 21 departamentos, íbamos a vivir de la renta. Bueno, 36 años, y no tenemos ni uno. Los planes cambian. ¿Y cuáles son los planes? ¿Cuáles son los planes de ustedes? ¿Qué planes tienen?
Eso sí, nosotros lo hablamos constantemente, porque nos gusta saber qué es lo que estamos haciendo, cuáles son nuestras metas, lo que queremos, lo que anhelamos. Y eso es lo que debemos de hacer: la constancia, la pertenencia. Es tiempo de seguir diciendo: “Quiero llegar a hacer esto. Quiero que lleguemos a hacer esto.” Porque cuando nosotros lo dejamos de declarar, con el corre y corre, nos empezamos a olvidar. Y después, al año, decimos: “¿No era nuestro plan tener una moto este año? Ya pasó. Ya estamos en diciembre. ¿No era este año que queríamos hacer ese viaje?” Pero lo planificamos en enero y no volvimos a hablar, y llegó diciembre y seguimos sin el viaje.
Eso es porque dejamos de hablar de eso. Lo planificamos, estábamos de acuerdo: “Sí, lo vamos a hacer.” Y después se pierde todo. Después quedó como un sueño en el momento y listo. Sigamos pensando, sigamos hablando, sigamos expresando lo que queremos. Es constancia, mi hermano. Es seguir con la constancia.
En Hechos 10:19 dice: “Mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: ‘He aquí, tres hombres te buscan.’” Pero quiero que agarremos esa parte: “Pedro pensaba en la visión.” Si como matrimonio tenemos una visión, tenemos un sueño, un anhelo, necesitamos meditar, pensar en eso, reflexionar cómo vamos a llegar, a dónde vamos a llegar, de qué manera. Tenemos que ponernos metas. Tenemos que ponernos diferentes formas de cómo vamos a llegar ahí. Objetivos. Pero lo tenemos que hacer juntos. No lo hagan por separado. No lo hagan por separado porque va a terminar separado, justamente. Háganlo juntos.
Entonces, cuando ponemos una visión, cuando ponemos un objetivo, tenemos que, como dice mi esposa, estar en constante comunión y trabajando en eso. Porque si no, fue un hablar nomás: “Ah, sí, quiero hacer tal cosa.” “Ah, sí, quiero hacer tal cosa.” No, pero lo vamos a hacer. Nosotros, cuando hablamos lo mismo, ok, lo vamos a hacer. “Ok, ¿cómo lo vamos a hacer? ¿Cuándo, dónde, qué hora? Todo detalle. Porque si no, no llegás. Si no te ponés todos los puntos, no vas a llegar.
Ah, así es. En primera de Tesalonicenses, capítulo 5. Ya vamos a ir terminando con este punto. En primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versículos del 14 al 16. Léalo, mi hermano.
“También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes, seguid siempre lo bueno, unos para con otros y para con todos. Estad siempre gozosos.”
Mire lo que dice: “Estad siempre gozosos.” ¿Y qué dice el 17?
“Oren sin cesar.”
¿Y el 18?
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
Mire que primero empieza con el ocioso, hay contienda, hay todo. Pero después, ¿qué dice? Hay que tener constancia. Dice: “Orad sin cesar.” La Biblia nos manda a que oremos sin cesar para que no tengamos esos pleitos, esas luchas, esas contiendas. Que tengamos realmente siempre la palabra de Dios en nuestra vida. ¿Y qué dice el 18? El 18 nos dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
El 18 nos dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” Cuando nosotros hacemos la constancia que Dios nos pide, estamos haciendo la voluntad de Dios. Dice: “Orad sin cesar.” Y después dice: “Dando gracias porque esta es la voluntad de nuestro Padre.” Es la constancia, la voluntad de nuestro Padre, que podamos ser constantes en nuestra vida, constantes en el matrimonio, constantes en la relación con Dios. Usted no puede avanzar en la relación con Dios si no es constante. Si ora una vez por semana: “Ay, no, pero yo soy constante. Yo toda la semana oro.” Una vez por semana ora. Eso no es constancia, eso es inconstancia.
¿O tal vez usted come una vez por semana? No. Usted come todos los días. Dos, tres, cuatro veces, no sé cuántas veces coma. Pero el alimento es constante. Y la herramienta que Dios nos dio es la oración: orar sin cesar. Constancia. ¿Para qué? Para poder agradar al Padre.
Amén.
Vamos a ver rápido. Demostración de afecto. Es esa parte que se ve reflejada, amén, a pesar de los años. A ver, cuando empezamos el noviazgo, nosotros nos abrazamos, sentimos el desamor, había que separarnos con una espátula tal vez porque estábamos pegados. Esa parte era rica, ¿no? Pero después ya no nos abrazamos, no nos damos besos. Y eso es tema de discusión muchas veces: “Ay, pero ¿por qué no me das un beso? ¿Por qué no te acercás?” Y empezamos a ver ciertas cosas.
Cuando no pasa eso y ya no empezamos a alejarnos, y después, en un momento, nos acercamos, hay tres posibilidades. Una: “¡Uh! Quiere tener relaciones sexuales.” Punto dos: “Está pecando y quiere apaciguar con un cariñito, con una demostración de afecto.” O punto tres: “Quiere cambiar y dice: ‘Ok, sí, voy a empezar a hacer como era antes.’” Pero el cónyuge empieza a decir seguramente: “O está metiendo la pata, está pecando, o quiere tener relaciones sexuales.” ¿Por qué? Porque es lo que pasa. Si no es una, es otra. Y si no, el cónyuge piensa que es una de las primeras dos posibilidades.
No hay un cambio genuino en la demostración de afecto. Y cuando lo hay, el cónyuge dice: “No, algo está buscando. Algo está tapando. ¿Cuánto quiere? ¿Qué necesita?” Entonces, vemos que la demostración de afecto se pierde. Cuando uno quiere volver a los principios, es engorroso porque el cónyuge lo tapa, el cónyuge lo aplasta, el cónyuge empieza a hacer gestos, miradas, insinuaciones. Y ya, la verdad, uno dice: “No vale la pena cambiar. La verdad no vale la pena volver a ser cariñoso como antes. Ya no puedo.” Entonces no sé, hacer que con deseos sexuales solamente: “Ay, no, si ahora desde la mañana le voy a mandar un mensajito, voy a ser cariñoso. Llego con las flores, le doy besitos, y a la noche tenemos fiesta.”
O tal vez estoy haciendo algo incorrecto y, bueno, si ya… ya empezamos a decir: “No, mi amor, qué linda te ves. ¿Cómo estás? Qué linda estás hoy.” Si eso no lo hizo por un año, la mujer dice: “A ver, pásame el celular. A ver, quiero ver tu celular. Vamos a ver el Facebook. A ver en qué estás.” Porque ese cambio de la noche a la mañana no me lo creo.
Son cosas que pasan. Sí, así es. Entonces, mi hermano, no haga que se pierdan las cosas. Sean constantes. Como en el noviazgo, sean constantes en el diario vivir. Su esposo, su esposa, lo necesita. Necesita esa constancia, necesita ese renuevo como en los días primeros. Dice la Biblia: “Gozaos con la mujer de tu juventud.” Proverbios 5:18-19 dice: “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo. En todo.” No solamente para conquistar. “En todo tiempo.” Amén, en todo tiempo.
Sí, mi hermano. Gracias por venir. Gracias por aguantarnos durante una hora.

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