El valle de la muerte

En el pueblo, la leyenda del valle era un eco ominoso que resonaba entre sus calles empedradas. Los ancianos hablaban en susurros, sus voces cargadas de miedo ancestral, mientras los niños escuchaban con ojos llenos de asombro y temor. Isabella y Alejandro, dos arqueólogos con ansias de descubrimientos, no podían ignorar la promesa de secretos enterrados bajo las sombras del valle.

Con sus mochilas cargadas y sus corazones llenos de expectación, partieron al amanecer, cuando el sol apenas se asomaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rosados y dorados. El aire era fresco y vibrante, cargado con la promesa de aventuras por venir. Isabella, con su mirada determinada y su espíritu indomable, lideraba el camino con paso firme. Alejandro, con la calma de un veterano y la curiosidad de un niño, la seguía de cerca, sus ojos brillando con la anticipación del desconocido.