Vamos a Orar 25- Suplicamos discernimiento para todos. Fray Nelson Medina.

1 year ago
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PAPA FRANCISCO

El discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida.

Discernir las decisiones. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación.

En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también se concreta nuestra relación con Dios.

En el Evangelio, Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por
ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro (cf. Mt 13,44-48).

A la luz de estos ejemplos, el discernimiento se presenta como un ejercicio de inteligencia, y también de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección.

Es necesario inteligencia, habilidad y también voluntad para hacer una buena elección.

Y también hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo.

Para desempeñar su oficio lo mejor posible, el pescador tiene en cuenta la fatiga, las largas noches en el mar y el descarte de una parte de las capturas, aceptando una pérdida de ganancias por el bien de los destinatarios.

El comerciante de perlas no duda en gastar todo para comprar esa perla; y lo mismo hace el hombre que ha tropezado con un tesoro.

Situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar.

Cada uno debe tomar sus decisiones; no hay nadie que las tome por nosotros.

En un momento determinado los adultos, libres, pueden pedir consejo, pensar, pero la decisión es propia; no se puede decir:

“He perdido esto, porque lo ha decidido mi marido, mi mujer, mi hermano”: ¡no! Tienes que decidir tú, todo el mundo tiene que decidir, y por eso es importante saber discernir: para decidir bien, hay que saber discernir.

El Evangelio sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los afectos.

El que ha encontrado el tesoro no siente ninguna dificultad en venderlo todo, tan grande es su alegría (cf. Mt 13,44).

El término utilizado por el evangelista Mateo indica una alegría muy especial, que ninguna realidad
humana puede dar; y de hecho vuelve a aparecer en muy pocos otros pasajes del Evangelio, todos ellos referidos al encuentro con Dios.

Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cf. Mt 2,10); es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio de la resurrección por parte del ángel (cf. Mt 28,8).

Es la alegría de los que han encontrado al Señor.

Tomar una bella decisión, una decisión correcta, siempre te lleva a esa alegría final; quizás en el camino tengas que sufrir un poco de incertidumbre, pensar, buscar, pero al final la decisión correcta te beneficia con la alegría.

En el Juicio Final, Dios obrará el discernimiento —el gran discernimiento—hacia nosotros.

Las imágenes del agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la vida, que nos exigen tomar posición.

Por eso es tan importante saber discernir: las grandes elecciones pueden surgir de circunstancias que a primera vista parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas.

Por ejemplo, pensemos en el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, un encuentro que nace de una simple pregunta: "Rabí, ¿dónde vives?" — "Venid y veréis" (cf. Jn 1,38- 39), dice Jesús.

Un intercambio muy breve, pero es el comienzo de un cambio que, paso a paso, marcará toda una vida.

Años después, el evangelista seguirá recordando aquel encuentro que le cambió para siempre, también recordará la hora: "Eran como las cuatro de la tarde" (v. 39).

Es la hora en que el tiempo y lo eterno se encontraron en su vida.

Y en una decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad; se encuentra el camino presente con el eterno.

Tomar una decisión correcta, después de un camino de discernimiento, es hacer este encuentro: el tiempo con lo eterno.

Por lo tanto: el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos
indispensables del discernimiento. A lo largo de estas catequesis veremos otras, igualmente importantes.

El discernimiento —como he dicho— implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir: ¡No!

Tenemos que decidirlo todo el tiempo, según las realidades que se presenten.

Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad.

Por lo tanto, discernir es arduo.

A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era.

O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo.

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