Thomas Sowell - Clientelismo político

1 year ago
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CLIENTELISMO POLÍTICO

Por Thomas Sowell

Cuando hay un montón de dinero del contribuyente en juego, los políticos van a encontrar formas de gastarlo para incrementar sus posibilidades de salir reelegidos con regalos a los votantes.

Las estimaciones de cuánto dinero podrían costar un programa de rescate público son notoriamente imprecisas. El cálculo actual se sitúa en torno a los centenares de miles de dólares y algunos dicen que podría dispararse hasta el billón.

Mucha gente tiene problemas para comprender lo que significan cifras como mil millones o un billón. Una forma de hacerse una idea es: ¿Cuánto tiempo representa un billón de segundos?

Hace un billón de segundos, nadie de este planeta sabía leer ni escribir. Ni el Imperio Romano ni las antiguas dinastías chinas existían aún. Ninguno de los fundadores de las grandes religiones del mundo hoy había nacido siquiera.

Eso es lo que significa un billón. Añada un símbolo de dólar al final de ello y eso es lo que puede costar el rescate actual. ¿Se gastará esa suma con rigor? En principio, es posible. Pero no apueste su cuota de alquiler o podría terminar entre los que se quedan sin casa. Cuando hay un montón de dinero del contribuyente en juego, los políticos van a encontrar formas de gastarlo para incrementar sus posibilidades de salir reelegidos con regalos a los votantes.

Cuanto más tiempo tarde el Congreso en aprobar la propuesta de rescate, mayor cantidad de esos regalos van a introducirse en la legislación final. La velocidad es importante, no sólo para proteger a los mercados financieros sino para proteger al contribuyente de ver sus fondos despreciados por los burócratas.

Al margen de lo que puedan decir o hacer Barack Obama o John McCain, después de restar un billón de dólares va a quedar mucho menos en las arcas federales con lo que intervenir. El senador Christopher Dodd incluso está hablando ya de ampliar el rescate a los propietarios que se enfrentan a ejecuciones hipotecarias, como si la idea de todo esto fuera ejercer de Papá Noel. Hay que tener en cuenta que la deuda pública actual son los fantasmas de las Navidades pasadas.

Las instituciones financieras no están siendo rescatadas para hacerles un favor a sus accionistas, ya que en la práctica los propietarios salen perjudicados.

El motivo del rescate es evitar una importante contracción del crédito que podría provocar importantes descensos en la producción y el empleo, arruinando a millones de personas, más allá de las instituciones financieras directamente implicadas. Si fuera un problema propio de los mercados financieros, podría dejárseles hundir. Pero no lo es.

No necesitamos una reedición de la Gran Depresión de los años 30, cuando la quiebra de miles de bancos significó una drástica reducción del crédito, y por tanto una drástica reducción de la demanda necesaria para mantener en marcha la producción y a millones de personas empleadas.

Pero ayudar a quienes suscribieron hipotecas no tiene más razón de ser que rescatar a quienes perdieron sus ahorros en los casinos de Las Vegas. Sólo tiene sentido para personas como el senador Dodd, que se cuentan entre los motivos del desastre financiero actual.

Normalmente la gente deja de tomar decisiones imprudentes cuando se ve obligada a enfrentarse a las consecuencias de esas decisiones, no cuando los políticos los rescate a costa del contribuyente.

El Wall Street Journal, que lleva años haciendo sonar las alarmas del riesgo de Fannie Mae y Freddie Mac, citaba recientemente al senador Christopher Dodd junto al senador Charles Schumer y al congresista Barney Frank entre aquellos que habían venido "animando" a estas instituciones financieras a expandir el crédito, restando importancia a los riesgos que ello comportaba y oponiéndose a las tentativas por restringir su papel irresponsable en el mercado hipotecario.

Todavía en julio de este año, el senador Dodd afirmaba que Fannie Mae y Freddie Mac eran "sólidas" y que no hay necesidad de "perder los nervios" con ellas. Pero ahora que llega la hora de afrontar las consecuencias de su irresponsable estrategia, el senador Dodd quiere asegurarse incluir prebendas en la legislación de rescate para salir reelegido.

No haga apuestas sobre cómo va a terminar esta situación, excepto que podemos predecir que los políticos culparán a "la avaricia" de la crisis. A eso sí puede apostarse el alquiler.
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