Poderosos Salmos 5 al 8 - Salmos y Oraciones

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Salmos 5

Presta oído a mis palabras, oh Señor, atiende a mi meditación.
Escucha la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré.
Por la mañana oirás mi voz, oh Señor; por la mañana te presentaré mi oración, y velaré.
Porque tú no eres un Dios que se deleita en la iniquidad, ni el mal morará contigo.
Los necios no se detendrán ante tu vista; odias a todos los que hacen el mal.
Destruirás a los que hablan mentira; el Señor odiará al hombre sanguinario y engañador.
Pero entraré en tu casa en la grandeza de tu misericordia; y en tu temor me postraré ante tu santo templo.
Señor, guíame en tu justicia, a causa de mis enemigos; abre tu camino delante de mí.
Porque no hay justicia en sus bocas; sus entrañas son verdaderos males, su garganta es un sepulcro abierto; halagar con su lengua.
Declararlos culpables, oh Dios; caer por su propio consejo; échalos fuera por la multitud de sus transgresiones, porque se han rebelado contra ti.
Pero regocíjense todos los que en ti confían; regocíjate para siempre, porque tú los defiendes; y en ti se gloríen los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendecirás a los justos; lo rodearás con tu bondad como un escudo.

Salmos 6

Señor, no me reprendas en tu ira, ni me castigues en tu ira.
Ten piedad de mí, Señor, que soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos están turbados.
Incluso mi alma está turbada; pero tú, Señor, ¿hasta cuándo?
Vuélvete, Señor, libra mi alma; sálvame por tu bondad.
Porque en la muerte no hay recuerdo de ti; en el sepulcro, ¿quién te alabará?
Estoy cansado de mis gemidos, toda la noche hago nadar mi cama; Mojo mi cama con mis lágrimas,
Mis ojos ya están consumidos por el dolor, y se han envejecido a causa de todos mis enemigos.
Apartaos de mí todos vosotros, obradores de iniquidad; porque el Señor ha oído la voz de mi llanto.
El Señor ya ha oído mi súplica; el Señor aceptará mi oración.
Avergonzaos y turbaos todos mis enemigos; vuelve atrás y avergüénzate en un momento.

Salmos 7

Señor mi Dios, en ti confío; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame;
No sea que me arrebate el alma como un león, despedazándola, sin que haya quien la libre.
Señor Dios mío, si he hecho esto, si hay iniquidad en mis manos,
Si pagué con mal al que estaba en paz conmigo (antes, liberé al que me oprimía sin causa),
El enemigo persigue mi alma y la alcanza; Pisotea mi vida bajo tus pies en la tierra, y tritura mi gloria hasta convertirla en polvo.
Levántate, oh Señor, en tu ira; ensalzaos a causa de la ira de mis opresores; y despiértame para el juicio que has ordenado.
Así te rodeará la reunión de los pueblos; por ellos, pues, volved a las alturas.
El Señor juzgará a los pueblos; júzgame, oh Señor, según mi justicia, y según la integridad que hay en mí.
Que se acabe la malicia de los impíos; pero que los justos sean establecidos; porque tú, oh Dios justo, prueba los corazones y los riñones.
Mi escudo es de Dios, que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo, un Dios que se enoja todos los días.
Si el hombre no se convierte, Dios afilará su espada; ya ha tensado su arco, y está listo.
Y ya preparado para él armas mortales; y él pondrá en acción sus flechas de fuego contra los perseguidores.
He aquí, él está en dolores de maldad; obras concebidas y mentiras producidas.
Cavó un pozo y lo hizo profundo, y cayó en el hoyo que hizo.
Tu trabajo caerá sobre tu cabeza; y su violencia descenderá sobre su propia cabeza.
Alabaré a Jehová conforme a su justicia, y cantaré salmos al nombre de Jehová altísimo.

Salmos 8

¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán admirable es tu nombre en toda la tierra, porque has puesto tu gloria en los cielos!
Has mandado fuerza de la boca de los niños y de los que maman, a causa de tus enemigos, para silenciar al enemigo y al vengador.
Cuando vea tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado;
¿Qué es el hombre mortal que lo recuerdas? y el hijo del hombre, para que lo visitéis?
Porque lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo has coronado de gloria y de honra.
Le haces señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pones bajo tus pies:
Todas las ovejas y bueyes, así como las bestias del campo,
las aves del cielo, y los peces del mar, y todo lo que pasa por los senderos de los mares.
Oh Señor, Señor nuestro, qué maravilloso es tu nombre sobre

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