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2023/11/29 "EL COMPLEMENTO DE LA FE" CLASES PARA MATRIMONIOS
RESUMEN
TEMA Y DESCRIPCIÓN
El complemento de la fe explora cómo la fe debe estar acompañada de obras y acción para ser eficaz y verdadera, según lo establecido en la palabra de Dios. La enseñanza detalla cómo la fe no solo se manifiesta en creer, sino también en actuar de manera coherente con lo que creemos, tanto en nuestro matrimonio como en nuestra familia y vida diaria. La fe, sin obediencia ni acción, está incompleta y carece de poder transformador.
VERSÍCULOS USADOS Y COMENTARIOS
Hebreos 11:1:
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."
Comentario: Este versículo establece la base de la enseñanza, mostrando que la fe implica una certeza en lo que no hemos visto, pero que esperamos porque confiamos en Dios. La fe no es solo una idea, sino una convicción firme basada en la naturaleza y las promesas de Dios.
Santiago 2:14:
"Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?"
Comentario: Este versículo refuerza que la fe, sin acción, es inútil. Declara que las obras son el complemento necesario de la fe para que sea viva y efectiva.
Juan 13:34-35:
"Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros."
Comentario: Este pasaje subraya que el amor es una manifestación de la fe. Amar a los demás, especialmente a nuestro cónyuge y familia, refleja la obediencia a Dios y demuestra la fe en acción.
Mateo 22:37-39:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
Comentario: Este versículo conecta la fe con el amor hacia Dios y hacia los demás. El amor por el prójimo, especialmente el más cercano, como el cónyuge, es una forma de obedecer a Dios y de manifestar nuestra fe.
Efesios 5:25:
"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella."
Comentario: Este pasaje enfatiza que el esposo debe amar a su esposa sacrificialmente, como Cristo ama a la iglesia, mostrando fe a través de su liderazgo espiritual y acciones de amor.
IDEAS PRINCIPALES Y EXPLICACIONES
La fe viene de Dios y debe reflejarse en acción:
La fe no es un concepto abstracto ni puede aplicarse a cualquier cosa. Viene de Dios, y su propósito es confiar en Él y obedecerle. Sin obras, la fe está muerta.
El matrimonio como espacio de fe en acción:
La fe debe ser demostrada dentro del hogar, especialmente en el matrimonio. Es un lugar para practicar el perdón, la obediencia y la restauración mutua.
La obediencia como primera acción de la fe:
Obedecer a Dios y Su palabra es la primera manifestación de la fe. Esto incluye el amor y respeto entre los cónyuges y la disciplina en el hogar.
IDEAS SECUNDARIAS Y EXPLICACIONES
El perdón como manifestación de la fe:
Perdonar a nuestro cónyuge refleja nuestra confianza en Dios para sanar y restaurar la relación. El rencor destruye la fe y el amor.
La oración en pareja fortalece la fe:
La oración conjunta une espiritualmente al matrimonio, permitiendo que Dios actúe en sus vidas y mostrando fe al buscar Su dirección.
La crianza de los hijos como extensión de la fe:
Enseñar, disciplinar y amar a los hijos según los principios bíblicos refleja fe en que los caminos de Dios son los mejores.
APLICACIÓN Y PRÁCTICA EN LA VIDA CRISTIANA
En el matrimonio:
Actuar con amor, respeto y servicio hacia el cónyuge. No solo orar, sino también trabajar juntos para solucionar conflictos y edificar la relación.
En la crianza:
Corregir con amor y enseñar los principios de la palabra de Dios, confiando en que Su voluntad se cumplirá en la vida de los hijos.
En la comunidad:
Practicar la fe al amar y servir a los demás con un corazón genuino y obediente, como lo hizo Jesús.
NOTAS UTILIZADAS POR EL PASTOR
• Ejemplo del hijo que toma el autobús, mostrando cómo la certeza y la convicción de la fe se reflejan en situaciones cotidianas.
• Relato personal sobre cómo enfrentó con su esposa los retos de su temperamento y olvido, subrayando la importancia de la acción y la paciencia.
• Comparación entre la siembra de una semilla y la fe en acción, explicando cómo se espera la cosecha con confianza.
CONCLUSIÓN
La fe es más que una creencia; es una convicción que se manifiesta en acción. En el matrimonio, en la crianza de los hijos y en la vida cristiana en general, la fe debe estar acompañada de obras que reflejen obediencia a Dios y amor por los demás. Sin acción, la fe pierde su propósito y su poder transformador.
REFLEXIÓN
Esta enseñanza nos recuerda que la fe no es pasiva. Es una fuerza activa que nos lleva a amar, obedecer y actuar conforme a la palabra de Dios. En el matrimonio, nos desafía a perdonar, orar y edificar. En la familia, nos llama a disciplinar y amar a nuestros hijos con paciencia y firmeza. Al aplicar esta enseñanza, podemos ver cómo Dios transforma nuestras vidas y relaciones, fortaleciendo nuestra fe y testimonio. ¿Estamos dispuestos a poner nuestra fe en acción hoy?
TRANSCRIPCION
El tema se llama El complemento de la fe. ¿Cuál es el complemento de la fe? Para ustedes, ¿cuál es el complemento de la fe? ¿Ustedes tienen fe? ¿La fe de dónde viene? En lo bien que hay, o sea que la fe viene de Dios. La fe viene de Dios, pues en el mundo se ha desvirtuado eso porque ahora le dicen a usted que usted puede tener fe en cualquier cosa. No. La fe viene de Dios. Dios creó la fe. No hay otra fe, es para Dios la fe. Porque va a hacer cosas que tal vez nosotros no hemos visto. ¿Ustedes han visto a Dios? Ah, pero tienen fe en Él, ¿no es cierto? Bueno, Dios les dice que tengan fe en Él, y Dios nos dice a todos que esa es la fe que debemos cargar nosotros en todo tiempo, ¿no es cierto? La fe viene de Dios.
Eso de que no, que se puede tener fe... porque, por ejemplo, en Alcohólicos Anónimos hay una enseñanza que ellos hacen con las personas cuando están en ese mundo de alcoholismo, y les dicen a ellos que pueden tener un dios, que ese árbol puede ser su dios. Entonces usted tiene fe en ese. Y eso es lo terrible, que usted siga en el alcoholismo, entonces usted tiene fe en eso. Todo se tergiversa en el sentido de lo que Dios creó. Dios creó la fe para tener confianza en Él, para creer en lo que Él nos dio y la creación que hizo en nosotros. Él hizo la creación, Él hizo todo. Él montó todo desde antes de la creación del mundo; ya tenía pensado muchas cosas. Dios es eterno.
Nosotros venimos a la iglesia y decimos que tenemos fe, pero ¿qué complementa la fe? Las obras. Las obras. Las obras. Las obras. Hay que venir a escuchar palabra. La fe en saber que Dios nos va a sanar, que Dios va a hacer milagros, que Dios va a responder a lo que nosotros conocemos de la palabra de Dios, las promesas de la palabra de Dios. Esas son promesas que son entregadas para nosotros como hijos, y tenemos fe en esas promesas, ¿no es cierto?
Y en el matrimonio, ¿cómo se aplica la fe? Porque una cosa es decir que somos cristianos, que tenemos fe, pero cuando llegan las situaciones al matrimonio y tenemos una vida conyugal, ¿cómo aplicamos la fe en nuestras vidas matrimoniales? Porque es bonito lo que les digo, venir y decir que somos cristianos, pero cuando estamos viviendo la vida real allá, la vida afuera, lo que afecta... Cuando nosotros llegamos a esta iglesia, ustedes ven que aquí hay de pronto cuestiones que nos lleguen a afectar en nuestra fe, que lleguen a hacer dudas de la fe. ¿No es cierto que no? Cuando ustedes llegan aquí a la iglesia, a la alabanza, adoración, oración, guerreros, gente quebrantada, gente sanada, eso incrementa nuestra fe. Y escuchamos a un hermano que viene y ora por nosotros, y eso incrementa nuestra fe. O sea que cuando llegamos a este lugar nuestra fe es alimentada, ¿no es cierto?
Y en nuestra casa, ¿está siendo alimentada nuestra fe? ¿En nuestro hogar está siendo establecida esa fe realmente? ¿Cómo aplicamos la fe en nuestros matrimonios? Viviendo la palabra en la casa. O sea que vivir la palabra en la casa es ser obedientes a lo que Dios dice, ¿no es cierto? Y ser obedientes a lo que Dios dice es tener acción para que esa fe se vea. Entonces, teniendo en cuenta todo esto y todos estos argumentos que estoy hablando, cuando llegan las situaciones a nuestra casa, la fe que nosotros mostramos y que somos hijos de Dios de verdad, y creemos en esa fe, se va a demostrar en nuestras acciones para con nuestro cónyuge. Es la única manera en que nosotros podemos decir que tenemos fe. Mientras que usted no establezca esa fe en su casa y que usted diga que tiene fe, mi hermano, su fe está muy pobre. Porque la fe necesita de acción.
Por ejemplo, leamos un versículo primero que yo quiero leer. Hebreos 11:1. Leamos Hebreos 11:1. "Es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Oiga pues: la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Nosotros leemos ese versículo y siempre decimos: "Sí, la fe, la certeza, lo que se espera, la convicción de lo que no se ve", sí, pero ¿usted lo aplica? Por ejemplo, cuando ustedes salen... por ejemplo, mi hijo, mi hijo está trabajando ahorita en un lugar donde él tiene que coger su ruta de bus porque no tiene carro, pero tiene que levantarse tempranito a coger su ruta de bus para trabajar, para que sepa lo que es trabajar y que tiene que luchar.
Listo, dele, papá, usted es hombre, hágalo. Levántese a tal hora porque si tiene que llegar a las 9, tiene que levantarse a las 5 para coger el bus a las 6 y llegar allá hasta las 9 porque son dos rutas de buses. Tiene que hacerlo. Y así es. Ahora, él se levanta temprano y llega a la estación del bus, al paradero de bus, a esa hora, y él tiene la certeza de que llega el bus porque los horarios se comprometen. La convicción de que le va a llegar el bus porque tiene que llegar temprano al trabajo. ¿Ahí, en sí, estaríamos aplicando una fe, no es cierto? Yo confío en que los horarios que dicen acá ahora por el internet y por todas las herramientas que hay en la tecnología, que ya te dicen a qué horas llega, qué color, todo... Entonces ahí tengo la certeza de que va a llegar y la convicción de que me va a recoger y voy a llegar temprano al trabajo.
¿Y si no llega ese bus, qué pasó con esa fe? ¿Qué pasó con esa convicción? Se me cayó todo, ¿no es cierto? Con Dios, ¿ustedes qué piensan que es la fe si no llega el punto? Entonces, ¿te vas a decepcionar? ¿Te vas a rabiar si tienes que ir? No, no deberías. La fe, a veces, es también como con Dios.
…La fe, a veces, es también como con Dios. No va a llegar a un sitio y va a estar en el medio. Uno tiene que pensar: "Oh, esto pasó porque tal vez había un accidente o cualquier otra cosa". Uno tiene que ser una persona que siempre tiene fe en que va a llegar a este sitio, a esta hora, y si no pude porque se me pinchó una goma o se me quedó algo, o tal vez Dios mismo lo permitió porque quizá iba a pasar algo.
Exacto. Uno tiene que estar siempre calmado y decir: "Tal vez eso pasó por algo". Pero eso se da realmente en el matrimonio, cuando llega una situación en la que necesitaban hacer algo y el esposo no cumplió con lo que tenía que hacer, o la esposa no llegó al punto donde el esposo tenía que llegar. Llegamos a ese punto de decir: "Por algo no lo hizo, algo fue lo que pasó". Pero olvídese: cuando el esposo o la esposa no cumplen con eso, la fe…
Por ejemplo, una esposa que tiene un esposo alcohólico, que está orando por él todo el tiempo, y no lo ve cambiado. No lo ve cambiado. Ya va a llegar el punto en el que esa mujer, de tanta cosa, diga: "Pero es que la fe es algo que debemos estar pendientes". La oración hace su función, sí, pero la acción también la hace. ¿Qué sacamos con orar por un esposo, por ejemplo, mientras que ella llega al esposo y empieza a criticarlo y a decirle cantidad de cosas? "Demonio tienes en el cuerpo, eso es lo que nos tiene maldecidos en esta casa, apártate de mí, Satanás". Y supuestamente es una mujer que tiene el Espíritu Santo y que tiene más conocimiento que esa persona que está alcoholizada.
Entonces, no nos vayamos a extremos. Digamos que no hay alcoholismo, digamos que es un matrimonio, así como los que nos vemos acá, todos lindos, todos normales, cucos, todos hermosos. Resulta y pasa que de pronto sucedió algo… sabes que es un hábito que no te gusta a ti de tu esposo o de tu esposa. Algo que no te gusta y que no ha cambiado. Y que le pides, le pides todo el tiempo, has orado de todo, pero siempre le estás criticando ese hábito. Una de las cosas que nosotros vivimos con Sandra fue el olvido de las cosas de ella por su temperamento sanguíneo. Ella, por estar pendiente de todo, el sanguíneo anda pendiente de toda la cosa aquí y allá, y a ella se le olvidaban cosas muy importantes que teníamos que hacer. Y a mí eso me desesperaba. Era el problema. Ese punto para mí era crítico.
Pero yo empecé a creerle a Dios en muchas cosas, pero no creía que Dios estaba haciendo eso en ella porque no veía el cambio en ella. Ella me decía: "Perdóname, mi amor, perdóname". Pero yo pensaba: "¿Para qué me pides perdón si mañana vuelves a hacer lo mismo?" Ahí ya estamos negando la fe. Ya estamos negando la fe. De por sí, yo decía: "Esa fe…".
Hasta que el día en que ella me dijo: "Mi amor, yo no voy a poder cambiar, pero el único que me va a poder cambiar es el Señor Jesús. Te pido que me ayudes". ¡Punto! Eso fue el cambio total. ¿Por qué? Porque nosotros debemos entender que hay situaciones en nuestro hogar que van a pasar, como la espera del bus que no llega en el punto en el que usted quiere. No va a llegar. Porque, a mi hijo, le dio rabia el día que no llegó el bus y llegó tarde al trabajo. Y fijo, el jefe le dijo: "Llegó tarde". Así le dijo: "Llegó tarde". Entonces, él explicó lo que pasó: "Fue que el bus llegó tarde". La fe, como que se fue ahí, se perdió, porque el mundo no nos da la fe que tenemos aquí.
¿Cierto? La fe sobrepasa muchas cosas, mis hermanos. Sobrepasa genios, sobrepasa problemas, sobrepasa situaciones. Pero esa fe tiene que llevar una acción, una acción de misericordia, una acción de templanza, de tener esa paciencia. Por eso dice: "El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo soporta". Porque esa fe va más allá. Entonces, uno tiene que dar espacio a que Dios obre en la persona. No en todos va a obrar igual. En mí va a cambiar cosas que de pronto a ella no le gustan, pero las va a cambiar de una manera muy diferente. Porque Dios sabe cómo debe tratar conmigo. Conmigo debe tratar de una manera que, a veces, hasta me tiene que arrastrar. Y eso era antes. Gracias a Dios, ahora ya casi no me arrastra, porque apenas me dice: "Tal cosa". "Sí, Señor". Porque yo ya sé cómo es la cosa.
Donde yo me le ponga: "No, venga para acá". Dios sabe con qué genios, con qué orgullos, con qué egoísmos va a tratar. Entonces, dejemos que Dios sea el que haga la obra, porque la fe es la certeza de lo que se espera. Yo voy a esperar que Dios ponga esa habilidad en Sandra de no olvidarse de esas cosas. ¿Sí, Señor?
Pero también pusiste la acción. ¡Claro! Y la acción era que cuando yo le dije: "Me tienes que ayudar", es donde a él se le hizo el clic y dijo: "Es verdad, te voy a recordar un mensajito de texto". Y ya le ponía el texto y no esperaba: "Voy a esperar a ver si Sandra lo puso". Porque entonces ya era como esperar a ver en qué falla para yo caerle, ¿me entiendes? Como que estábamos en ese plan: "Le voy a decir en la mañana y voy a esperar en la noche a ver si lo hizo".
Exacto. Entonces, ahí estaba picando la fe. Pero la fe humana, ¿no? Es decir: "A ver si lo hizo". Y si falla, ¡ok! Ahí le voy a caer.
Pero cuando él… Yo le pedí y le dije: "Yo, ni en mi fuerza, voy a poder. Siempre tengo que fallar. Mi temperamento tiende a eso, a que se me olviden ciertas cosas por todas las cosas que hay que hacer". Entonces, cuando yo le dije: "Pero tú me tienes que ayudar". Entonces, él dijo: "Ok, ah, bueno". Entonces, hubo una acción. Él empezaba a recordarme. Y cuando me recordaba, yo decía: "Sí, ya lo hice. Ya lo hice. Gracias por recordarme". Otras veces decía: "¡Ay no! No lo he hecho. Gracias por recordarme". Entonces, ¿qué fue? Acción.
Entonces, ¿qué fue? Acción. Porque si no hubiera esa acción, entonces hubieran seguido los mismos problemas. Él seguiría hasta perdiendo su fe. Y esa acción, ¿qué generó? Que ahora ella, todas las cosas importantes, no se le olviden. Ya no tengo que estar tampoco... es más, ella ahora me recuerda de cosas. ¡Es algo increíble! Pero a veces, los errores que tiene el esposo o la esposa después a uno se le van en contra porque después esa persona superó el error que tenía.
Entonces, si nosotros vemos una debilidad en uno al otro, en vez de ponerle el pie encima, lo que tenemos que hacer es: "¿Qué tengo que hacer para ayudarte y poder mejorar en esta situación?" En eso es que nosotros tenemos que empezar a tomar acción, porque la palabra misma dice que la fe sin obras está muerta.
Es como cuando se empieza a sembrar. No sé si muchos de acá conocen cuando se hace un sembrado de papa o de maíz. Cuando se ara la tierra, se echa el maicito, se echa la semillita, se le echa la agüita... se está pendiente. Uno, cuando está en el campo, uno ara, siembra, convencido de que eso va a salir, la mata, y que va a dar el maíz. Uno no se va a poner a decir: "¿Será que sí sale? ¿Será que si lo sembramos sale maíz?" No, uno ya sabe que echando la siembra y eso... y uno tiene la convicción de que va a llover, de que va a tener los nutrientes exactos para salir adelante. Y eso es la creación. Y usted ve que esa mata crece y se llena de maíz y de papa. Esa es una convicción. Y esa es la certeza de que la fe que usted tenía en esa siembra le va a generar el resultado de la cosecha.
Entonces, nosotros debemos aplicar esa fe en nuestro matrimonio, mis hermanos, con acción. Con acción. Vamos a tener problemas. Y yo creo que la mayoría de aquí de los que estamos acá, hay situaciones que a veces nos sacan la reacción feita por ahí escondida, que a veces nos sacan el mal geniecito, que nos sacan como la reacción feita, la puertica tiradita... van a haber esas cosas. Pero la fe, ¿de qué se trata? De precisamente empezar a tomar acción.
Una de las cosas que mencionó la hermana Tamara: la obediencia. Obediencia. El perdón, como tú dijiste, fue acción, y se complementa con la obediencia. Esa es una de las primeras partes. La primera acción, ¿cuál es de la fe? La obediencia. Si tú obedeces las cosas de Dios, entonces deberías obedecer uno de los principales mandamientos que nos dejó, ¿no es cierto? Vamos a leer Santiago 2:14.
“¿Hermanos míos, de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” O sea que la fe sin obras es muerta. Y no es que digamos... porque también hay que tener en cuenta esto: no son las obras de caridad, no son las obras de que usted se va a darle comidita a los que están allá. No, esa es una obra, pero no por esas obras es que usted va a ser salvo. No. Eso es lo que dice el Señor: “Dad de comer al hambriento, vestid al que está desnudo”. Esas son cosas que ya Dios establece y usted no está haciendo más de lo que Dios dijo. Esas son cosas que ya tenemos que saber que nosotros, como cristianos, las debemos hacer.
No, estamos hablando de que la fe sin obras, en el sentido de la fe, es llevar esas obras a nuestra casa, a nuestro hogar, a nuestro matrimonio. Esa obra es la que hace que nosotros sacrifiquemos nuestro pensar y entreguemos... y pensemos primero en nuestro esposo o en nuestra esposa. Esa acción es la obediencia.
Entonces, vamos a leer Juan 13:34: "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado. Que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". Amén.
Si ustedes se aman los unos a los otros, entonces verdaderamente somos, ¿qué? Discípulos, ¿no es cierto? Si tú no amas a tu prójimo, que es tu esposo o tu esposa, lo más cercano, tú no estás amando a Dios. Porque dice el Señor que el primero y más grande mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas, ¿no es cierto? Y dice que el segundo es uno semejante a ese. O sea que semejante quiere decir que si no haces ese segundo es como si no estuvieras haciendo el primero. Y dice: "Ámense los unos a los otros. Ama a tu prójimo como a ti mismo".
Tú tienes que amar a tu esposa como si estuvieras amando a Dios. Tú tienes que amar a tu esposo como si estuvieras amando a Dios. Y no quiere decir que vas a amar más a tu esposo que a Dios. No. Ni tampoco que vas a amar más a tu esposa que a Dios. No. Dios está por encima. Pero ese amor tiene que compararse al igual que cuando tú amas a Dios.
Amén. Una pregunta: ¿cuándo ustedes oran por alguna situación que está pasando en la casa, ustedes dicen: "Señor, cambia a mi esposo en esto. ¿Cambia a mi esposo en esto”? ¿Ustedes creen que esa oración va a cumplirse sin acción de ustedes en su casa? ¿Va a surgir así? ¿O se necesita acción para que se cumpla? O sea, uno hace la petición, pero ¿qué acción vamos a tener nosotros para que esa petición se cumpla? Porque si nosotros no actuamos y no accionamos en nuestra casa para que eso se cumpla, nunca se va a cumplir. No se va a hacer. Nunca se va a restaurar el matrimonio. Está bien que nosotros hagamos la petición, pero también debemos tener acción.
Yo creo que es que Dios le dice a uno: "Pues, uno va a quejarse de la pareja, ¿sí? Le pide al Señor que arregle las cosas, pero uno mismo tiene cosas que arreglar". Entonces ya uno queda como: "¿Por qué el Señor me está diciendo esto? ¿Qué me falta a mí?". Es así, está bien.
Yo leí una vez algo que decía que, en el caso de la pareja mortal, si tu esposo deja la toalla encima de la cama, ¿a quién le molesta? A las mujeres, claro, porque la cama se moja. ¿Cuánto tiempo llevas diciéndole: "Mi amor, la toalla, la toalla ya..."? Pero pasan días, semanas, meses, incluso años. ¿Eso ya no? Exacto. Acción. Y a veces la pareja, exacto, a veces la pareja se enfrasca en esos problemas que son cotidianos y se forma un problema que no te deja en paz. No vives la fe, no estás viviendo la fe.
Entonces, si ustedes quieren, mis hermanas, que cambiemos, acción. Ayuden. Y verán que, mire, una de las cosas que yo pienso… Y todo depende también de la actitud con la que hagas esa acción. Porque si tú la vas a hacer de una manera hostigante todos los días, no vas a lograr que esa persona lo haga de buena manera, lo va a hacer de mala manera y no va a salir del corazón. Pero si nosotros vamos con la actitud que el Señor quiere, porque si amamos a nuestro cónyuge, se lo vamos a decir de la mejor manera.
Yo no sé qué pasa, pero cuando le vamos a decir algo a una persona que no está en nuestra casa, se lo decimos con las mejores palabras. Pero cuando estamos en casa, no sé qué pasa en nosotros, que actuamos de una manera áspera. No decimos las cosas con amor, las decimos con "tres piedras en la mano", como decimos en Colombia. No sé si en los demás países dicen lo mismo. Pero no actuamos de la manera que Cristo lo haría. Entonces, es muy importante decirlo con la actitud correcta para poder tener resultados positivos y milagrosos.
Amén, amén. Ahí vamos a ver el milagro.
Leamos Mateo 22:37: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento". Oiga, y ¿qué más sigue? "Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Es semejante.
O sea, mi hermano, ¿tú amas a Dios? Claro que sí. Si estamos acá es porque amamos las cosas de Dios. Pero si no amas a tu esposa o a tu esposo o al prójimo tuyo, es como si no estuvieras amando a Dios. Porque Dios te lo puso a tu lado, Dios te lo dio a ti. Dios puso a esa persona para ti. Tú tienes que amar a tus familiares. Tú amas a tu mamá, amas a tu hermano. ¿No es cierto que sí? Sí lo amo. Amamos a nuestras familias. Amamos a las personas que están a nuestro alrededor. Y ese amor es el que significa que entonces amamos a Dios. Por eso Dios lo pone como el segundo y semejante. Es como si me amaras. Y Él mismo también dice: "Si no amáis a los que veis, ¿cómo vas a poder amar al que no ves?"
Por eso es que la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Entonces, ¿cómo se presenta la manifestación de fe en el matrimonio de un esposo? ¿Cuál es la manifestación de fe de un esposo? Acuérdense lo que les dije: la fe fue establecida por Dios. La creación fue en la fe que se constituyó. No hay otra fe porque en el mundo nos han metido el cuento de que hay fe en muchas cosas. No. No hay fe en otras cosas. Fe es en Dios. La fe es de Dios. Y que quede muy claro, mi hermano, la fe es de Dios. No hay fe en el hermano tal, no. Sonríe, usted está desenfocado en las cosas. Está poniendo fe en cosas que no debe poner fe. Fe es en Dios. Amén.
Entonces, la manifestación de la fe de un esposo en el matrimonio, ¿cómo se empieza a dar? De acuerdo con la obediencia a la palabra de Dios. ¿Cómo la podemos establecer nosotros como hombres? Primero, siendo el sacerdote del hogar. Eso fue lo que Dios dijo, que el hombre era ¿qué? El sacerdote del hogar. La hermana Tamara dijo: "Obediencia a la palabra". Estamos obedeciendo que el hombre es el sacerdote del hogar. Eso es lo que yo debo establecer como varón. Mi fe está convencida de que Dios me dio el sacerdocio a mí para mi hogar. ¿Esa es mi fe? ¿Cuál es la demostración de mi fe? Mi acción. Yo tengo que accionar que soy un sacerdote para mi hogar. ¿Sí o no? Así. Esa es la acción.
Ahora, con acciones que restauren a su esposa. Mi hermano, nosotros como varones somos los nutridores emocionales del hogar. La mujer, por el manejo de sus emociones, necesita un nutridor emocional. ¿Por qué tantas parejas buscan psicólogos? ¿Por qué buscan la ayuda de la ciencia? Porque no han llegado al punto que Dios dijo que el varón tiene que ser ese respaldo hacia la mujer emocional.
La mujer maneja muchas emociones que el hombre no maneja. La mujer se puede lamentar todo un día porque el hijo se fue sin sándwich para la escuela. "¡Terrible! Mi hijo está sin sándwich en la escuela, no va a comer". Sí, así es. Ella se frustra. Empieza a pensar de todo. No sabe qué hacer hasta que coge el carro, en medio del recreo, y ahí le deja su sándwich al niño. ¿Por qué? Porque así es.
El varón no es así. El varón piensa: "¡Que resuelva!". Uno como hombre va a decir: "Hombre, se fue sin sándwich, pero bueno, vea, resuelve. Ya mañana no se le va a olvidar". ¿Por qué? Porque para nosotros es diferente. Pero para la mujer emocionalmente la afecta, los hijos, la situación de la casa, un problema con la mamá, con el papá. Todo en la mujer es una situación.
Por eso es por lo que nosotros, los varones, tenemos que cumplir con esa fase tan importante: ser nutridores emocionales de ellas. Si usted la ve en esa situación, no le va a decir: "Ay, deje ese muchacho, déjelo así". No. Usted tiene que decir: "Tranquila, mi amor, vamos a resolver. No se preocupe, de pronto él tiene un amiguito que le va a prestar algo, no importa".
Uno tiene que manejar esa situación con más calma. Pero lo importante, mis hermanos, es que empecemos a establecer esa fe de verdad en nuestras casas. Entonces, el varón tiene que ser ese nutridor emocional de la mujer, con actitud perdonadora.
El varón tiene que perdonar. Estoy hablando de los varones porque nosotros tenemos que ser el ejemplo. Para que la mujer sea esa instruida también por el varón. Nosotros tenemos que empezar a perdonar cosas que de pronto ella hace por su forma de ser, por su temperamento, lo que sea. Perdonar. Perdonar.
Con actitud perdonadora. Con detalles. Mis hermanos, ¡sea detallista! Con oración. Ore por su esposa. ¿Están orando por las mañanas, en unidad? ¿Las parejitas? ¿No uno en el baño y otro en la cocina? No. Los dos. ¿Están orando por las mañanas, en la noche? Mis hermanos, es importante que nosotros, como pareja, oremos.
Lo que más recomendamos en los seminarios es: oren ustedes dos. ¿Por qué? Porque los dos se van a complementar en la oración. Son oraciones poderosas porque se van a cubrir, se van a dar hasta el perdón en una oración. Y va a venir el crecimiento de fruto del Espíritu Santo. Amén.
Si nosotros lo hacemos por separado, va a ser más demorado. En cambio, si lo hacemos entre los dos, nosotros nos vamos a cubrir. Vamos a escuchar la debilidad que tiene el cónyuge, la que tiene la esposa. Vamos a estar velando porque en esa oración ella va a revelar cosas que de pronto tú ni tuviste tiempo para escuchar cuando llegaste porque estabas cansado.
Muchas veces en esas oraciones uno saca situaciones emocionales o conocidas en las que el esposo va a ser el nutridor. Él va a escuchar, y él va a tomar acción. A veces las personas dicen: "Pero es que para mí es muy difícil lograr que oremos juntos, yo tengo mi manera de orar, pero yo no aguanto estar ahí con ella escuchándola". No. Solamente concéntrate en la oración, escucha con claridad lo que está hablando ella. Y así mismo, los dos van a estar diciéndole al Señor: "Amén". Porque el Señor dice que donde hay dos, si tan solo dos se pusieren de acuerdo en cualquier cosa que pidieren sobre la tierra, yo les concederé lo que me pidan.
Entonces, si hay falencias en el matrimonio: "Señor, ayúdanos con este orgullo, con este egoísmo, con esta soberbia. Ayúdanos, Señor, a perdonarnos". Porque uno sabe cuáles son las debilidades que uno tiene. Pero si cada uno pide por su lado: "Ay, Señor, cámbialo, cámbialo… o llévatelo". Entonces, nunca vamos a ver resultados, porque tú no estás poniendo tampoco en acción lo que estás pidiendo.
Eso no quiere decir que, porque ustedes dos vayan a orar juntos, usted no tenga su relación personal con Dios. Claro que sí. La salvación es individual. Pero el matrimonio es un poder juntos. Es un solo poder porque el Señor dijo que era una sola carne. Se convertían en una sola carne y un solo espíritu. Así es que eso es un poder que tenemos: la oración en el matrimonio es un poder.
Entonces, varones, levántense más temprano y sean los que inicien la oración. "Venga, mi amor, vamos a orar. Vamos a orar, yo quiero orar por ti, quiero imponer manos sobre ti". Y esa imposición de manos es poderosa, ¿ah? Dígame si no. Entonces, esa oración va a hacer efectos en la pareja. Va a hacer efectos muy buenos, muy sanos.
Otra parte: con palabras edificantes para su esposa. No nos digamos palabras humillantes, palabras que hagan sentir menos al otro. No. Edifiquémonos. Que cada palabra… esa es una oración que deberíamos pedir: que cada palabra que salga de nuestra boca sea de edificación para mi esposa, que sea de edificación para mi esposo. Que cada palabra que le diga, ella vea que yo de verdad la amo con ese sentido de verla cada día mejor, cada día más arriba.
Yo tengo que darle palabras de afirmación a ella, al igual que ella a mí. El varón se mueve mucho por las palabras de afirmación. Es una de las necesidades más grandes. Usted le dice a un varón una palabra de afirmación, ese varón, ese día, mejor dicho, hace de todo por usted. Afírmelo. Póngalo en el lugar que Dios lo puso. Y verá que ese varón le va a hacer lo que usted necesita mejor.
Estamos hablando de que es la manifestación de la fe, que por la obediencia a la palabra vamos a poner en acción. Amén.
El varón debe manifestar esa fe en su hogar con acciones que edifiquen. Y no solo eso, también con su tiempo de oración, con el perdón y el respeto. Pero quiero hablar ahora de la esposa. ¿Cómo la esposa manifiesta su fe en el hogar? Primero, siendo la ayuda idónea, no la ayuda errónea. Dios constituyó a la mujer como una ayuda idónea.
¿Qué es ser una ayuda idónea? Mi hermana, usted debe entender que, cuando su esposo comete un error, usted no está ahí para juzgarlo, no está ahí para señalarlo y decir: "Yo te lo dije". No. Usted está ahí para levantarlo, para ser el apoyo que Dios puso a su lado. Usted es la ayuda idónea para eso, para cuando los varones caemos en esa lógica o en esa necedad de no aceptar algo, usted está ahí, no para destruir, sino para edificar.
Por ejemplo, si él tomó una mala decisión o cometió un error, no le diga: "Te lo advertí, esto fue culpa tuya". Mejor diga: "Mi amor, tranquilo, vamos a salir adelante. Esto fue una lección, ya aprendimos de esto, sigamos adelante". Esa es la ayuda idónea. Muy diferente a lo que el mundo dice: "¿Ese tipo siempre con problemas? Déjelo, búsquese otro". Esos son los consejos del mundo. No debe ser así.
Segundo, con acciones que restauren a su esposo. Muchas veces, mis hermanas, el esposo puede estar quebrantado, desanimado, herido en su corazón. Y aunque no lo expresen, porque los varones tendemos a guardar nuestras emociones, eso no significa que no las tengamos. Los hombres también tienen sentimientos, también tienen heridas. Pero, por orgullo o por miedo, no lo dicen.
Es ahí donde la esposa debe entrar en acción, con amor, con restauración. Si ve a su esposo molesto, enojado o distante, no lo deje ahí. Pregúntele: "Mi amor, ¿qué pasa? ¿Hice algo que te molestó? ¿Qué puedo hacer para que estemos bien?". No deje que el orgullo se interponga entre ustedes. Una esposa sabia restaura a su esposo con amor, no con críticas ni con rechazo.
Tercero, con una actitud perdonadora. Mis hermanas, el perdón es clave en el matrimonio. Es inevitable que en una relación tan cercana haya momentos de conflicto, pero no podemos dejar que esos conflictos se conviertan en resentimientos que destruyan la relación. Perdonar es una manifestación de fe.
Por ejemplo, si su esposo olvidó algo importante o tuvo una reacción que a usted no le gustó, perdónelo. No guarde rencor. Porque si usted guarda rencor, lo único que va a suceder es que ese rencor se acumule y forme un muro entre ustedes. Y ese muro no solo afecta el matrimonio, también afecta su relación con Dios.
La palabra dice: "No se ponga el sol sobre vuestro enojo". Antes de acostarse, resuelvan cualquier conflicto. Si fue usted quien se equivocó, acérquese y diga: "Perdóname, mi amor". No necesita dar explicaciones largas ni justificarse. A veces, con un simple "Perdóname" basta para restaurar la relación.
Cuarto, con respeto hacia el varón. Mis hermanas, el respeto es fundamental en el matrimonio. Dios diseñó al hombre con una necesidad muy fuerte de ser respetado. Si una esposa no respeta a su esposo, él lo siente profundamente, y eso afecta su confianza y su liderazgo en el hogar. Por eso, siempre hable con respeto, incluso en los momentos de desacuerdo. Corrija con amor, no con humillación.
Quinto, con oración. Al igual que el varón debe orar por su esposa, la mujer debe orar por su esposo. No solo hay que pedir que Dios lo cambie, sino también que Dios la cambie a usted para ser una mejor ayuda idónea. La oración en pareja es poderosa, pero la oración individual también es importante. No deje de interceder por su hogar, por sus hijos y por su esposo.
Finalmente, con palabras edificantes. Así como el varón necesita afirmar a su esposa, la mujer también debe afirmar a su esposo. Dígale cosas como: "Estoy orgullosa de ti, gracias por todo lo que haces por nuestra familia". Esas palabras tienen un impacto enorme en el corazón del varón. Lo motivan, lo inspiran y lo fortalecen para seguir adelante.
Mis hermanos, la fe sin obras está muerta. Y esa fe se demuestra primero en nuestro hogar, con nuestro cónyuge y con nuestros hijos. Si queremos que nuestra fe sea viva y eficaz, debemos ponerla en acción en cada área de nuestra vida, empezando por nuestra familia.
Otra parte importante que quiero mencionar es la fe como padres. Nosotros, como padres, tenemos una responsabilidad muy grande, y la fe en nuestro hogar también se manifiesta a través de la crianza de nuestros hijos. La palabra de Dios dice: "Corrige a tu hijo". Pero, mis hermanos, en esta época, ¿quién está corrigiendo? Nadie. Estamos dejando que los hijos hagan lo que quieran, y pensamos que lo que ellos hacen es lindo, es gracioso. Pero estamos creando una generación que, el día de mañana, va a estar muy alejada de Dios.
Hoy los traemos a la iglesia porque nosotros los traemos, pero cuando ellos crezcan y puedan tomar sus propias decisiones, si no hemos corregido lo que debimos corregir en su momento, van a tomar caminos equivocados. El mundo está ejerciendo una influencia tremenda sobre esta generación, y la iglesia no está influyendo en el mundo como debería. Al contrario, el mundo está influyendo en la iglesia.
Por eso, mis hermanos, es importante corregir a nuestros hijos ahora, mientras todavía están bajo nuestra autoridad. No permitamos que la altivez, la soberbia, el egoísmo y el orgullo crezcan en sus corazones. Lo que hoy nos parece "chistoso", mañana puede convertirse en lágrimas para nosotros.
Y les digo esto por experiencia. Muchas de las cosas que vivimos ahora con nuestros hijos son consecuencias de errores que cometimos en el pasado. No lo digo para criticar a nadie, sino para advertirles de lo que puede pasar si no corregimos a tiempo. A veces, como padres, queremos evitar el conflicto y decimos: "No, mejor no le digo nada, ya él sabrá qué hacer". Pero eso no es lo que Dios nos manda. Dios nos manda a enseñar, corregir, disciplinar y amar.
La disciplina tiene que ser con amor, sí, pero tiene que ser firme. Y no se arrepienta de corregir a sus hijos. No haga el error de que el padre corrige y la madre dice: "Ay no, pobrecito, ya no más". No. Tienen que estar en la misma sintonía. Si el padre dio una instrucción, la madre tiene que respaldarla. Porque si no, los hijos se confunden y terminan desobedeciendo a ambos.
También es importante que los abuelos, tíos o familiares no interfieran en la disciplina que los padres están dando. Si usted corrige a su hijo y luego viene el abuelo y le dice: "Ay, pobrecito, venga, venga, yo le doy lo que le quitaron", eso debilita la autoridad de los padres y envía un mensaje equivocado al niño. Si hay algo que no les pareció de la corrección, hablen en privado entre adultos, pero nunca frente a los niños.
Mis hermanos, hasta los cinco años se puede quebrantar la voluntad de un ser humano. ¿Qué significa quebrantar la voluntad? Que el niño aprenda a obedecer, que entienda que no puede hacer siempre lo que quiere. Si dejamos que los niños hagan lo que quieran desde pequeños, cuando crezcan, será mucho más difícil enseñarles disciplina y respeto.
Como padres, también debemos ser ejemplos. No podemos pedirles a nuestros hijos que hagan algo que nosotros no estamos haciendo. Si queremos que ellos amen a Dios, nosotros tenemos que mostrarles cómo se ama a Dios. Si queremos que ellos sean respetuosos, nosotros tenemos que ser respetuosos con ellos y con los demás. La enseñanza empieza por nosotros.
Y no solo es darles disciplina, también es darles amor. Nuestros hijos necesitan sentirse amados, valorados, afirmados. Necesitan escuchar de nosotros: "Estoy orgulloso de ti, eres especial, Dios tiene grandes planes para tu vida". A veces pensamos que ellos ya lo saben, pero necesitan escucharlo.
Mis hermanos, la fe también se aplica en nuestra crianza. Si queremos que nuestros hijos crezcan en el temor de Dios, tenemos que accionar nuestra fe. No basta con traerlos a la iglesia, tenemos que enseñarles la palabra en casa, vivirla delante de ellos, corregirlos cuando sea necesario y amarlos siempre.
Finalmente, quiero decirles algo: nosotros somos la última generación que vivió el respeto hacia los mayores, que pidió permiso a sus padres para hacer algo, que agradeció a quienes le ayudaron. Esa generación se está acabando. ¿Y quiénes somos los responsables? Nosotros.
Si no tomamos acción ahora, si no enseñamos a nuestros hijos lo que significa la verdadera fe y el verdadero amor a Dios, ¿qué les espera a las generaciones que vienen detrás de nosotros? Pero si empezamos hoy, si decidimos obedecer a Dios y actuar conforme a su palabra, podemos marcar una diferencia, no solo en nuestras familias, sino en toda la sociedad.
Mis hermanos, apliquemos la fe con acción. En nuestro matrimonio, con nuestros hijos, en nuestra casa. La fe sin obras está muerta, pero la fe con acción transforma vidas.
Amén.
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