“AGARRATE DE LA ESPERANZA” Pastor Ryan Crossley

1 month ago
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11/17/2024 9:00AM
RESUMEN
TEMA
La importancia de la esperanza en la vida cristiana
La prédica resalta que, aunque la fe y el amor son esenciales en la vida cristiana, la esperanza es igualmente importante porque nos ayuda a permanecer firmes en medio de la incertidumbre, el sufrimiento y la espera. La esperanza no solo llena espacios, sino que es el ancla que conecta nuestra situación presente con las promesas futuras de Dios.

VERSICULOS USADOS
1 Corintios 13:11-13:
“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.”
Comentario: Este pasaje destaca que tres virtudes permanecen: fe, esperanza y amor. Aunque el amor es el mayor, la esperanza es igualmente eterna y necesaria, no solo como un puente hacia el futuro, sino como una fuerza vital que nos mantiene en movimiento cuando la fe se debilita.

Hebreos 11:1:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Comentario: Se menciona para enfatizar que la fe está arraigada en el presente, mientras que la esperanza se enfoca en el futuro. Ambas están relacionadas, pero tienen funciones distintas.

Hebreos 11:6:
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Comentario: Este versículo refuerza que la fe es fundamental para agradar a Dios. Sin embargo, el pastor señala que hay momentos donde nuestra fe es atacada o parece insuficiente, y es la esperanza la que nos sostiene.

Jeremías 29:11:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Comentario: Dios promete un futuro lleno de esperanza, y este versículo subraya que la esperanza es la anticipación de las promesas de Dios, incluso cuando enfrentamos sufrimiento.

Rut 1:12:
“Volvéos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos...”
Comentario: Este es el primer lugar donde aparece la palabra "esperanza" en la Biblia. Noemí usa la palabra tikvá, que significa "cuerda". La esperanza es descrita como un ancla o cuerda que nos conecta al propósito de Dios.

Isaías 40:31:
“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
Comentario: Este versículo resalta que la espera en Dios no es pasiva, sino activa. La esperanza nos renueva, nos fortalece y nos impulsa a avanzar.

IDEAS PRINCIPALES
La fe, el amor y la esperanza son virtudes eternas.
La esperanza es tan importante como la fe y el amor, pero muchas veces se ignora o se subestima en la vida cristiana. El pastor enfatizó que la esperanza tiene un propósito único y eterno.

La esperanza conecta nuestro presente con el futuro.
Mientras la fe actúa en el momento presente, la esperanza mira hacia el cumplimiento de las promesas de Dios. Es una fuerza que nos mantiene firmes y enfocados.

La esperanza no acepta la derrota.
A diferencia de la fe, que puede tambalearse bajo presión, la esperanza nos impulsa a seguir creyendo, incluso cuando todo parece perdido.

IDEAS SECUNDARIAS
La fe puede ser atacada, pero la esperanza permanece.
El pastor señaló que el enemigo a menudo ataca nuestra fe cuando las cosas no suceden como esperamos. Sin embargo, la esperanza nos permite aguantar y perseverar.

La esperanza está anclada en la naturaleza de Dios.
La palabra hebrea tikvá significa "cuerda". La esperanza es como una soga que nos conecta con la fidelidad y las promesas de Dios.

La esperanza es para el largo plazo.
La fe puede ser inmediata, pero la esperanza es para aquellas batallas largas donde las respuestas no llegan rápidamente.

APLICACIÓN Y PRACTICA EN LA VIDA CRISTIANA
Agarra la soga de la esperanza.
En medio de las circunstancias más difíciles, no te rindas. Mantén tu confianza en que Dios tiene un propósito para tu vida.

Ora y actúa con esperanza.
Aunque la fe puede flaquear, sigue orando, intentando y creyendo. La esperanza te mantendrá avanzando.

Recuerda que Dios tiene planes para ti.
Confía en que las promesas de Dios se cumplirán, incluso si no las ves todavía.

Encuentra fortaleza en la comunidad.
Como los mineros chilenos, busca apoyo en otros creyentes y mantén tu moral alta a través de la oración y la unidad.

NOTAS
Historia de los mineros en Chile:
El pastor utilizó esta poderosa ilustración para mostrar cómo la esperanza puede mantener a las personas unidas y enfocadas en el rescate, incluso en las situaciones más desesperadas.

Testimonio personal:
Compartió su lucha para tener hijos como un ejemplo de cómo la esperanza le sostuvo cuando la fe parecía agotarse. Esta experiencia personal fue usada para conectar emocionalmente con la audiencia.

CONCLUSION
La esperanza es una virtud fundamental que nos conecta con el futuro y las promesas de Dios. A diferencia de la fe, que actúa en el presente, la esperanza nos permite sostenernos durante largos periodos de espera. Es una cuerda espiritual que nos ancla en la fidelidad de Dios y nos impulsa a no aceptar la derrota, incluso cuando todo parece perdido.

REFLEXION
La prédica nos recuerda que, aunque podemos sentirnos débiles o derrotados, la esperanza permanece. Es un recordatorio de que Dios no solo actúa en nuestro presente, sino que también tiene planes para nuestro futuro. En los momentos más oscuros, debemos aferrarnos a la soga de la esperanza, sabiendo que Dios nunca nos dejará ni nos desamparará.

TRANSCRIPCION
Amén. Vamos a mirar 1 Corintios capítulo 13, y esto no sé si voy a predicar muy largo, porque solamente necesito presentarles una idea. A 1 Corintios 13 y vamos a mirar el versículo 11. Dice: Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. Amén. Quiero hablar un poquito de esta cualidad escondida, la esperanza. De la esperanza. De la vida. De la esperanza. De la vida. De la esperanza. De la vida. De la esperanza. De la esperanza. De la esperanza. De la vida. De la esperanza de la vida. Queremos juntos en el nombre de Jesús.
Señor Jesús, te voy a agradecer y te doy gracias. Siento tu espíritu aquí. Sé que quieres abrazar esta iglesia. Hay situaciones, pero sé que Tú, Dios, puedes hacer algo grande en cada uno de nosotros. Digo que tu mano se mueva otra vez, que tu espíritu nos toque otra vez. En el nombre de Jesús. Amén. Amén. Puedo tomar su lugar, en el nombre de Jesús.
Estaba pensando en este versículo. Porque hay dos palabras muy fuertes, poderosas en este versículo: la palabra fe. Es una palabra que nos motiva. Nos motiva. Nos gusta. Se habla mucho de la fe. En sí sabemos que aún hay un capítulo entero dedicado a la fe. Hebreos 11 habla de grandes hombres y mujeres de fe. Y hasta el final nos da una lista de personas no nombradas, llenas de fe. La Biblia nos dice que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. También nos dice en Hebreos 11:6 que sin fe es imposible agradar a Dios. Jesucristo mismo siempre desafiaba la fe de los discípulos y de las personas que lo seguían. Algunas veces les decía que eran hombres de poca fe. Otras veces, cuando hubo tremendos milagros, les decía a las personas: Tu fe te ha salvado. Nosotros, en sí, enfocamos mucho en el concepto de la fe. Para los pentecostales, para los cristianos, la fe es gran cosa. La fe es el primer paso de salvación. En sí, Santiago nos dice que podemos decir que tenemos fe, pero si no hay obras, nuestra fe es muerta. La Biblia, desde muy temprano, habla de la fe y es un tema magno entre nosotros como pentecostales.
Y cuando hablaríamos del amor, hasta podemos decir que Dios es amor. Tenemos un capítulo entero dedicado al amor. Cuando le preguntaron a Jesús cuál era el primer y gran mandamiento, Él dijo que tenían que amar a Dios y que tenían que amar a su prójimo. Amor es un tema absolutamente crítico y principal en la Biblia. El amor es completamente crítico en nuestra Biblia. Sin amor, no podemos ser salvos. Sin amor, no podemos ser salvos. Hasta es el fundamento de todo el fruto del Espíritu. El amor es la fundación de todo el fruto del Espíritu. Antes de todos los otros ocho aspectos, primero viene el amor. Y se va construyendo uno sobre el otro. El amor de Dios hacia nosotros. El amor de Dios fue tan grande, dice Juan 3:16, que mandó a su Hijo unigénito. Que envió el amor de Dios. Manifestarse en carne. El amor motivó a Dios a manifestarse en el Calvario y a derramar su sangre por ti y por mí. Y agradezco a Dios por el amor de Dios. Amén. Sin el amor de Dios, no tendríamos ninguna esperanza en la vida. Sin el amor de Dios, no tendríamos ni esperanza en la vida. Amén.
Estaba mirando este capítulo y me di cuenta de que la mayoría, o capaz que todas las veces en mi vida, mi enfoque ha sido sobre la fe o el amor. Mi enfoque ha sido en la fe o el amor. Es como si la esperanza está ahí para llenar espacios. Es como si la esperanza está ahí para llenar espacios. Y yo me puse a pensar ayer, cuán grande será esta cosa llamada esperanza. Que cuando Dios dijo que permanecen tres cosas, y dos de esas tres cosas son cosas tan grandes como fe y amor, me puse a pensar, realmente, en la magnitud de esta palabra llamada esperanza.
Me estaba pensando en algo que ocurrió en el año 2010. Algunos se acordarán de esta historia. Atrapó la atención de todo el mundo. El 5 de agosto del 2010, en un desierto en Chile, una mina de cobre y oro en un lugar llamado San José colapsó. Esa mina dejó atrapados a 33 mineros, 2,300 pies bajo tierra por 69 días. Una piedra masiva, que calculan que pesaba como 700,000 toneladas, bloqueó el acceso principal a los túneles. Los 33 mineros estaban completamente aislados de poder volver a la superficie. Para añadir a la situación catastrófica, las condiciones de trabajo no eran muy buenas, y no había un plan de rescate inmediato.
Era una situación que parecía sin esperanza. Para que usted entienda en qué tipo de lugares estaban atrapados estos 33 mineros: ellos estaban confinados a 540 pies cuadrados. Algunos de ustedes que hacen construcción pueden imaginarse 33 hombres por 69 días en un espacio de 540 pies cuadrados. Tenían provisiones limitadas solo para dos o tres días. Incluían unas latas de atún, unos panes, un poquito de leche, un poco de agua de los tanques industriales, pero esta agua era más para enfriar las máquinas, entonces no era muy potable. Las temperaturas llegaban a 95 grados con alta humedad. La oscuridad llenaba la mina. Solo tenían sus lámparas como luz, nada más.
Inicialmente, el pánico y la desesperación entraron en estos hombres. Muchos temieron que iban a morir bajo tierra. Otros pensaron que iban a morir de hambre por falta de un rescate. Pero había un líder entre ellos, el foremán llamado Luis Urzúa. Él se dio cuenta de que la sobrevivencia de ellos dependía de la unidad y la organización. Ahí, bajo tierra, comenzó a adoptar estrategias para extender sus días y mantener una moral un poco más alta. Dividieron los pocos alimentos en porciones pequeñas. En sí, a cada minero le daban solo una cucharada de atún y un poquito de leche por día. Urzúa los animó a trabajar como equipo y tener disciplina. Inventó tareas para mantenerlos ocupados.
Dicen que muchos de estos mineros dependieron de lo que era su fe y su esperanza. Hubo sesiones de oración diariamente lideradas por un minero llamado Mario. Se comenzaron a llamar “Los 33” y prometieron permanecer juntos. De repente, los esfuerzos de rescate comenzaron. El gobierno chileno y compañías mineras lanzaron un esfuerzo masivo. Primero trataron de penetrar la tierra, pero la profundidad y la inestabilidad lo hizo muy difícil.
La tensión fue alrededor de todo el mundo. A medida que la noticia se expandía, los familiares de los mineros decidieron levantar un campamento al lado de la mina. Lo llamaron Campamento Esperanza. En el día número 17, finalmente pudieron abrir un agujero hacia donde estaban los mineros y pudieron hablar con ellos. Ellos dijeron: “Estamos bien en el refugio, los 33.” Comenzaron a poder suplir a estos mineros por esa abertura que habían hecho: unas gelatinas de alta proteína, un agua que podían beber, medicina, luz, y maneras de comunicación. Ahora ya comenzaban a hablar con sus seres queridos. A 2,300 pies bajo tierra podían hablar por un video chat. Esto levantó la moral de la gente. Psicólogos trabajaban continuamente para tratar de proveer ayuda para la salud mental de los mineros.
Ingenieros desarrollaron un plan para sacar a los mineros con una cápsula específicamente diseñada, donde podían meter a un minero a la vez. Tres diferentes equipos trabajaron por muchas horas hasta que pudieron abrir el agujero. La apertura era de 28 pulgadas de ancho, lo suficiente para una cápsula. Los desafíos eran que la mina todavía estaba muy inestable y siempre había un riesgo de que colapsara otra vez. Pero en los días de octubre 12 y 13 del 2010, después de 69 días bajo tierra, los mineros fueron traídos a la superficie en esta operación dramática de rescate. Cada viaje de un minero, desde 2,300 pies a la superficie, tomaba de 15 a 20 minutos. Subieron primero a los más saludables para asegurar que la cápsula iba a estar bien. Después, los que tenían heridas o condiciones médicas. Cada minero que salía traía gozo, gritos y llantos a la familia.
¿Qué está diciendo, pastor? Estoy diciendo que, imagínese, déjeme decirle algo: en una situación así, yo no sé si uno necesita tanta fe. Ni tampoco creo que alguien necesita tanto amor. Creo que hay veces en la vida que lo que necesitas, más que fe y más que amor, es esperanza. La esperanza es diferente que la fe. La esperanza es diferente que el amor. Amén.
Si estaba mirando esto desde un punto de vista rabínico, en el pensar hebreo, ellos dicen que la fe, o la emuná como ellos la llaman, es una confianza que permanece. Es una confianza que permanece. Tiene de la raíz de apoyar o ser firme. Significa que nuestra fe está arraigada en la naturaleza de nuestro Dios que no cambia. Que nuestra fe no depende de circunstancias o situaciones. Que la fe involucra vivir en alineamiento con la voluntad de Dios y confiar en Él por el momento presente. La fe es relacional, enfatizando en que Dios es fiel. La Biblia dice que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
Pero los rabinos dicen que la esperanza, el tikvá, es la anticipación de un bien que viene en el futuro. La palabra esperanza viene de la raíz que significa esperar. Representa una mirada anticipatoria, mirando que Dios va a cumplir sus promesas en medio de la incertidumbre, en medio del sufrimiento, en medio de la circunstancia, en medio de la tragedia. La esperanza mira al futuro con confianza, esperando que Dios va a actuar de acuerdo con sus promesas. Mientras la fe está anclada en el presente, la esperanza espera en lo que viene. La esperanza involucra el esperar, algunas veces con lucha o anticipo, pero está arraigada en la confianza de que Dios es fiel.
En Jeremías 29:11 dice: “Yo sé los planes que tengo para ti”, los rabinos dicen: “Son planes que te darán esperanza y un futuro.” El rabino explica que la palabra tikvá significa una cuerda que conecta el presente con el futuro. Ahora, yo quiero decirle a alguien hoy: algunas veces lo que usted necesita no es fe. Algunas veces lo que usted necesita no es amor. Algunas veces lo que usted necesita es esperanza. Y lo lindo de la esperanza es que la esperanza permanece tan eterna como la fe y el amor. Yo le vengo a decir: algunas veces no tengo mucha fe, pero sí tengo esperanza. Algunas veces no tengo mucha fe, pero sí tengo esperanza.
Nosotros pensamos que, si las cosas no pasan, es nuestra culpa. Yo he luchado con esto toda mi vida porque leo lo que la Biblia dice de la fe. Trato de obedecerlo, sentirlo, aplicarlo, y no veo los resultados que veo en la Biblia. Oro por gente y no se sanan. ¿Le pasa a alguien más o soy yo el único? Obedezco porque mi fe está arraigada en la naturaleza inmutable de Dios. Por eso necesitas fe para ser salvo, porque la fe no depende de circunstancias o situaciones. La fe es la convicción. En inglés, usa la palabra "evidencia". Es un término de corte, como cuando un abogado presenta pruebas para comprobar un hecho. La Biblia nos deja saber que la fe es la evidencia. Sin fe es imposible agradar a Dios. La Biblia dice que el que se acerca a Dios debe creer que le hay.
Entonces, yo he luchado mucho algunas veces. Y en toda sinceridad creo que Dios me está dando a entender algo en estos días. Porque a nosotros se nos hace muy difícil distinguir entre estas palabras: fe y esperanza. Son demasiado similares. Parece que las dos tienen que ver con algo que deseamos: que algo se arregle, que algo se haga, que haya un milagro económico, que Dios restaure algo, que Dios sane algo. Jesucristo constantemente hablaba a las personas de su fe. Sabemos que tenemos fe, porque a cada uno se le ha dado una medida de fe. Nosotros aún nacemos con una medida de fe dada por Dios. Esto nos empuja a buscar a Dios, a creer en Él. Hay algo innato en nosotros que busca de Dios. Amén. Y eso es la fe.
Pero la esperanza es diferente. Nos castigamos pensando: “Debe ser que no oré lo suficientemente fuerte. No encontré las palabras mágicas.” Sabemos que la Biblia dice que todo lo que pidamos en su nombre será hecho. Y usamos el nombre de Jesús como si fuera una varita mágica que de alguna manera nos va a ayudar. Y después no pasa nada. Yo he luchado con eso. He tenido momentos en los que sé que tuve fe. Momentos en los que sé que tuve fe y todavía Dios no hizo lo que yo le estaba pidiendo. ¿Alguien más ha tenido eso? ¿Dónde usted sabe que tuvo fe?
Nosotros luchamos con eso porque cuando no pasa lo que queremos que pase, el diablo ataca nuestra fe. Ataca nuestro fundamento. Ataca nuestra creencia. Algunos se apartan de Dios porque creyeron en Dios por algo, tuvieron fe por algo, y no se dio. Entonces el diablo les ataca, diciendo: “¿Ves? Dios es un mentiroso. Todo esto es de hombres. Esto es pura casualidad. Para algunos pasa y para otros no.” Nos hace sentir que nuestra fe no funciona, que estamos fallando en algo. El diablo ataca nuestra fe.
Pero la fe, hermanos, es diferente. Amén. Realmente, la fe está arraigada en quién Dios es. Entonces, yo entiendo algo por mi fe: si Dios hace o no hace, Él todavía es Dios. Él es soberano. Si Él provee por mí o no provee por mí, amén, Él sigue siendo Dios. Como los tres hebreos en el horno que le dijeron a Nabucodonosor: “Nuestro Dios es capaz de salvarnos, pero si no nos salva, aun así no nos inclinaremos.” Si nos quiere salvar o no nos quiere salvar, amén, vamos a estar bien. Como Pablo decía: “Si vivimos, vivimos para Dios, y si morimos, morimos para Dios.” Mi fe está arraigada en quién Dios es. Entonces, yo puedo pasar por muchas cosas y sobrevivirlas porque tengo fe. Mi fe no se sacude. Porque un día la trompeta va a sonar y los que han muerto en Cristo resucitarán primero. Y después, los que hemos quedado seremos levantados para unirnos con ellos en las nubes. Y viviremos siempre con el Señor.
Sea que Dios me bendiga o no me bendiga. Sea que Dios haga o no haga. Yo tengo fe. Pero le voy a confesar algo: algunas veces yo no necesito fe; necesito esperanza. Porque la esperanza dice: “Yo no acepto que no haya una solución. Yo no acepto que esto termina así.”
La fe me mantiene en el presente, pero la esperanza, hermano Pablo... ¿sabe cuál es el primer lugar en la Biblia donde se menciona la palabra esperanza? Es en el libro de Rut. La fe la encontrará en Génesis, el amor también lo encontrará en Génesis. Pero la esperanza espera hasta la historia de una mujer llamada Noemí. Ella estaba en una tierra llamada Moab y tenía dos hijos. Cuando huyó de Belén porque no había comida, lo más probable es que Sansón era el juez en ese tiempo. Así que imagínese un gobierno bajo Sansón. Ella huye de Belén, va a Moab, y vive tragedia tras tragedia. Sus hijos se casan con dos mujeres, Orfa y Rut. Y cuando sus hijos mueren, ella les dice a sus nueras: “Yo les recomiendo que vuelvan a sus casas.”
Interesantemente, las dos, al principio, dicen: “Nos vamos a quedar contigo.” Y la primera vez que se usa la palabra esperanza, Noemí dice esto: “Si yo tuviera la esperanza de poder tener otro esposo y tener otro hijo, ¿podrían ustedes esperar todos los años necesarios para que ellos crezcan, sin casarse hasta ese momento?” Ese es el lugar donde Noemí usa la palabra esperanza. Y yo no sabía esto, pero la palabra que Noemí usa es la palabra tikvá, que significa una cuerda o una soga.
Ahora, en inglés tenemos un dicho. Cuando alguien ya no da más, cuando está exhausto, estresado, sin dinero, emocionalmente devastado, decimos: “Estoy al final de mi soga.” No sé si hay un dicho similar en español, pero en inglés, cuando uno está desesperado, dice: “Estoy al final de mi cuerda.” Es como una figura de que te estás ahorcando, de que hay un nudito en el final de la cuerda y te estás agarrando de ese nudito. Todo el mundo te está mirando y diciendo: “Suelta la cuerda. ¿Para qué sigues?” Ya perdiste todo. Tus hijos nunca más van a volver. Tu matrimonio nunca más se va a restaurar. Nunca más vas a estar sano. Nunca más vas a estar tranquilo. Siempre vas a vivir con los errores de tu pasado. ¿Para qué sigues colgando de esa soga?
Amén. Esa es la figura que usó Noemí. La palabra esperanza en la Biblia, literalmente, es una persona agarrada de la cuerda. Una persona agarrada de la soga, diciendo: “Yo no acepto que esto sea el fin.”
Son 33 mineros, 2,300 pies bajo tierra, en un espacio de 540 pies cuadrados. No tiene sentido. Todos deberían haber dicho: “Aquí nos vamos a morir. ¿Para qué racionar la comida? ¿Para qué tener un plan? ¿Para qué tener una disciplina?” Ya habían pasado 17 días. No habían tenido contacto ninguno con la humanidad. Ya se les había acabado el agua. ¿Para qué? ¿Por qué? Pero la esperanza es diferente de la fe. Porque la esperanza no acepta la derrota. La esperanza dice: “Yo sé que en el futuro Dios va a hacer algo por mí. Yo voy a aguantar aquí. Yo voy a agarrarme de esta soga. Yo no me doy por vencido. Yo tengo esperanza.”
Siento bajo la unción del Espíritu Santo que hay personas aquí. Usted no necesita fe. Usted no necesita amor. Usted necesita agarrarse de una soga, hermano. Usted tiene que agarrarse de una soga y decir: “Yo no me suelto. Yo no me suelto.” Es como Rahab, que colgó la cuerda por la ventana. Es la misma palabra. Es la misma palabra. La palabra cuerda que usaron cuando Rahab puso esa soga por la ventana es la palabra que significa esperanza.
¡Alguien tiene que agarrarse de una cuerda! ¡Alguien tiene que levantar sus manos y agarrarse de una soga y decir: “Yo no acepto la derrota! Yo no acepto el final.”! Yo sé que Dios va a hacer algo. ¡Alguien venga aquí a la iglesia! Yo siento que hay muchos. Levanten sus manos. Agárrense de la cuerda. Yo no tengo fe, pero tengo esperanza.
La Biblia dice que no somos como este mundo, los que no tienen esperanza. Nosotros tenemos esperanza. Hay personas aquí que han estado luchando. Ha querido soltar la soga. Ha querido decir: “¿Para qué? Dios es Dios. Él es soberano. Si da o no da, si hace o no hace, yo voy a tener fe.” Pero hoy usted necesita esperanza. Hay un futuro. Hay un futuro milagro. Hay una futura bendición. Levante su voz. Siento el Espíritu Santo. Señor, llénanos de esperanza. Llénanos de esperanza, Señor. Yo no me voy a dar por vencido. Yo me voy a agarrar de la soga, Señor. Yo no voy a soltar la cuerda. Yo espero. Yo no sé cuándo. Yo no sé cómo. Pero yo espero. Tengo esperanza. Y la esperanza permanece como la fe y el amor permanecen.
Señor, yo espero en ti. La Biblia dice: “Los que esperan en Jehová serán como las águilas.” Los que esperan en Jehová. Esperaré. Esperaré. Tú estás conmigo, Santo. No hay montaña alta. No hay problema que Dios no pueda resolver. Veré tu poder. Con su amor me abrazas. Esperaré. Esperaré. Tú guías mis pasos. Mis pasos guiarás. Esperaré. Esperaré.
Quiero que usted comience a orar con alguien a su lado. Ore con alguien a su lado. Algunas veces nos falta la fe, pero que no nos falte la esperanza. Llénanos de esperanza. Llena a mi hermano de esperanza. Yo estoy aquí, Señor, todavía porque tengo esperanza. Aleluya. Mi fe me sostiene en muchas cosas, pero tengo esperanza. Por eso sigo orando. Por eso sigo pidiendo. Por eso sigo insistiendo, Señor. Por eso intercedo, Señor. Necesito tener esperanza. Agarrarme de esa cuerda y no soltarla, Señor Jesús. Aleluya.
Hay esperanza. Hay esperanza para un joven. Hay esperanza para una mamá. Hay esperanza. Hay esperanza. Aleluya. Tal como permanece la fe y tal como permanece el amor, también permanece la esperanza. Permanece la esperanza. Yo sé que has vivido tragedias. Yo sé que has vivido dificultades. Yo sé que hay cosas a las cuales no tienes respuestas. Pero Dios, lléname de esperanza.
Mi esposa y yo tuvimos a Andrew, y queríamos esperar como dos años para tener otro bebé. Pero cuando comenzamos a tratar de tener otro bebé, nos dimos cuenta de que algo no estaba bien. Creo que era más frustrante porque habíamos tenido un hijo. Entonces, de repente no poder tener otro hijo era confuso. Como pastor, comenzando una iglesia, estábamos dándolo todo, todo para abrir una obra. Yo no buscaba casa, riqueza, auto, nada. Yo simplemente le decía al Señor: “No sé qué pasa, pero danos un milagro.”
Pasaron tres años. Cuatro años. Y uno predica fe. Pero me doy cuenta de algo: la fe es por el momento. La esperanza va por años. Nosotros tenemos un culto como este y decimos: “Vamos a orar una oración de fe.” ¿Qué estamos orando? Por algo inmediato. La esperanza es diferente. La esperanza es para esas cosas por las que tantos de ustedes están viviendo: “¿Cuándo esto se va a arreglar? ¿Cuándo esto se va a lograr? ¿Cuándo va a pasar lo que necesito?”
Finalmente fuimos a los médicos y nos dieron las noticias. Le dijeron a mi esposa que ella nunca jamás iba a tener hijos. Que sus tubos estaban 100% bloqueados y que, sin alguna intervención médica o cirugía, ella no iba a poder tener ningún hijo más. Nos fuimos a casa, llorando, como lo habíamos hecho por muchos años. En ese momento decidimos que ya no tenía sentido seguir pagando un seguro médico de maternidad. Decidimos, ¿sabe qué? Vamos a cancelar ese seguro y dar hasta el último dólar que teníamos en una ofrenda misionera. Pusimos todo en las manos de Dios.
Estoy contando la historia de manera muy resumida, pero si ustedes supieran lo que era ese tiempo. Mes tras mes, por cinco años. Muchos de los que estuvieron ahí saben lo difícil que fue. Pero quiero contarles algo sobre la esperanza. En ese momento ya no había fe, porque habían pasado cinco años. Tu fe ya recibió tantos golpes que está ahí tirada en el piso, moreteada, porque oraste mil veces y nada pasó. Pero la esperanza todavía estaba viva.
El día que íbamos a cancelar el seguro, mi esposa viene y me dice: “Hoy voy a cancelar el seguro, pero me voy a hacer un examen más.” Eso no es fe. Eso es esperanza. Porque han pasado cinco años y todavía estás creyendo. Amén. Aleluya. Y ustedes ya conocen el final. Dios hizo el milagro. Ella salió embarazada. Amén. Y ahora tenemos cuatro hijos hermosos.
Algunas veces tu fe está por el piso, pero tu esperanza está parada. Y dice: “Voy a orar una vez más. Voy a probar una vez más. Voy a intentar una vez más.” ¿Por qué no levanta sus manos? Vamos a orar una vez más. Señor, en el nombre de Jesucristo, por cada uno que está esperando una respuesta, por cada uno que necesita un milagro. Capaz que su fe está golpeada, pero su esperanza sigue de pie. Señor, yo todavía creo. Mi fe está golpeada, pero mi esperanza está viva. Estoy colgado de la cuerda, y todavía creo que en algún momento Tú lo vas a hacer. En algún momento lo voy a ver con mis propios ojos. Yo sé que lo harás. Estoy convencido de que lo harás.
Gracias, Señor.

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