El séptimo Mandamiento; ¡NO ROBARÁS! -Clase 19- Catecismo para Bárbaros. P. Javier Olivarera Ravasi

2 years ago
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PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos, hoy reflexionamos sobre el séptimo mandamiento del decálogo: «No robarás».

Lo primero que nos viene a la mente es el tema de la sustracción o retención ilícita de los bienes ajenos, y el debido respeto a la propiedad de los demás.

En toda cultura, robar es inaceptable, pues todas defienden el derecho a poseer bienes.

La sabiduría cristiana nos dice que, por voluntad divina, los frutos de la creación están destinados a todo el género humano.

El destino universal de los bienes y su distribución justa es anterior al derecho a la propiedad privada, que debe estar en función de las necesidades primarias del hombre.

El mundo es rico en recursos para asegurar a todos el acceso a los bienes fundamentales; sin embargo, muchos viven en una situación de pobreza escandalosa. Y los recursos naturales mal usados, se van deteriorando y destruyendo.

La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre al servicio de las necesidades de los pueblos.

No podemos considerarnos dueños absolutos de las cosas.

En sentido positivo, «no robarás» significa que el Señor nos llama a ser administradores responsables de su Providencia, a aprender a multiplicar con creatividad los bienes que poseemos para usarlos con generosidad en favor de nuestro prójimo, y de este modo crecer en la caridad y en la libertad.

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

«El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de
cualquier manera al prójimo en sus bienes.

Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres.

Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada.

La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo»

1. EL DESTINO UNIVERSAL Y LA PROPIEDAD PRIVADA DE LOS BIENES

«Al comienzo Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos (cfr. Gn 1, 26-29).

Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano»

Sin embargo, «la apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo».

«El derecho a la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por herencia o por regalo, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad.

El destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio»

El respeto del derecho a la propiedad privada es importante para el desarrollo ordenado de la vida social.

«”El hombre, al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que han de aprovechar no sólo a él, sino también a los demás” (Concilio Vaticano II,

La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador de la providencia para hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, ante todo a sus próximos»

El socialismo marxista y en particular el comunismo, al pretender, entre otras cosas, la subordinación absoluta del individuo a la sociedad, niega el derecho de la persona a la
propiedad privada de los bienes de producción (los que sirven para producir otros bienes, como la tierra, ciertas industrias, etc.), afirmado que sólo el Estado puede poseer esos bienes, como condición para instaurar una sociedad sin clases.

«La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al comunismo o socialismo.

Por otra parte, ha rechazado en la práctica del capitalismo el individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano»

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