Vamos a orar -07- Por la Reconciliación de las Familias. Fray Nelson Medina.

2 years ago
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Lo central en el trato del cristiano con el Señor es «que la relación con Dios permanezca en el fondo de nuestra alma», y para ello «hay que avivar continuamente esta relación y referir siempre a ella los asuntos de la vida cotidiana».

Y esto lo logramos proponiéndonos, por ejemplo, buscar la presencia de Dios habitualmente, o
considerando que somos hijos de Dios antes de empezar un trabajo, o dando gracias al Señor por un favor que nos han hecho, aprovechando que se lo agradecemos también a la persona a quien se lo debemos.

Estas normas de siempre están profundamente entrelazadas entre sí, porque en el fondo no son más que la «orientación que impregna toda nuestra conciencia, a la presencia de Dios en el fondo de nuestro pensar, meditar y ser».

De ese de modo, por ejemplo, la presencia de Dios ayuda a percibir las cosas buenas que
Él nos da y mostrarle nuestra gratitud.

Quien se propone agradecer al Señor los bienes que recibe –también la misma existencia, la fe, la vocación cristiana– aprovechando algunas circunstancias del día, acaba descubriendo otras ocasiones para alabarle durante la jornada.

Y esto es la “oración continua” San Pablo nos dio ejemplo de llevar una vida de acción de gracias constante: doy continuamente gracias a mi Dios por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido concedida en Cristo Jesús.

En esta misma línea, san Josemaría exhorta a convertir la vida entera del cristiano en una continua acción de gracias: ¿Cómo es posible darnos cuenta de eso, advertir que Dios nos ama, y no volvernos también nosotros locos de amor?

Nuestra vida se convierte así en una continua oración, en un buen humor y en una paz que nunca se acaban, en un acto de acción de gracias desgranado a través de las horas.

La Virgen Santísima permaneció siempre en oración continua, porque alcanzó la cima más alta de la contemplación. ¡Cómo la miraría Jesús y cómo correspondería Ella a la mirada de su Hijo!

No debe extrañarnos que una realidad tan inefable haya quedado en silencio, apenas insinuada: eran las cosas que María conservaba en su corazón.

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