¿Cómo deberían reaccionar los fieles, sacerdotes y obispos a Fiducia supplicans?

9 months ago
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Preguntamos: ¿Qué es la declaración Fiducia supplicans?
Es una rebelión contra Dios y el autogenocidio de la Iglesia católica.
¿Quién es su autor?
El inválido papa Francisco Bergoglio y su cómplice Fernández.
¿Cómo deben reaccionar los católicos a esta situación?
La única solución para los fieles, sacerdotes y obispos católicos que quieren salvarse es separarse de la secta bergogliana que ocupa el Vaticano. Esta separación es una exigencia puramente evangélica. El Vaticano de Bergoglio ya no es la Iglesia católica. Bergoglio no es pastor y tampoco lo son los que se someten a él y le obedecen. El Señor Jesús dice que ellos son ladrones y asalariados que no entraron por la puerta, sino que subieron por otra parte metiéndose en el redil de la ortodoxia.
La tragedia actual es la herejía de la papolatría, que afirma que un papa falso no debe ser destituido de su cargo, sino que sigue siendo un papa válido.
La enseñanza de la Iglesia condena la herejía de la papolatría. Los padres y doctores de la Iglesia, la bula dogmática Cum ex apostolatus officio y, en primer lugar, la Sagrada Escritura, muestran claramente que un hereje manifiesto atrae sobre sí la maldición de Dios, el anatema (Ga 1, 8-9). Este es el caso del pseudopapa Francisco, que predica otro evangelio, a saber, un antievangelio sodomita. Las Escrituras dicen que si un apóstol mismo o incluso un ángel del cielo predica una enseñanza diferente a la que Jesucristo nos dio, sea anatema. San Roberto Belarmino añade a esto: «Un papa que se manifieste hereje, por ese mismo hecho cesa de ser papa y cabeza, así como por lo mismo deja de ser un cristiano y miembro del cuerpo de la Iglesia».
Fiducia supplicans es la carta magna de la anti-Iglesia satánica de Bergoglio.
¿Qué deben hacer concretamente los católicos en esta situación? Es necesario que un grupo de católicos de la parroquia se reúna para aclararse la verdad, luego acudan a su sacerdote y le digan claramente que hay que separarse de la estructura de Bergoglio que detenta el liderazgo de la Iglesia católica. El sacerdote les dice: «Si lo hago, el obispo me destituirá». ¿Qué le responderá el grupo de fieles? «Si lo destituye, le apoyaremos». El sacerdote dirá: «¡El obispo se quedará con nuestra iglesia!». Ellos contestarán: «No se la daremos, y si nos la quitan por la fuerza, nos reuniremos en otro sitio, ya no en la iglesia. Pero nos quedaremos con usted». Si el sacerdote dice: «Tengo que obedecer a mi obispo y mi obispo está subordinado al pseudopapa Francisco», los fieles responderán: «Si es así, nos separamos de usted; ya no es nuestro sacerdote. Que vengan a su iglesia aquellos que traicionaron a Cristo y Su camino de salvación». Si el sacerdote entra en razón, dirá: «Vale, me quedo con ustedes, fieles católicos. Me uniré con varios sacerdotes y animaremos a nuestro obispo, personalmente o por escrito, para que se separe de la secta de Bergoglio con toda la diócesis». Esto creará las condiciones para que se acepte un papa ortodoxo y legítimo. Esta es la única solución.
Si hay más sacerdotes de este tipo en la diócesis y se unen por la causa de Cristo y de la sana doctrina, hay esperanza de que el obispo, que contará con el apoyo de los sacerdotes y los sacerdotes con el apoyo de los fieles, cumpla con su deber de separarse del Vaticano apóstata. Sin embargo, si el obispo se niega a separarse, los fieles sacerdotes y creyentes católicos deben separarse de él. No hay otra solución. Esto no será un cisma, sino un proceso de salvación necesario. Es Bergoglio quien provoca un cisma, la separación de las leyes de Dios.
¿Qué deben hacer los obispos?
Separarse lo antes posible del Vaticano bergogliano, junto con sus diócesis. Esto abrirá paso a la aceptación del papa legítimo. Esa es la única solución hoy en día.
El obispo verdaderamente católico debe convocar a los sacerdotes que sabe que son fieles a Cristo, y con ellos preparar la separación de toda la diócesis de la subordinación al Vaticano apóstata. Luego debería invitar a todos los sacerdotes y explicarles claramente la situación para que entiendan que la única solución es separarse del apóstata Bergoglio. Finalmente, puede pedir a los sacerdotes que levanten la mano públicamente para mostrar quién está a favor y quién en contra. Quienes deciden quedarse con Bergoglio en realidad se adhieren al antievangelio que atrae el anatema. Así, pues, que el obispo los expulse de la Iglesia a tiempo y declare ante los fieles que deben estar prevenidos contra ellos, porque ya no son sacerdotes católicos.
El obispo indeciso apoya la llamada ventana de Overton del cambio de pensamiento. Si los católicos no se separan de Bergoglio, sus crímenes se convertirán en la norma y la transformación en una anti-Iglesia de la Nueva Era echará raíces. ¡Pero ahora todavía es tiempo de salvación!
Si el obispo permanece pasivo y callado, Bergoglio le ordenará bendecir el pecado. Si se niega, Bergoglio lo apartará y lo destituirá, por lo que tal obispo acabará siendo un cobarde y un traidor. Pero si actúa con fe, se convertirá en un héroe y salvará la diócesis. Incluso los sacerdotes deben ser conscientes de esto. Por lo tanto, deben unirse y apoyar plenamente a su obispo en la separación de Bergoglio. Deben apoyarlo firmemente para que dé este paso que salve a la Iglesia.
Advertimos especialmente a los obispos que han dejado claro que no introducirán la bendición de parejas homosexuales en su diócesis que este paso es loable, pero insuficiente, ya que Bergoglio destituirá a estos obispos uno por uno. Por tanto, es necesario dar el segundo paso: separarse de Bergoglio y su secta. Esto creará las condiciones para un papa ortodoxo.
Si, en este cierto período intermedio, cuando ya se ha publicado Fiducia supplicans, un obispo o sacerdote todavía dice «en comunión con nuestro papa Francisco», declara públicamente que está en unión con el falso papa, que está en rebelión abierta contra Dios. Es por eso por lo que ese obispo o sacerdote incurre en el anatema —la maldición—. Por supuesto, por la misma razón, se le aplica la excomunión automática (latae sententiae). Por tanto, si los sacerdotes siguen profesando esta unión, los fieles deben amonestarlos y advertirlos tanto de palabra como por escrito. Sin embargo, si aún continúan mencionando en la misa la unión con un apóstata público de Cristo, es decir, un judas público, entonces un grupo de verdaderos creyentes debe ponerse de acuerdo, y en tal misa, en el momento en que el sacerdote diga, «en comunión con nuestro papa Francisco», deberían exclamar «anatema» y abandonar la iglesia en señal de protesta y no volver a frecuentarla. Que hagan lo mismo en las iglesias donde la unión con el pseudopapa la profesan los obispos.
A menos que un obispo se separe a tiempo, tendrá que, por así decirlo, suspender a los sacerdotes valientes de acuerdo con las intenciones de Bergoglio. Si un sacerdote animoso cuenta con el apoyo de los fieles, no debe irse. Suponiendo que sea expulsado por la fuerza, que él y sus fieles formen una Iglesia de catacumbas. El obispo que castiga, por ejemplo, solo a un sacerdote por dejar de mencionar el nombre del hereje Bergoglio en la liturgia, demuestra que está en rebelión contra Cristo, y de este modo ha hecho caer sobre sí el anatema, maldición (Gal 1,8-9). Al mismo tiempo, queda ipso facto excomulgado latae sententiae. La misa de un obispo así no es válida, y su bendición ya no invoca la bendición de Dios, sino una maldición, es decir, oscuridad espiritual. Los sacerdotes y los fieles deben separarse de tal obispo herético, de lo contrario, si se dejan guiar por él, ¡acabarán en la perdición eterna!
+ Elías
Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr + Timoteo OSBMr
obispos secretarios

15 de enero de 2024

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