La Redención. -Clase 7- Catecismo para Bárbaros. Padre Javier Olivarera Ravasi.

2 years ago
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SACRIFICIO Y REDENCION

Jesús murió por nuestros pecados (cfr. Rm 4,25) para librarnos de ellos y rescatarnos de la esclavitud que el pecado introduce en la vida humana.

La Sagrada Escritura dice que la pasión y muerte de Cristo son:

a) sacrificio de alianza, b) sacrificio de expiación,

c)sacrificio de propiciación y de reparación por los pecados, d) acto de redención y liberación de los hombres.

a) Jesús, ofreciendo su vida a Dios en la Cruz, instituyó la Nueva Alianza, es decir, la nueva forma de unión de Dios con los hombres que había sido profetizada por Isaías (cfr. Is 42,6), Jeremías (cfr. Jr 31, 31-33) y Ezequiel (cfr. Ez 37,26).

El nuevo Pacto es la alianza sellada en el cuerpo de Cristo entregado y en su sangre derramada
por nosotros (cfr. Mt 26,27-28).

b) El sacrificio de Cristo en la Cruz tiene un valor de expiación, es decir, de limpieza y purificación del pecado (cfr. Rm 3,25; Hb 1,3; 1Jn 2,2; 4,10).

c) La Cruz es sacrificio de propiciación y de reparación por el pecado (cfr. Rm 3,25; Hb 1,3; 1Jn 2,2; 4,10).

Cristo manifestó al Padre el amor y la obediencia que los hombres le habíamos negado con nuestros pecados. Su entrega hizo justicia y satisfizo al amor paterno de Dios que habíamos rechazado desde el origen de la historia.

d) La Cruz de Cristo es acto de redención y de liberación del hombre. Jesús pagó nuestra libertad con el precio de su sangre, es decir, de sus sufrimientos y su muerte.

Mereció con su entrega nuestra salvación para incorporarnos al reino de los cielos: «Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados» (Col 1,13-14).

5. LOS EFECTOS DE LA CRUZ

Principal efecto de la Cruz es eliminar el pecado y todo lo que se opone a la unión del hombre con Dios.

La Cruz, además de cancelar los pecados, nos libra también del diablo, que dirige ocultamente la trama del pecado, y de la muerte eterna.

El diablo nada puede contra quien está unido a Cristo (cfr. Rm 8,31-39) y la muerte deja de ser separación eterna de Dios, y queda sólo como puerta de acceso al destino último (cfr. 1Co
15,55-56).

Removidos todos estos obstáculos, la Cruz abre para la humanidad la vía de la salvación, la posibilidad universal de la gracia. Junto con su Resurrección y su gloriosa Exaltación, la Cruz es causa de la justificación del hombre, es decir, no sólo de la eliminación del pecado y de los demás obstáculos, sino también de la infusión de la vida nueva (la gracia de Cristo que santifica el alma).

Cada sacramento es un modo diverso de participar en la Pascua de Cristo y de apropiarse de
la salvación que de ella proviene.

Concretamente el Bautismo, nos libra de la muerte introducida por el pecado original y nos permite vivir la vida nueva del Resucitado.

Jesús es la causa única y universal de la salvación humana: el único mediador entre Dios y los hombres.

Toda gracia de salvación dada a los hombres proviene de su vida y, en particular, de su misterio pascual.

6. CORREDIMIR CON CRISTO

Como acabamos de decir, la Redención obrada por Cristo en la Cruz es universal, se extiende a todo el género humano. Pero es preciso que llegue a aplicarse a cada uno el fruto y los méritos de la Pasión y Muerte de Cristo, principalmente por medio de la fe y los Sacramentos.

Nuestro Señor Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (cfr. 1Tm 2,5).

Pero Dios Padre ha querido que fuéramos no sólo redimidos sino también corredentores.

Nos llama a tomar su Cruz y a seguirle (cfr. Mt 16,24), porque Él «sufrió por nosotros dejándonos
ejemplo para que sigamos sus huellas»

SAN PABLO ESCRIBE:

a) «yo estoy con Cristo en la Cruz, y no soy yo el que vive sino que Cristo vive en mí» (Ga 2,20): para alcanzar la identificación con Cristo hay que abrazar la Cruz;

b) «completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo, por su Cuerpo que es la Iglesia» (Col 1,24): podemos ser corredentores con Cristo.

Dios no ha querido librarnos de todas las penalidades de esta vida, para que aceptándolas nos identifiquemos con Cristo, merezcamos la vida eterna y cooperemos en la tarea de llevar a los demás los frutos de la Redención.

La enfermedad y el dolor, ofrecidos a Dios en unión con Cristo, alcanzan un gran valor redentor, como también la mortificación corporal practicada con el mismo espíritu con que Cristo padeció libre y voluntariamente en su Pasión: por amor, para redimirnos expiando por nuestros pecados.

a) de caridad: «nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (cfr. Jn 15,13);
b) de obediencia: se hizo «obediente al Padre hasta la muerte y muerte de Cruz» (Flp 2,8);

c) de humildad, de mansedumbre y de paciencia: soportó los sufrimientos sin evitarlos ni suavizarlos, como un manso cordero (cfr. Jr 11,19);

d) de desprendimiento de las cosas terrenas: el Rey de Reyes y Señor de los que dominan aparece en la Cruz desnudo, burlado, escupido, azotado, coronado de espinas, por Amor.

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