Thomas Sowell - Las ganancias como incentivos

2 years ago
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LAS GANANCIAS COMO INCENTIVOS

Volvamos al inicio. La esperanza de obtener un lucro y la amenaza de perderlo es lo
que fuerza al dueño de un negocio, en una economía capitalista, a producir al coste
más barato y vender al coste que los consumidores están más dispuestos a pagar. Sin
estas presiones, aquellos que administran empresas bajo el socialismo tienen muchos
menos incentivos para ser lo más eficientes posible bajo ciertas circunstancias y mucho menos para mantenerse al tanto de las condiciones cambiantes y responder a ellas rápidamente, como lo tienen que hacer las empresas capitalistas si quieren sobrevivir.
Fue una máxima autoridad soviética, Leonid Brézhnev, quien dijo que los administradores de las empresas de su país le temían a la innovación «como el diablo le teme al incienso». Sin embargo, en vistas de los incentivos a empresas de propiedad y control gubernamental, ¿por qué habría los administradores de arriesgar y experimentar con nuevos métodos y productos, cuando por lograrlo ganarían muy poco o nada mientras que por no lograrlo podían perder su trabajo (o más que eso)? Bajo Stalin, el fracaso solía ser equiparado al sabotaje, y castigado de la misma manera. Incluso bajo las condiciones menos drásticas del socialismo democrático, como en la India durante décadas, tras su independencia, las empresas protegidas, como las de coches, no necesitaban innovar.

Hasta que en 1991 se dio inicio a la liberación de los mercados en la India, el coche más popular era el Hindustan Ambassador—una copia descarada del Morris Oxford británico—. Incluso en la década de 1990, The Economist se refería al Ambassador como una «versión levemente actualizada de un Morris Oxford de la década de 1950». El periódico londinense The Independent informó: «Durante años, los Ambassador han sido notorios en la India por su pobre acabado, conducción pesada y su proclividad a accidentes alarmantes». No obstante, había listas de espera —de meses e incluso de años— para poder adquirir un Ambassador, dado que estaba prohibido importar coches extranjeros que le hicieran la competencia.

Bajo el capitalismo de libre mercado, los incentivos trabajan en la dirección contraria. Incluso las empresas más lucrativas pueden perder su mercado si no continúan innovando para evitar ser superadas por sus competidoras. Por ejemplo, IBM fue pionera en crear ordenadores, con un modelo de 1944 que ocupaba 8,5 metros cúbicos.

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