¿A qué debemos morir para dar frutos? Padre Luis Toro.

2 years ago
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Lo propio del amor cristiano es darse, salir de uno mismo, entregarse con pasión a la realidad que Dios Padre ha querido para cada uno de nosotros.

Eso es amar la voluntad de Dios: una afirmación gozosa y creativa que nos empuja desde dentro a salir de nosotros mismos; una decisión que, paradójicamente, es el único camino para encontrarnos verdaderamente con nosotros mismos: «quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará» (Mt 16,25).

Este amor, sin embargo, no consiste en «una especie de esfuerzo moral extremo (…), un grado superior de humanismo»

La novedad del Mandamiento nuevo «solamente puede venir del don de la comunión con Cristo, del vivir en Él»

Por eso, al tiempo que les descubre el Mandamiento nuevo, el Señor da a sus apóstoles el Sacramento del Amor.

La Eucaristía se encuentra desde ese momento en el centro de la vida cristiana: no estamos ante una verdad teórica sino ante una necesidad vital.

«La mano de Cristo nos ha cogido de un trigal: el sembrador aprieta en su mano llagada el puñado de trigo.

La sangre de Cristo baña la simiente, la empapa.

Luego, el Señor echa al aire ese trigo, para que muriendo, sea vida y, hundiéndose en la tierra, sea capaz de multiplicarse en espigas de oro»

Somos capaces de entregarnos porque vivimos empapados en la sangre de Cristo, que nos hace morir a nosotros mismos para dar fruto abundante de alegría y de paz a nuestro alrededor.

Nuestra participación en el Sacrificio de Jesús y nuestra adoración de su presencia real en la Eucaristía llevan, sin solución de continuidad, al amor al prójimo.

Por eso, «el que no es fiel a la misión divina de entregarse a los demás, ayudándoles a conocer a Cristo, difícilmente logrará entender lo que es el Pan eucarístico».

Y viceversa: «Para apreciar y amar la Sagrada Eucaristía, es preciso recorrer el camino de Jesús: ser trigo, morir para nosotros mismos, resurgir llenos de vida y dar fruto abundante: ¡el ciento por uno!»

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