Thomas Sowell - La demanda bajo el control de alquileres

2 years ago
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LA DEMANDA BAJO EL CONTROL DE ALQUILERES

Aquellos que normalmente no alquilarían una vivienda, como los adultos jóvenes que aún residían con sus padres o personas mayores solteras o viudas que vivían con sus familiares, pudieron mudarse a sus propias viviendas gracias a los precios artificialmente bajos creados a través del control de alquileres. Estos precios provocaron que otras personas buscasen alojamientos más grandes de lo que normalmente buscarían o que decidieran vivir solas cuando, en circunstancias normales, se habrían visto obligadas a compartir piso con un compañero para poder pagar el alquiler. El aumento de inquilinos que buscaban más alojamientos y de mayor tamaño provocó la escasez, incluso cuando no había una mayor carencia física de viviendas en relación a la población total.
Cuando el control de alquileres terminó después de la guerra, la escasez de viviendas desapareció rápidamente, a medida que se activaron tanto la demanda como la oferta. Cuando los alquileres ascendieron en el libre mercado, algunas parejas sin hijos que residían en alojamientos de cuatro dormitorios decidieron que podían cambiarlos por otros de dos dormitorios y ahorrarse así la diferencia en el alquiler. Algunos adolescentes que estaban llegando a sus veinte años resolvieron
continuar viviendo con sus padres durante más tiempo, hasta que sus ingresos aumentasen lo suficiente como para poder pagar su propio apartamento ahora que el alquiler no era artificialmente barato. El resultado neto fue que las familias que estaban buscando dónde vivir encontraron más lugares disponibles, dado que las leyes de control de alquileres ya no favorecían que esos lugares estuviesen ocupados por personas con requerimientos menos urgentes. En otras palabras, la escasez de viviendas disminuyó, incluso antes de que diese tiempo a construir nuevas viviendas, algo que efectivamente pudo darse gracias a que las condiciones de mercado hacían posible recuperar el coste de la construcción de nuevas viviendas y obtener una ganancia.
De la misma manera que las fluctuaciones de precios asignan recursos escasos que tienen usos alternativos, el control de precios que limitan estas fluctuaciones reducen los incentivos a fin de que los individuos limiten, a su vez, su propio uso de aquellos recursos escasos que también pueden ser deseados por otros. El control de alquileres, por ejemplo, tiende a llevar a que muchos alojamientos grandes sean ocupados sólo por un individuo. En San Francisco, un estudio de 2001 mostró que el 49 por ciento de las viviendas controladas en esa ciudad tenían sólo un ocupante,
mientras que la grave escasez de viviendas provocaba que miles de personas vivieran a distancias considerables de sus lugares de trabajo, obligándolos a tener que hacer largos viajes todos los días. Igualmente, un informe del Censo mostró que el 48 por ciento de los hogares en Manhattan, donde la mayoría de los alojamientos estaban bajo alguna forma de control de alquileres, permanecían ocupados por una sola persona.
En el curso normal de una vida, la demanda de espacio de vivienda por parte de las personas cambia. Su necesidad de espacio normalmente se incrementa cuando se casan y tienen hijos. Pero, años después, cuando los hijos ya han crecido y se van de casa, los requerimientos de los padres respecto al espacio de vivienda puede que sean menores, y por lo general, cuando uno de los cónyuges fallece, el viudo o viuda se muda a un lugar más pequeño o decide trasladarse con sus parientes, o tal vez, a una residencia de la tercera edad. De esta manera, la cantidad total de viviendas en una sociedad es compartida, y circula entre las personas según sus cambiantes demandas individuales en las diferentes etapas de sus vidas.

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