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“COMIENZA CON YO” Pastor Ryan Crossley
11/14/2024
“COMIENZA CON YO”
RESUMEN
TEMA
El liderazgo espiritual en el hogar.
El tema principal de esta prédica se centra en la responsabilidad de cada creyente, especialmente de los líderes del hogar, para tomar decisiones firmes en servir al Señor junto con sus familias. A través del ejemplo de Josué, quien declaró con convicción "Yo y mi casa serviremos a Jehová", el pastor Ryan Crossley enfatizó que cada miembro de la familia tiene un papel crucial en construir un hogar donde Dios sea el centro. Este mensaje desafía a los oyentes a evaluar el ambiente espiritual de sus casas y a asumir un liderazgo activo para transformar sus familias en lugares donde reine la presencia de Dios.
VERSICULOS USADOS
Josué 24:14-15
"Ahora, pues, temed a Jehová y servidle con integridad y en verdad…
Comentario: Este pasaje destaca la decisión personal y familiar de servir al Señor. Josué enfrenta al pueblo con una elección clara, rechazando las excusas del pasado y afirmando que cada uno debe decidir quién gobernará su vida. Su declaración resalta el liderazgo espiritual como una responsabilidad individual y familiar.
Efesios 6:4
"Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos…
Comentario: Este versículo refuerza la responsabilidad de los padres como líderes espirituales de sus hijos, guiándolos con amor y enseñándoles los caminos del Señor sin causar resentimientos.
Gálatas 5:22-23
"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley."
Comentario: Este pasaje describe las actitudes que deben prevalecer en un hogar cristiano, contrastando con los ambientes de pleitos y estrés que a menudo dominan. Es un llamado a reflejar el carácter de Cristo en la vida familiar.
IDEAS PRINCIPALES
El liderazgo comienza con uno mismo.
El pastor enfatizó que cada individuo debe asumir la responsabilidad de su propia actitud y decisiones antes de esperar cambios en los demás. Josué dijo "Yo y mi casa", reconociendo que el liderazgo personal es el primer paso hacia un hogar transformado.
El hogar es el primer santuario.
La familia debe ser el lugar donde comienza la adoración, la oración y la enseñanza espiritual. No basta con ser activos en la iglesia; el hogar debe ser un espacio donde la presencia de Dios se manifieste.
Decidir hoy quién gobernará tu vida.
Cada familia enfrenta la elección de seguir los caminos de Dios o conformarse con las influencias del mundo. La decisión debe ser intencional y tomada con valentía, como lo hizo Josué.
IDEAS SECUNDARIAS
El impacto del liderazgo del padre en el hogar.
Las estadísticas muestran que cuando un hombre decide servir a Dios, la familia lo sigue en un alto porcentaje. Esto subraya la importancia del liderazgo masculino en la espiritualidad del hogar.
La necesidad de romper ciclos negativos.
Muchas familias viven en ciclos de pleitos y falta de respeto. Alguien debe decidir romper ese ciclo mostrando amor y respeto, aun cuando no sea correspondido inmediatamente.
El poder del testimonio en la familia.
Los hijos observan y aprenden de sus padres. Un testimonio genuino en el hogar tiene un impacto duradero en las próximas generaciones.
APLICACIÓN Y PRACTICA EN LA VIDA CRISTIANA
Evaluar el ambiente espiritual del hogar.
Identificar si hay actitudes, prácticas o influencias que están alejando a la familia de Dios y tomar medidas para cambiarlas.
Establecer tiempos de oración y devocionales familiares.
Crear un hábito de buscar a Dios juntos como familia, enseñando a los hijos la importancia de depender de Él.
Modelar el fruto del Espíritu en las relaciones familiares.
Practicar amor, paciencia y mansedumbre en el trato diario con los miembros del hogar.
Asumir roles de liderazgo espiritual.
Los padres deben liderar en la oración, el estudio de la Biblia y la asistencia a la iglesia, inspirando a sus hijos a seguir su ejemplo.
NOTAS
El ego es el mayor enemigo del hogar.
El pastor señaló que muchas veces el orgullo impide resolver conflictos, ya que ninguno quiere ceder.
La importancia del compromiso.
Josué no dejó la decisión al azar. Hizo un compromiso claro y público, un ejemplo que debemos seguir en nuestras familias.
El poder de recordar las obras de Dios.
Recordar lo que Dios ha hecho en nuestras vidas fortalece la fe y nos motiva a seguir adelante, aun en medio de dificultades.
CONCLUSION
La prédica concluye con un llamado a la acción. El pastor desafió a cada familia a reflexionar sobre su condición actual y a decidir hoy a quién servirán. La decisión de servir al Señor debe ser firme y basada en un compromiso personal. No se trata solo de asistir a la iglesia, sino de hacer de la familia un verdadero santuario para Dios.
REFLEXION
"Dios está buscando familias que se levanten en estos tiempos difíciles. No importa tu pasado ni las fallas que hayas cometido. Hoy puedes decidir cambiar el rumbo de tu hogar. Cuando cada miembro de la familia asume su responsabilidad y busca a Dios, Él puede transformar lo imposible en posible. Decide hoy con convicción: 'Yo y mi casa serviremos a Jehová.'”
TRANSCRIPCION
Josué 24:14-15 dice así: "Ahora, pues, temed a Jehová y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escoged hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová."
No voy a tomar mucho tiempo aquí en esto, pero cuando leo eso lo veo de cierta manera: Dios nos está amonestando a que no podemos seguir excusándonos en el presente por los errores de nuestros padres en el pasado. ¿Cuántos me están escuchando? Puede que yo vaya a hablarle a la familia en esta noche. Puede que su crianza no le dio el ejemplo cristiano. Puede ser que usted vivió experiencias que no esperó vivir, cosas que no fueron su culpa, cosas que sí fueron su culpa. Pero el punto aquí de la Palabra es que tenemos que cruzar el río. Amén. Y tenemos que ahora entender que no podemos echarle la culpa del presente al pasado. Nosotros tenemos el poder de cambiar nuestra situación. Nosotros tenemos el poder de tomar nuestras propias decisiones. Nosotros tenemos el poder de cambiar el rumbo de nuestra familia. ¿Cuánto puede decir amén? Entonces, no importa cómo nuestros padres, ahora, si hicieron bien, dele gracias a Dios. Pero si hicieron mal, no podemos nosotros seguir esos caminos.
Versículo 15, Josué dice: "Y si mal os parece servir a Jehová, escoged hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová." Yo y mi casa serviremos a Jehová. Quiero que tome su dedo índice, apunte a su pecho y repita conmigo: "Comienza con yo." Otra vez: "Comienza con yo." Amén. Puede tomar su lugar en el nombre de Jesús, dándole un fuerte aplauso al Rey de Reyes y Señor de Señores.
Esposos fuertes forman matrimonios fuertes. Matrimonios fuertes forman familias fuertes. Familias fuertes forman iglesias fuertes. Nosotros estamos viviendo en un tiempo donde las familias, o el estado de la familia en el mundo, está en caos. Está bajo un ataque increíble la institución de la familia. Todo lo que Satanás puede hacer contra la familia, lo está haciendo. Yo no sé si usted lo capta o no, pero Satanás, aún en su sutileza, está tratando de eliminar la procreación o la propagación de la raza humana. Todo el movimiento homosexual, todo el movimiento transgénero, convenciendo a niños pequeños de mutilar sus cuerpos y nunca jamás poder volver a su estado biológico original. Todo eso tiene un fin en sí.
Yo no soy... bueno, sí soy un poco conspirador en lo que creo en conspiraciones. Pero una de las cosas que está saliendo mucho ahora, no sé si usted le está prestando atención o no, pero yo les dije de antemano cuando estaba en mis programas de la radio. Uno de los efectos de la vacuna del COVID que están viendo es que ha causado mucha esterilidad. Y las personas que están detrás de eso son gente que quiere eliminar población. Yo no estoy diciendo algo que no es conocido abiertamente. Personas como Bill Gates han estado en entrevistas que han dado públicamente. Yo no estoy inventando algo que ellos no han dicho. Bill Gates es uno que propone que la población se tiene que reducir, que hay demasiados seres humanos en planeta Tierra. Entonces hay que... y el COVID atacó específicamente a los viejos y a los pequeños, los dos más débiles de los extremos, tratando de reducir. Amén.
Solamente un ejemplo para mostrarle cómo el enemigo está atacando la institución de la familia, la razón por la existencia de la familia. Entonces, hoy en día, estamos viviendo no solamente en el mundo, sino también en la iglesia. Porque muchas veces lo que se ve en el mundo en una manera grande, se ve en la iglesia en una manera más pequeña, pero se ven los efectos.
Yo me acuerdo años atrás. Fue algo realmente que me tomó varias semanas entender. No me acuerdo exactamente cuál año fue. Yo sí sé que fue en la presidencia de Obama, pero en la presidencia de Obama, la Corte Suprema legalizó el matrimonio homosexual en los Estados Unidos. Lo legalizó. No me di cuenta en el momento, pero, siguiendo, hermano Becerra, por los meses que siguieron esa decisión, comenzamos a tener caos en los matrimonios en la iglesia. Peleas, pleitos, conflictos, cosas como que de la nada surgieron. Y yo me estaba rascando la cabeza diciendo: "Señor, ¿por qué ahora es tan intenso todo esto? ¿Por qué se ha levantado tanto esto?" Y me di cuenta de algo: La Biblia nos habla, nos dice que nuestra lucha no es contra carne y sangre. Nuestra lucha es contra potestades. Hay poderes, hay potestades, hay espíritus, amén, que dominan en diferentes regiones.
Cuando la corte más alta de un país decide algo que es totalmente contrario a la institución familiar en la Biblia, lo que eso hace es que suelta todo ese tipo de espíritu para atacar los hogares de una manera más intensa. Porque aun los que reinaban en este gobierno ahora estaban abriendo la puerta a esos pensamientos y esas cosas. Me tomó tiempo entenderlo, pero eso es lo que pasa. Usted tiene que entender que cuando en el mundo pasan cosas, hay espíritus que están sueltos y están libres para operar. ¿Sabe que no todo espíritu está libre para operar de la misma manera en todo lugar? Hay lugares donde espíritus son atados por la oración del pueblo, porque el pueblo ha conquistado ciertas cosas y hay un dominio espiritual que ha destruido los efectos de ese espíritu.
Pero hay otros lugares donde usted va, y es evidente que hay espíritus que se mueven muy libremente en ese lugar. A mí me ha pasado. Me ocurrió esta semana pasada. Yo viajé a Laughlin, Nevada, para hacer un retiro de matrimonios para el pastor Mario Segura. Tuve que aterrizar en el aeropuerto de Las Vegas. Yo he hecho escala en el aeropuerto de Las Vegas tres veces en mi vida, y las tres veces el ambiente espiritual ha sido el mismo. Cada vez que entro en ese lugar, tengo un dolor de cabeza, estoy como un poco mareado, no me siento bien, me siento enfermo. ¿Por qué? Porque hay un espíritu que domina. Hasta le dicen a Las Vegas Sin City, o la ciudad del pecado.
Cuando una ciudad es conocida, aún por su apodo, como la ciudad del pecado, usted tiene que entender que hay espíritus que se mueven muy libremente en esa ciudad, que no se mueven de la misma manera en otros lugares. ¿Cuántos han ido, por ejemplo, a un lugar rural, a un pueblito, y usted entra en ese pueblito y hay una paz, hay una tranquilidad, no hay un estrés, no hay un sentido de asco, no hay un sentido de oscuridad? ¿Cuántos saben lo que estoy diciendo? Porque hay ciertos espíritus que no se pueden mover ahí porque hay dominio. Déjeme decirle algo, iglesia La Roca. Nosotros mejor que nos pongamos las pilas porque estamos en Miami, Florida. Y los espíritus que están aquí son fuertes, quieren afectar esta ciudad, quieren afectar las almas, quieren afectar las familias. Pero mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo. Si la iglesia La Roca se pone a orar, si las familias se ponen a buscar de Dios, si nosotros somos la oposición, entonces podemos ganar dominio en el espíritu sobre estas cosas. ¿Cuántos pueden decir amén?
Estamos viviendo en un tiempo donde las familias están en caos. No tienen fuerza ni dirección. Las antiguas parejas, imagínese a los que tuvieron que despedir a sus esposos para ir a la Segunda Guerra Mundial y saber que esos esposos estaban en esas batallas. Algunos estuvieron cuatro años o más, y que un matrimonio sobreviva eso. Que ella no tenga otro mientras tanto, que no haya otros hijos por accidente, o que él no se casó con una vietnamita o una chinita por allá. No, había algo. Imagínese esas parejas que supieron manejar asuntos difíciles. Pero hoy en día no hay fuerza para sobrevivir los mínimos ataques. Las cosas más pequeñas que tenemos que luchar en un hogar como que no hay fuerza para superarlas. No hay solidez, no hay seguridad, no hay esperanza, y muchos matrimonios están a punto de separación o divorcio.
Me gustaría decirle que estoy hablando solo del mundo, pero no. La realidad es que la familia cristiana también está sufriendo y está siendo afectada igualmente. Y la pregunta que les quiero hacer en esta noche es: ¿Queremos seguir así? ¿Quién quiere seguir así? Podemos tomar decisiones. Esto es lo que me gusta de la declaración de Josué. Él está diciendo: "Mire, la decisión es tuya. La decisión es mía. Si ustedes quieren seguir en el mismo patrón de sus padres que adoraban ídolos y todas las consecuencias que vinieron con eso cuando salieron de Egipto y estaban al otro lado del río, entonces síganlos. O si van a seguir a los ídolos ahora de los amorreos donde vivimos nosotros, amén, bien puedan. Pero yo les voy a declarar una cosa: Yo no voy a vivir en eso. No voy a ser contaminado por esas cosas. Yo puedo tomar una decisión hoy que va a cambiar drásticamente el rumbo de mi familia."
Es tiempo aquí en La Roca que hombres y mujeres se pongan de pie y griten con Josué: "Yo y mi casa serviremos a Jehová." Nosotros vamos a trabajar sobre este hogar. No vamos a estar como estamos ahorita. No vamos a dejar que este mundo nos afecte. No vamos a tomar decisiones en nuestra carne. Yo y mi casa serviremos a Jehová.
¿Qué significa para usted esas palabras de Josué? ¿Cómo podemos hacer los cambios necesarios para que nuestra casa sea una casa de poder y victoria? Déjeme hacer esta pregunta: ¿cuál es la condición de tu casa en este momento? Y si lo piensa por un segundo, la otra pregunta sería: ¿mi casa agrada a Dios, sí o no? ¿Mi casa sirve a Dios, sí o no? Porque comienza con el yo. Me gusta que Josué lo dijo así: yo. Él reconoció su rol como líder, el sacerdote, la cabeza de su hogar. Yo y mi casa serviremos a Jehová.
La Biblia nos deja saber que estas palabras de Josué vienen de una persona que ya ha vivido sus años, porque dice el detalle: "siendo ya viejo y avanzado en años". Este es un Josué que está reflexionando sobre su vida. Y él decide, como un buen anciano, dar un consejo, dar una dirección. Es que simplemente, hermanos, lo viví esta semana pasada y me frustré. Lo más frustrante es cuando estás tratando de aconsejarle a alguien algo que le puede ayudar en la vida y no te escucha.
Yo estaba tratando de aconsejar a una persona, y totalmente ignoraban la dirección que yo estaba dando. Hablaban de otra cosa. Y yo le tenía que decir a la persona: "No estamos hablando de eso. Eso es un desvío. Tienes que enfocar en lo que es realmente el problema, y este es el problema." Y seguía por lo otro. Hasta que al final le dije a la persona: "Temo que no te puedo ayudar porque no me quieres escuchar." Entonces Josué, ya siendo viejo, está reflexionando y decide dar consejos, amonestaciones, y más que todo, una declaración poderosa que debe resonar en nuestros oídos hoy.
Mi deseo, hermanos, es que al fin de esta noche usted pueda repetir las palabras de Josué: "Yo y mi casa... Pastor, yo y mi casa serviremos a Jehová." Y que lo diga con convicción, y que lo diga con intensidad. No es que estamos bien, no es que todo está al cien por ciento. No estoy diciendo: "Pastor, que todo lo entiendo, todo lo sé." Pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Vamos a trabajar sobre esto.
Si mi casa va a servir a Jehová, primero tiene que comenzar en mí, en el yo. Muchos quieren que sus hogares sean un hogar cristiano. Muchos evalúan el ambiente de su hogar y no les gusta cómo están viviendo. Qué chistoso, ¿no? Piénselo por un segundito. No te gusta el ambiente de tu hogar y tú eres el papá. ¿Qué broma del enemigo? ¿No te gusta el ambiente de tu hogar? ¿No te gusta lo que están haciendo tus hijos? Y ustedes son mamá y papá.
Muchos evalúan el ambiente de su hogar y no les gusta cómo están viviendo. Ahora, yo le voy a decir algo: aún por experiencia propia, uno llega a ocuparse en cosas y, algunas veces, ignora lo que más vale. Evalúa su hogar, evalúa su matrimonio, evalúa su familia y dice: "Realmente no queremos, yo no quiero que vivamos así. Yo quiero otras cosas en nuestro hogar. Yo quiero otro tipo de orden, yo quiero otro tipo de tiempo de calidad, yo quiero otro tipo de comunicación y relación con mis hijos y con mi esposa."
Pero le voy a decir algo: lo más ridículo es que los únicos que pueden cambiar el ambiente son los que son la cabeza de esa casa. La culpa la tenemos nosotros y nadie más. No le eche la culpa al tío, a la mamá, ni a la suegra. No sea que la suegra está viviendo en casa, y ya es otro dolor de cabeza. No, no, no. Que cosa, ¿no? Sería como ser el dueño de un restaurante y que no te guste la comida que están sirviendo. Imagínese, siendo el dueño de un restaurante y toda la comida que usted sirve dice: "Esto es horrible, qué feo." Lo único que puede cambiar el menú es usted. Capaz que el chef tiene que mejorar.
Entonces, lo que muchos hacen es sentirse atrapados, parece que no hay salida del ciclo vicioso en el cual se encuentran. La mayoría de los matrimonios se encuentran en un ciclo vicioso del cual no saben cómo salir. Hay un libro que se escribió unos años atrás, Amor y Respeto. La mujer necesita sentirse amada, el hombre necesita sentirse respetado. Si la mujer no se siente amada, ella actúa de maneras irrespetuosas, y el hombre, al no sentirse respetado, actúa de maneras no amorosas. Entonces, es un ciclo vicioso. Porque ella no lo respeta, y él no la ama. Y van, y vuelven, y van, y vuelven, hasta que alguien decide: "Voy a amar, aun si me falta el respeto," o alguien decide: "Voy a respetar, aunque no me sienta amada." Uno de los dos, o mejor los dos, pero uno de los dos tiene que romper el ciclo vicioso.
Y no se va a solucionar en 24 horas. ¿Sabe lo que pasa? Yo he hecho consejería matrimonial. Entran con un problema de 18 años. Nos sentamos, hablamos. Entonces uno le dice: "Mire, mi consejo es que, si usted hace esto y esto, y lo hacen con constancia, pueden recuperar la confianza, pueden recuperar la pasión, pueden recuperar el amor, pero va a tomar su tiempo." A las dos semanas llaman: "Pastor, creo que esto no va a funcionar. Me he portado bien por dos semanas, y como que ella ni me presta atención." Sí, pero se olvidan los 18 años que se portaron mal y piensan que con dos semanas de portarse bien van a borrar 18 años de portarse mal. No funciona así. Toma tiempo restaurar confianza, toma tiempo restaurar amor. Y, algunas veces, aún hay que aceptar que hay cosas que se rompieron en el hogar y que siempre van a haber cicatrices y siempre van a haber memorias. Pero usted tiene que ser lo suficientemente cristiano y espiritual para superar eso y no dejar que eso sea la destrucción de su hogar.
Hable con cualquier matrimonio que lleva 40, 50 años juntos, y ellos no le van a decir que todo fue fácil. Aun puede ser que hayan pasado cosas peores de las que usted está pasando. Solo que entendieron: "Esto es algo que lo tenemos que trabajar y mejorar." Amén. Yo y mi casa. Tengo que primero comenzar con el yo. Muchos comienzan por echarle la culpa a su cónyuge, o echarles la culpa a los hijos, o al trabajo, o a la iglesia, o mejor al pastor. Amén. Pero la verdad es esta, mi hermano: si va a haber un avivamiento en tu casa, tiene que comenzar en usted.
Si yo tuve algún conflicto con mi esposa, el que tiene que arrastrar este cuerpo al altar para arrepentirme y arreglar mi actitud soy yo. Nadie más lo va a hacer por mí. Yo tengo que humillarme y venir al altar y decir: "Señor, ayúdame con mi actitud, ayúdame con mis pensamientos, ayúdame con mi manera para poder restaurar esto que yo he roto."
Déjeme darles una palabra a los hombres. Bíblicamente, el hombre es el sacerdote del hogar. ¿Sabe lo que frustra a su mujer? Que ella tenga que ser la sacerdotisa. Si ella es siempre la que empuja hacia la célula: "No quiero hacer célula esta noche." "¡Sos el líder! Tienes que ir. Vamos." Y la mujer es siempre la que empuja la oración en la casa, la que está empujando a los chicos para ir a la iglesia, empujando el matrimonio. "Hay actividad." "No, yo estoy cansado." Y ella siempre empujando. Hermano, yo le voy a reprender a todos los hombres que son así porque es tu responsabilidad ser el sacerdote de tu hogar.
Es tu deber liderar a tu familia en el temor de Dios. No es el trabajo de la esposa empujar a la familia hacia un avance espiritual. Pero, desafortunadamente, muchas mujeres se encuentran haciendo exactamente eso. Muchas mujeres sienten la carga espiritual de la casa, amén, porque los esposos están un poco vagos en esa área.
Ahora, hay unas estadísticas que vienen del Barna Research Group en referencia a la importancia del hombre y la deficiencia de hombres en la iglesia. Ahora le voy a decir algo: la iglesia La Roca es diferente a las estadísticas. Esta iglesia es muy interesante porque hay más hombres que mujeres. Eso no es lo típico en iglesias pentecostales. En iglesias pentecostales, casi siempre es 65% mujeres y 35% hombres. Y son las mujeres las que alaban, las mujeres que oran, las mujeres que lideran, las mujeres que levantan dinero, las mujeres que limpian, las mujeres que cocinan, las mujeres que hacen todo. Y los hombres están ahí... no sé qué.
Aquí en La Roca no es así. Démosle un aplauso a los hombres. Aquí los hombres cocinan, limpian, oran, adoran. Hasta, hermanas, es tiempo que las hermanitas se pongan pilas porque los hombres alaban mejor que las hermanas. Amén. Hay un desbalance en los cultos. Así que anime a las mujeres. Pero la congregación típica en los Estados Unidos tiene 61% mujeres y 39% hombres. Esa es la estadística típica. Los domingos hay 13 millones más mujeres en la iglesia que hombres. Este domingo, prácticamente el 25% de mujeres casadas que van a la iglesia tendrán que ir sin sus esposos. En servicios entre semana, como un jueves, el porcentaje de mujeres sube a más del 70% porque los hombres no quieren venir después del trabajo.
Más del 70% de varones que se han criado en la iglesia la abandonarán en su adolescencia y años veinte. Es una pandemia. ¿Cómo vamos a tener iglesias fuertes si no tenemos hombres fuertes? No sé si... aquí lo tengo, es una estadística impresionante. Si una madre se convierte, las estadísticas dicen que su familia la seguirá el 17% de las veces. Si un padre, un hombre, se convierte, las estadísticas dicen que su familia lo seguirá el 93% de las veces. ¿Dónde están los hombres esta noche? Todos los hombres digan: "¡Júa!" Ese no fue un júa débil. Gracias a Dios.
Josué dijo: "¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!" Esto tiene que comenzar conmigo. Cada uno que está escuchando esta enseñanza esta noche, usted tiene que decidir tener un avivamiento personal. Yo voy a abrirme en el espíritu y simplemente decirle: yo percibo, siento y he oído que hay varios matrimonios luchando y teniendo sus pleitos, teniendo sus conflictos. Le voy a dar la clave: comience con el yo.
Está esperando que haya cambio, que se solucione esto, lo otro. Pero le voy a decir lo que pasa: no está trayendo el yo al altar. Porque, cuando usted... y lo digo por experiencia personal... cuando yo traigo el yo al altar, entonces ahí tenemos dónde comenzar. Pero si yo no traigo el yo al altar, no se va a solucionar absolutamente nada. La cosa va a empeorar, la montaña se va a hacer más grande porque yo tengo que traer mi mente, mi corazón, mi actitud al altar y decir: "Señor, yo no puedo trabajar sobre nadie más. Solo puedo trabajar sobre mí." Y si yo puedo trabajar aquí sobre mí, cada uno, hermano, si trae el yo al altar, yo le digo algo: usted puede volver a su casa y tener sabiduría de lo alto, tener paz y tranquilidad en su mente. Hasta Dios te puede dar palabras y una manera de cómo tratar con una situación con la cual usted no ha sabido cómo tratar.
Dios está buscando a alguien que acepte el reto del yo. ¿Sabe por qué no queremos aceptar el reto del yo? Porque hay que poner nuestro ego a un lado. Hay que poner... lo que pasa es que, aunque no lo queramos admitir, todos tenemos cierta parte de nosotros que quiere mantener algo que nos permite la venganza. Yo sé que acá no todos brotaron alas de ángeles recién. Hay algo de algún rencor, alguna injusticia real o percibida, alguna cosa que alguien hizo que estuviese mal. Yo no estoy diciendo que no pasan cosas malas. Algunas veces, en un matrimonio, alguien hace algo que rompe mucha confianza. Hay cosas feas, deben existir. Pero ¿qué vas a hacer? ¿Lo vas a tirar todo?
Doy gracias a Dios que Él no hace así con nosotros. ¿Cuánto le gustaría que cada vez que usted le ha fallado a Dios Él diga: “¿No, con este ya no más? Fuera."? ¿Cuántas veces Dios te ha perdonado a ti por la misma macana? Y usted viene al altar y le promete: "No lo voy a hacer más. Te lo prometo, Señor. Si me perdonas, nunca más." Y el lunes ya volviste a hacerlo. Y vuelves el domingo y le dices: "Señor, te dije que no, pero ahora te digo que no otra vez."
Y la paciencia que tiene Dios con nosotros es la que no tenemos nosotros entre nosotros. ¿Sabe lo que Dios hace? Él trabaja sobre nuestra relación. ¿Sabe lo que usted tiene que hacer? Trabajar sobre su relación. El egoísmo es el enemigo más grande en el hogar. Porque, si usted va a tener un buen hogar, tiene que humillarse. No todo va a ser como tú quieres. No todo va a ser tu color.
¿Sabes qué? Usted piensa que, a nosotros, los hombres, nos gusta tener que quitar de la cama 16 almohadas. Yo no sé... inventan. Hay las dos con las cuales uno duerme, las otras dos como que son de adorno, y después hay como cuatro más pequeñas. ¿Media hora? Sacando almohadas. ¿Para qué son esas almohadas? "No sé, pero tu mamá dice que son para algo ahí." Y ponerlas de vuelta, otra media hora del día sacando y poniendo almohadas.
Usted entra en la casa de un hombre soltero y ve lo que realmente necesitamos. ¿Puede ser que sean las mismas sábanas de hace cuatro semanas? Ya tienen la impronta de la cabeza en la almohada. Entonces, no todo va a ser como tú quieres. Somos una sola carne, pero dos diferentes cortes.
Le voy a decir algo, y esto es simplemente una observación personal. Yo no creo que mi esposa y yo planificamos ni supimos al principio de nuestro matrimonio todo lo que iba a pasar en el ministerio. No, nos lanzamos en la aventura que Dios nos puso, y yo planté, Apolos regó, y el crecimiento lo ha dado Dios.
Si usted me hubiera dicho, siendo un chico de 28 años comenzando una iglesia... y digo esto, por favor, no me lo tomen mal... que íbamos a estar predicando en conferencias y en otros países, no fue algo que planificamos ni tampoco que supimos. Y no es fácil cuando estoy de viaje por unos dos o tres días, y mi esposa queda con los cuatro varones, los tres perros y los cuatro gatos. Porque, piensen, cuando yo viajo... no, no estoy bromeando, no le digan a la hermana, que me va a matar. Pero sabe, hay veces donde estoy predicando en algún lugar, y ella me llama, y yo puedo oír la tristeza en su voz. Yo tengo que ser sensible. No siempre lo he sido, pero hay que ser sensible al dolor que ella está viviendo.
Capaz que está simplemente abrumada ese día, estresada, y yo estoy allá, y lo peor... Ella está con los chicos, y me llama: "¿Dónde estás?" Y yo: "Estoy comiendo con el pastor en un restaurante." Ella se siente sola, y ahora, seguro, un poco enojada: "Yo acá trabajando en la locura y él comiendo con el pastor en el restaurante." Pareciera injusto.
Ella no escogió eso, ni yo escogí eso. Mi papá viajaba mucho, como ocho meses del año. Cuando estábamos en gira misionera aquí en los Estados Unidos, en esos tiempos no había FaceTime, ni todo lo que hay ahora. Nosotros, mi mamá y los cuatro chicos, estábamos en un lugar mientras mi papá estaba en otro, viajando por meses. No era algo que él quería, ni algo que nosotros escogimos, pero aprendimos algo importante: la actitud lo cambia todo.
Algunas veces, en tu matrimonio, te va a tocar vivir cosas que no escogiste. Pero eso no significa que tienes que vivir con una cara de limón. Puedes hacer limonada con azúcar y disfrutar la vida. Capaz que no es perfecto, pero puedes tomar la decisión de hacer lo mejor con lo que tienes.
Nunca escuché a mi mamá quejarse, ni hablar mal de mi papá, ni decirnos: "Papá ausente." Ella tenía una buena actitud, y porque ella tuvo una buena actitud, nosotros, los chicos, también tuvimos una buena actitud. Y cuando nos reuníamos otra vez, no faltaba nada. Porque algunas veces en el matrimonio tienes que decidir: "Yo y mi casa vamos a servir a Jehová."
Capaz que no es todo lo que escogí, pero voy a hacer lo mejor que puedo de esta situación. Y, al final, Dios nos da la fuerza para superar. No importa de dónde venimos, ni las circunstancias actuales, podemos tomar la decisión de honrar a Dios con nuestras vidas y nuestros hogares.
Era rico en su país, dueño de compañías, vivías alto. Pero, por inseguridad, por un mejor futuro para tus hijos, o quién sabe cuáles son los miles de razones, llegaste aquí. Nunca te esperaste vivir lo que estás viviendo ahora. Usted escoge. Usted escoge vivir triste por el pasado. Yo le estoy hablando a alguien ahorita. ¿Sabe por qué algunos no avanzan aquí? Porque todavía están chillando por lo que no tienen, por lo que tenían antes allá.
Y esa actitud te mantiene esclavo, porque no puedes estar alegre, no puedes estar contento. Puede que Dios te sacó de allá porque algo malo te hubiera ocurrido, y usted está todavía con la tristeza de lo que antes era, de lo que antes tenía. Mire, mi amor, Dios te trajo aquí.
Me gusta Josué. Él dice: "Si ustedes quieren vivir en el pasado, vivan ahí." Aún dijo: "Si ustedes quieren vivir aquí, entre los amorreos, revolcándose en todo esto, vivan ahí. Yo y mi casa decidimos un diferente futuro para nosotros mismos."
La Biblia dice que Josué los reunió en Siquem. Siquem era el lugar donde el patriarca Abraham primero edificó un altar a Jehová. Siquem, en hebreo, es Shechem, que significa la parte entre los hombros donde uno lleva una carga. La carga del anciano Josué era que no solamente él sirviera al Señor, pero su deseo era transferir esa dedicación y entrega a su casa y también a toda la casa de Israel.
Y con esto en mente, primero Josué le dio consejos al pueblo y a su casa. Estos fueron los consejos de Josué, escúcheme. Número uno: él dijo, "Recuerden lo que Dios ha hecho por ustedes." Cuando usted quiere tirar la toalla, mírenme, todos los esposos y esposas, cuando usted quiere tirar la toalla, recuerde todo lo bueno que Dios ha hecho por usted. Recuerde todo lo bueno. ¿Usted va a tirar todo cuando Dios ha hecho tanto?
Número dos: Josué les dijo, "Sean valientes y hagan lo que está escrito en la Palabra de Dios." Josué les dijo: "Bueno, si vamos a servir a Dios, tenemos que seguir los consejos y la Palabra de Dios." Entonces tienen que ser valientes. Nosotros ya no somos una generación del desierto, somos una generación de conquista. No somos una generación de sobrevivencia, somos una generación en un lugar donde fluye leche y miel.
Yo le quiero hablar positivamente a alguien. ¿Sabe lo que Dios quiere para ti? No sobrevivencia. Él quiere que fluya leche y miel en tu hogar, en tu familia, en tu negocio, amén, en tu mente, en tu espíritu, en tus finanzas. Dios quiere que tengas la mentalidad de una generación de conquista.
Número tres: Josué les dijo, "No sirvan a otros dioses. No cometan el error que hicieron los padres." No, no, no. Aprendan de los errores de otros. Amén.
Número cuatro: "Únanse al Señor y ámenlo de todo corazón." ¿Sabe lo que necesitamos ver más? Necesitamos ver más parejas en el altar. Yo los veo, uno sentado por acá, el otro por allá. No hay nada más bello que ver a un esposo y una esposa unidos de las manos, orando.
Y déjenme decirles algo a los papás. Cuando yo era chiquitito, mil personas pudieran orar por mí, pero al que yo buscaba era a mi papá. Yo sí, ahí, en Liniers, me acuerdo. En Fonrouge 76, Liniers, Buenos Aires, Argentina. Yo me acuerdo, parado ahí, como un chiquitito de ocho, nueve años, y podían orar todos los pastores, pero yo lloraba con un ojo abierto, buscando dónde estaba mi papá. Y apenas se me acercaba mi papá, yo cerraba los dos ojos y comenzaba a orar. Y el momento que la mano de mi papá tocaba mi frente, era otro tipo de oración.
Yo no comprendo a algunos de ustedes que sus hijos están aquí y ustedes allá. Les estoy pastoreando. Si mi hijo está en el altar, yo quiero estar ahí. Yo sé que algunas veces ellos necesitan su tiempo personal con Dios, amén, y usted tiene que discernir eso. Pero ¿sabe qué? Si mi hijo está llorando y buscando a Dios, yo voy a estar atento a eso.
Yo he visto, algunas veces, que un niño está recibiendo el Espíritu Santo, y mamá distraída por allá, masticando chicle. Y uno tiene que ir y decirle: "Thank you very much." ¡Hey! Es tiempo de despertar, hermanos. Es tiempo de despertar. Son los últimos tiempos.
Josué les dijo esto: "No vuelvan atrás." No importa cuánto usted quiera tirar la toalla, no lo haga. Le prometo que no es mejor allá que acá.
Número seis: Josué dijo, "Dios nunca falla." Yo puedo fallar. Yo le voy a decir algo: si hay problemas que no se están resolviendo en mi hogar, el problema no es Dios. El problema, o soy yo, o es mi cónyuge, o una mezcla de ambos. Amén.
Número siete: Josué les dio el consejo que si cometemos transgresión, entonces el juicio de Dios vendrá sobre nosotros. Tengan cuidado. Hay que vivir rectamente.
Número ocho: Josué dijo, "Teman al Señor y sírvanle con sinceridad y verdad." Tus hijos saben si sos verdadero o no. Tus hijos saben si sos un hipócrita. Amén. Acá, con todas las hermanas: "Dios le bendiga, hermana, Dios le bendiga, hermana." Amén, amén. Y en la casa, un monstruo. ¿Qué "¿Dios le bendiga, hermana”? No le pueden dar ni un cumplido a la esposa: "Qué bonita estás hoy, qué bien te ves." Pero a las hermanas les dicen: "Hermana, usted se ve tan linda hoy." Y ahí está la esposa: "Thank you." Porque no le ha dado un cumplido en tres años. Amén.
Hermana, su esposo trabaja duro, está 10, 12 horas afuera bajo el sol trabajando. De vez en cuando, dígale: "Mi amor, gracias por trabajar tan duro para poner comida sobre la mesa. Gracias." Amén. Todos los hombres digan: "¡Júa!" De vez en cuando, no le acaricie tanto el ego porque se nos infla demasiado. Pero, de vez en cuando, dígale: "Mi amor," espérenlo en la puerta, dele un abrazo, dígale: "Gracias."
Si él llega frito, agotado, y lo primero que escucha es: "No te imaginas lo que pasó hoy," él se va a querer ir al auto. De vez en cuando, dígale: "Gracias." Y sabe qué, hermano, si su esposa trabaja, haga algo como lavar los platos de vez en cuando. Nosotros, los hombres, lo hacemos una vez y queremos un aplauso. Las mujeres lo hacen millones de veces, y ni gracias les damos.
Aprenda a lavar la ropa. Es muy fácil: blancos y colores, y ella le puede mostrar. Yo aprendí a los 17 años a lavar mi propia ropa, a doblarla. Porque el hombre… doblarla. Aprendí a cocinar. Me gusta cocinar porque también me gusta comer. Amén. Algunas veces, nosotros, los hombres, podemos olvidarnos de que ella no solo trabajó todo el día, sino que ahora llega a casa, y le toca lavar, planchar, doblar la ropa, limpiar los cuartos, pasar el trapo y la escoba.
Amén. No es tan difícil, hermano. Sabe, hay cosas que se pueden resolver fácilmente si solo nos humillamos. Y esa es la clave: humillarse. Por eso no queremos venir al altar, porque en un altar te tienes que humillar. Tienes que decir: "Señor, yo también tengo mi parte en esto." Amén.
Josué les dijo: "Apártense de los ídolos y escojan servir al Señor." Por medio de Josué, la Palabra de Dios nos deja saber las cosas y los pasos que debemos tomar para que nuestras casas sirvan al Señor.
Muchos de nosotros podemos decir: "Yo sirvo al Señor." Pero no todos podemos decir: "Mi casa sirve al Señor." Y eso es trágico. No deberíamos conformarnos solo con servir a Dios individualmente. Necesitamos poder decir con Josué: "Yo y mi casa servimos al Señor."
¿Usted quiere que el ambiente cambie? ¿Usted quiere que las cosas sean diferentes? Recuerde que primero comienza con usted. Amén. Y, segundo, tenemos que definir qué es la casa que Josué está describiendo. La casa es más que solamente usted. Incluye a su cónyuge y a sus hijos. Amén. Aún para algunos incluirá otros que están debajo de su techo. Pero la casa no es solo el edificio en el cual usted vive, sino las personas que en ella están.
Ahora, ¿cuál es el ambiente de tu casa? En mi casa yo tengo un termostato, y con ese termostato yo controlo el clima o el ambiente de mi casa. Voy a dormirme en la noche, bajo a 68 grados. En el día no quiero pagar luz tan alta, entonces lo subimos a 78. Pero ¿qué es lo que controla el ambiente de tu casa? ¿Usted lo controla o lo está controlando la televisión? Las películas, terceros de afuera, programas de radio, las redes sociales, el internet, música a todo volumen.
Algunos quieren tener una conversación, pero todo está lleno de ruido. Yo, algunas veces, tengo que echar a los perros afuera para poder tener una conversación con mi esposa. Comienzo a hablar con ella, y los dos tenemos que regañar: "No te metas, no hagas lo otro." Y las conversaciones... ¿Qué es lo que controla el ambiente de tu casa?
No hay nada malo en tener internet, mirar una película sana, escuchar radio o música cristiana. Sin embargo, muchas veces, hermanos, ¿sabe lo que hacemos? Llenamos todo el ambiente con ruido para ignorar el elefante con quien tenemos que tratar. Tú tienes el poder de controlar el ambiente de tu casa.
¿Cuál es la actitud de tu casa? Nuestras casas deben estar llenas de paz, gozo, amor, benignidad, mansedumbre, templanza. El fruto del Espíritu debe ser evidente en nuestra casa. Desafortunadamente, muchas veces en casas cristianas las actitudes que prevalecen no son cristianas. Existen pleitos, gritería, malas palabras.
Déjeme decirle otra cosa: cuando usted mete mano en el pasado de su cónyuge sobre algo que Dios ya le perdonó y usted también le perdonó, usted está haciendo algo que ni Dios se atreve a hacer. ¿Sabe lo que usted hace cuando le recuerda a su cónyuge los errores del pasado? Está metiendo la mano por la sangre de Jesús y sacando cosas que Jesucristo sepultó. Ni Él se atreve a hacer eso.
Tú tienes el poder de cambiar las actitudes en tu casa. La vida es estresante. La vida aquí, en los Estados Unidos, es un estrés. Somos totalmente esclavos al trabajo y al ritmo de vida en este país. Y, si no nos cuidamos, traemos todo eso a la casa y estamos así, uno con el otro. Pero tú tienes el poder de cambiar las actitudes en tu casa. Tú tienes el control de lo que permites en tu casa. Amén.
Déjenme decirle algo: venir a la iglesia el jueves, ir a célula el martes, venir al culto el domingo, ir a eventos especiales, eso no es tu casa. Eso es todo lo que hacemos fuera de la casa. Y, algunas veces, toda nuestra actividad espiritual es fuera de la casa. Y después nos preguntamos por qué estamos luchando en nuestra casa. Es porque donde primero tiene que ser el santuario es ahí. Tu primera congregación es tu familia. Tu primer santuario es tu casa. Tu primer lugar de adoración y oración es esa casa en la cual tú vives.
Póngase de pie conmigo en esta noche. Yo quisiera que usted venga con su familia a este altar, y vamos a hacer un compromiso. Aleluya. Vamos a hacer un compromiso en esta noche. Señor, yo y mi casa. Yo quiero que alguien con convicción pueda decir en su oración esta noche: "Yo y mi casa serviremos a Jehová."
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