Thomas Sowell - Economías Socialistas

2 years ago
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ECONOMÍAS SOCIALISTAS

Como en otros casos, una de las mejores maneras de entender el papel de los precios, las ganancias y las pérdidas es ver qué ocurre con su ausencia. Las economías socialistas no solamente carecían del tipo de incentivos que fuerzan a las empresas individuales hacia la eficiencia y la innovación, sino que también carecían del tipo de incentivos financieros que lleva a que todo productor, en una economía capitalista, limite su trabajo a aquellas etapas de la producción y la distribución en las que tiene menores costes que las empresas alternativas. Las empresas capitalistas compran insumos de otras que tienen menores costes que ellas para producir esos mismos insumos, y venden su propia producción al intermediario que mejor puede llevar a cabo su distribución. Sin embargo, una economía socialista puede prescindir de las ventajas de la especialización, y además por motivos muy racionales, debido a las muy diferentes circunstancias bajo las que operan.

Por ejemplo, en la Unión Soviética muchas empresas producían sus propios insumos a pesar de que existían productores especializados que podían fabricarlos a menor coste. Dos economistas soviéticos estimaron que el coste de los insumos de una empresa de construcción de maquinaria de la Unión Soviética era entre el doble y el triple que el de empresas especializadas. Sin embargo, ¿por qué habría de ser importante este coste para una empresa individual que debe tomar decisiones en un sistema donde las ganancias y las pérdidas no son importantes? Lo importante era alcanzar el objetivo de producción mensual, determinado por autoridades gubernamentales, y que estaba mejor garantizado por una empresa que fabricaba sus propios insumos; de esta manera, no dependería de la entrega a tiempo de otras empresas que carecían de los incentivos de ganancias y pérdidas propios de una economía de mercado.

Esto no sucedía solamente en las empresas de construcción de maquinaria. De acuerdo con los mismos economistas soviéticos, «la idea de la autosuficiencia de insumos penetra todos los escalones de la pirámide administrativa económica, desde la cima hasta la base». Más de la mitad de todos los ladrillos que se producían en la Unión Soviética los fabricaban empresas cuya finalidad no era ésta, pero que lo hacían para construir cualquier estructura necesaria para realizar su principal actividad económica. Esto era así porque las empresas soviéticas no podían depender de las entregas del Ministerio de la Industria de Materiales de Construcción, el cual no tenía los incentivos financieros para ser un proveedor de ladrillos de confianza que los hiciera de la calidad requerida y los enviara a tiempo.

Por los mismos motivos, muchas más empresas soviéticas producían maquinaria que las que se crearon con ese fin. Al mismo tiempo, las plantas creadas estrictamente para ese fin producían por debajo de su capacidad —es decir, a un coste de producción por unidad mayor que si sus gastos generales hubieran abarcado un mayor número de unidades de producción— porque había muchas otras empresas que producían estas máquinas para autoabastecerse. Los productores capitalistas de ladrillos o maquinaria no tienen otra alternativa que producir lo que quiere el consumidor, y ser puntuales en la entrega, si es que pretenden mantener a esos clientes compitiendo con otros productores de ladrillos y maquinaria. Sin embargo, la situación es diferente cuando hay un monopolio de un producto dado a nivel nacional, bajo control gubernamental, como era el caso de la Unión Soviética.

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