Debemos dejarnos guiar y enseñar con las Sagradas Escrituras. Padre Marcos Galvis.

2 years ago
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De la Escritura a la vida

Escribiendo a Timoteo, que estaba al frente de la Iglesia de Éfeso, san Pablo le recuerda: «desde niño conoces la Sagrada Escritura, que puede darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia, con el fin de que el hombre de Dios esté bien dispuesto, preparado para toda obra buena» (2 Tim 3,15-17).

El Apóstol dice literalmente, si atendemos al texto griego, que el hombre de Dios –quien vive de su Palabra– está “equipado” para actuar: tiene ya lo verdaderamente necesario para su vida de apóstol.

Más rotundamente lo dice el salmista, en la extensa meditación sobre la Palabra de Dios que es el salmo 119: «Mejor es para mí la Ley de tu boca que montones de oro y plata» (Sal 119 [118], 72).

Jesús nos llama a identificarnos con Él, a vivir en Él.

Y nos espera, como decía con frecuencia san Josemaría, en «el Pan y la Palabra» en su presencia silenciosa y eficaz en la Eucaristía, y en el diálogo, siempre abierto por parte de Dios, de la oración.

Este diálogo, aun cuando discurre sobre mil cosas de nuestra vida cotidiana, encuentra su núcleo más íntimo en la Escritura.

Así sería la oración de Jesús: profundamente radicada en la Palabra de Dios.

Y así también está llamada a ser la nuestra. «Al abrir el Santo Evangelio, piensa que lo que allí se narra –obras y dichos de Cristo– no sólo has de saberlo, sino que has de vivirlo.

Todo, cada punto relatado, se ha recogido, detalle a detalle, para que lo encarnes en las circunstancias concretas de tu existencia.

–El Señor nos ha llamado a los católicos para que le sigamos de cerca y, en ese Texto Santo, encuentras la Vida de Jesús; pero, además, debes encontrar tu propia vida.

Aprenderás a preguntar tú también, como el Apóstol, lleno de amor: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?...” –¡La Voluntad de Dios!, oyes en tu alma de modo terminante.

Pues, toma el Evangelio a diario, y léelo y vívelo como norma concreta.

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