Thomas Sowell - El significado de los costes

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EL SIGNIFICADO DE LOS «COSTES»
Tras entender la función que cumplen las sustituciones y las soluciones de compromiso, es fácil entender el verdadero significado de los costes: las oportunidades perdidas de usar los mismos recursos en otros lados. Puesto que una economía debe lidiar con el problema de recursos escasos que tienen usos alternativos, cada beneficio tiene un coste que está expresado en los usos alternativos que se le hubiesen podido dar a los recursos en lugar de generar ese beneficio en particular. No ponemos un precio a las cosas porque sí. Las cosas tienen costes inherentes y nuestra decisión política estriba sólo entre tratar de suprimir la comunicación de estos precios a los usuarios o permitir que estos costes inherentes sean expresados en el mercado.

Los precios en el libre mercado no son simplemente obstáculos arbitrarios puestos en el camino de la gente para dificultarle la obtención de lo que quiere. Los precios son síntomas de una realidad subyacente la cual no es, ni remotamente, susceptible a la manipulación política, como lo son los precios en sí. Los precios son como lecturas de un termómetro, y a un paciente con fiebre no le va a ayudar que sumerjamos el termómetro en agua helada bajando la lectura. Al contrario, si tomásemos la lectura del termómetro en serio e imaginásemos que la fiebre del paciente se esfumó, los peligros serían aún mayores ya que se estaría ignorando la realidad subyacente.

Por más evidente que esto suene, existe, sin embargo, un sinfín de planes elaborados por políticos que han sido diseñados para escapar a las realidades reflejadas por los precios, ya sea a través del control de precios, ya sea haciendo esto o lo otro más «asequible» con subvenciones, o bien logrando que el gobierno mismo provea varios bienes y servicios de forma gratuita, como un «derecho». Es probable que la mayoría de las políticas económicas abocadas al fracaso estén basadas en la idea de que los precios son simples molestias antes que en cualquier otro tipo de falacia. Lo que todos estos esquemas comparten es que eximen a algunas cosas del proceso de comparación de sus costes y beneficios.

Algunas veces el criterio utilizado para eliminar algunos elementos de este proceso de comparación de costes con beneficios, está expresado en preguntas como: «¿Cómo se le puede poner un precio al arte?», o a la educación, a la salud, a la música, etc. La falacia fundamental que se oculta tras esta pregunta es la de creer que los precios son simplemente «asignados» a las cosas. Dado que el arte, la educación, la salud, la música y miles de otras cosas requieren tiempo, esfuerzo y recursos, los costes de estos insumos son inherentes. Estos costes no se desvanecen porque una ley les prohíba transmitir estos precios al mercado. A la larga, para la sociedad en su conjunto, los costes son aquellas otras cosas que, tal vez, se hubiesen producido con los mismos recursos. El flujo del dinero y los movimientos de los precios son síntomas de este hecho, y suprimir estos síntomas no cambia el hecho subyacente.

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