El Tiempo se ha Cumplido y el Reino de Dios está cerca. La Fé, la Esperanza y el Amor. P Luis Toro.

2 years ago
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Los cristianos debemos sentirnos enviados por Cristo —como Él mismo ha sido enviado por su Padre— a anunciar, con nuestra vida y nuestras obras, el Evangelio del Reino de Dios.

"Se ha cumplido el tiempo, el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed al Evangelio".

Con estas palabras empezó Cristo su misión. Con Cristo y en Cristo, mediante nuestras acciones y nuestras palabras, por la gracia del Bautismo, estamos en condiciones de repetir con eficacia al oído de las personas que tenemos alrededor:

¡Creed al Evangelio! Que equivale a decir: ¡abrid serenamente la inteligencia y el corazón a Jesucristo, confiad en el Salvador! (...).

Jesucristo pide a sus seguidores que divulguemos por esta tierra su mensaje.

Y quiere que lo difundamos con la gallardía y el optimismo propios de quien sabe que es una doctrina siempre vigente y siempre nueva: con la novedad permanente del amor, capaz de vivificar la conducta de los hombres y de las mujeres de todos los tiempos, en las circunstancias más dispares.

Resulta siempre oportuna la pregunta que, en uno de sus escritos, sugiere san Josemaría: "¿Cunde a mi alrededor la vida cristiana? Piénsalo a diario".

La propia y personal respuesta a ese interrogante, a la vez sencillo y comprometedor, nos permitirá deducir si hemos calado con profundidad en nuestra vocación
cristiana, si no nos ha faltado valor o si nos hemos encogido ante ambientes o mentalidades hostiles a Jesucristo.

Afrontar sinceramente esa pregunta nos puede ayudar a superar la tendencia, siempre amenazadora — más aún en momentos de cambio cultural—, a condescender con la incoherencia interior, con la separación injustificada entre vida privada y vida social o profesional.

Eso entrañaría una clara manifestación de que hemos marginado la verdad, el bien y la virtud, para sustituir esos valores irrenunciables por planteamientos confortables, "ambientalmente correctos", que no producen heridas: no, como debe ser, porque estén informados por la comprensión y la caridad, sino porque carecen de contenido y mantienen, tan sólo —y a
veces ni siquiera eso— una respetabilidad de fachada.

Fuertes en la fe, seguros en la esperanza, convencidos del verdadero amor, los cristianos hemos de aceptar el reto que los tiempos actuales nos lanzan.

Día a día debemos, en primer lugar y ante todo, esforzarnos por conocer más a Cristo; y, como consecuencia necesaria, nos esforzaremos también por darlo a conocer como el único Salvador, como Aquel que ha proclamado y hecho realidad el único mensaje que contiene palabras de vida eterna: el mensaje sobre el amor infinito de Dios Padre (...).

A los cristianos nos ha sido confiada la noble tarea de mostrar a Jesucristo a nuestros hermanos los hombres.

Algunos deberán llevarlo a cabo con la predicación. Otros con el testimonio de su consagración.

La inmensa mayoría, la gran variedad de los cristianos llamados a santificarse en medio del mundo, han de dar a conocer al Maestro desempeñando bien —con perfección humana y con espíritu cristiano— el trabajo y las demás obligaciones que a cada uno le correspondan.

"Cristo, Señor Nuestro —cito de nuevo a san Josemaría—, fue crucificado y, desde la altura de la Cruz, redimió al mundo, restableciendo la paz entre Dios y los hombres. Jesucristo recuerda a todos: (Jn 12, 32), si vosotros me colocáis en la cumbre de todas las actividades de la tierra, cumpliendo el deber de cada momento, siendo mi testimonio en lo que parece grande y en lo que parece pequeño, , todo lo atraeré hacia mí. ¡Mi reino entre vosotros será una realidad!".

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